martes, 18 de octubre de 2011

Día 18: Cartagena

Lo primero que hay que reseñar y que se me había pasado comentar es que llevamos desde el domingo sin vernos en un espejo, y ya estamos a viernes. Flipas, ¿no? Ni en Tayrona ni en la escuela había un solo espejo. Bueno, en Tayrona no había ni ducha, así que el espejito es lo de menos. Cómo cambian las cosas de un lugar a otro. En España, aunque no quieras, te ves reflejado 200 veces al día en tu casa, en las tiendas, en servicios, ascensores o cualquier esquina de la ciudad. La verdad es que se agradece. También llevo sin afeitarme desde que pisé este país. Dieciocho días ya. ¡Qué gozada! No sé lo guapos o feos que estamos, pero felices como perdices.

En Santa Marta pillamos un bus (supuestamente directo) a Cartagena. El viaje iba a durar (supuestamente) cuatro horas. Pues eso: ni una cosa ni la otra. El bus para por media costa caribeña y al final el trayecto es como de más de cinco horas. Pero ya nos vamos acostumbrando; y con el asiento bajo tu culo y un aire acondicionado (bien acondicionado), te da igual lo que pase porque de ahí no te levante ni Megan Fox suplicándote de rodillas (Bueno, creo que ahí me he pasado un pelín...).

Llegamos a la estación de Cartagena como a las 16.30. Tenemos que pillar otra buseta hasta la ciudad que tarda como otra hora (pasamos de pillar taxi). Es viernes por la tarde, empieza el finde y el tráfico a la ciudad es intenso. Nos avisan cuando llegaos al barrio de Getsemaní, que es donde nos queremos alojar. El barrio está justo pegado al centro histórico de la ciudad, pero fuera de las murallas. Más económico, pero realmente está sólo a diez minutos andando de lo que ellos llaman el centro.

Después de ver un par de hostales, elegimos uno que está bien de precio y no está mal. Pillamos dos habitas dobles, Anita y Piña necesitan un poco de intimidad para llevar a cabo una vida completa de pareja. Cooooorrecto. Nos instalamos, hacemos merienda-cena en un restaurante cercano que nos recomiendan en el hostal, hacemos una vuelta de reconocimiento del barrio, sacamos pasta y hacemos compra.

El hostel tiene una especie de terraza en el ático que se puede utilizar, y que parece que nadie lo hace. Allí nos subimos con música y bebida. Estamos calentando para la rumba que toca luego en la ciudad. Hay ganas de marchica porque no salimos de farra desde el sábado pasado. Vamos al centro, detrás de las murallas, y hay ambientazo en la calle. Anita y Javi bailan un rato con un pareja viejuna de lugareños. Lo dan todo. Estamos en el Donde Fidel, lugar donde nos dicen que ponen la mejor salsa de toda Colombia. La gente allí en general es mayor, mayor de cuarenta y cincuenta palos, quiero decir. Pero bailan como posesos, lo llevan en la sangre. Sus movimientos de caderas son de otra raza. De otra raza que no es la humana.

Después la fiesta es bastante bufete: no hay nadie en los tres garitos que probamos. El cansancio acecha, el hambre también, y hasta un poco de mala leche. Así que primero se va la pareja, y después Leoncio y yo, nos volvemos al hostal a sobarla. Camita, ventilador, televisión por cable, y sin cucarachas. La gozamos también.

Sólo hemos podio ver un poquito de Cartagena, y de noche. Pero la ciudad tiene realmente muy buena pinta.















4 comentarios:

  1. Gracias por hacernos la vida mas feliz.....gracias por enseñarnos con palabras otros lugares del mundo y sacarnos de las jaulas por unos mágicos instantes.

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  2. No sabes lo bueno que viene eso, eso de poder seguiros por el Mundo, eso de tener la sensacion de estar un poco de la aventura. Con otra vida ya, con niños, felicidades y otras obligaciones, gracias por despertar estas sensaciones excepcionales que son las de descubrir, emocionarse, y aprender cosas que no tienen ya valor en nuestros sistemas pero sin embargo que lo son todo. Besos fuertes y os seguimos!
    NB: Por cierto Borja sabes que esta prohibido el acceso a blogspot en la India? tendras que buscarnos un canal alternativo!! ;-)... pero para eso queda mucho! Disfrutar y cuidaros!

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  3. ¡Gracias a ti, Kike! Es un verdadero placer. Y ya sabes: "... aprendemos del león...". Pero hay que salir de la jaula como sea. Pelucas.

    Julie, ¡lo mismo! Me alegra mucho que os guste y os sintáis un poquito con nosotros. Y no sabía lo de Inidia, pero sí, ¡queda tantooooo! Borja

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