sábado, 15 de octubre de 2011

Día 14: Taganga

Nos ponemos las pilas pronto, desayunamos algo rápido en una terracita cercana, y volvemos a la escuela para recibir nuestra primera clase de teoría del curso. Lo que nos vamos a sacar es un permiso que vale para todo el mundo, y con el que podremos practicar este deporte hasta profundidades de 18 metros, en condiciones parecidas, y con, al menos, otro acompañante con experiencia en el tema. En el futuro podremos ir sacándonos más cursos si estamos interesados y nos engancha la movida. Seguramente nos saquemos el segundo curso, con el que puedes meterte en cuevas y con el que buceas de noche (nos cuentan que el buceo nocturno es otro rollo, porque es cuando de verdad puedes contemplar los verdaderos colores del fondo del mar: peces, corales, etc).


















La clase teórica dura unos noventa minutos. Es amena. En ella nos presentan los componentes del equipo de buceo. Al principio parece todo mu facilito, pero luego te vas dando cuenta de que va siendo bastante información. Y ahí debajo todo es vital; sobre todo por tu seguridad.

Después nos llevan a la piscina para hacer la primera clase práctica. Ojito con la movida porque no es tontería. Hay que tener en cuenta muchas cosas, estar hábil de manos, tener coordinación, y saber mantener la calma. Y lo más difícil de todo (al menos para mí): llevar bien (y tranquilamente) la respiración por la boca. La verdad es que con el primer ejercicio de respiración debajo del agua no tenía muy claro si este deporte es para mí. Han sido un par de minutos de un pelín de agobio. "Dónde me he metido y por qué he pegado", era todo lo que pensaba debajo del agua. Eso, y que me faltaba aire por todos los poros de mi cuerpo. Al rato, con cada minuto que pasaba, todo ha ido fluyendo poco a poco a mucho mejor. Hemos realizado todos los ejercicios (perfectamente) que teníamos programados. Como unos cincuenta minutos ahí debajo. El monitor (Omar) estaba muy contento. Cuando hemos vuelto a la escuela, comentaban entre ellos que mañana va a ir todo sobre ruedas en el mar. Supongo que habrán tenido más de una manazas y más de un claustrofóbico en sus manos.

Al acabar la clase de la piscina ya tenemos todo el día libre. Es la hora de comer y tenemos un hambre atroz. Nos avisan de que mañana, después de sumergirnos en el mar, el hambre será descomunal. Nos ponemos refinitos en una terraza del pueblo. Camarera y cocinera lugareñas. Por seis euros cada uno nos ponemos hasta las patas, y está todo rico. Seguimos dándole a los juguitos, encantados de la vida.

Por la tarde me tocan un par de horas de internet, para actualizar el blog y mandar e-mails varios. Poco más. Relax y cenita. Nos volvemos a a acostar pronto, porque mañana nos despiertan a las 08.00 y a las 09.00 nos vamos a Tayrona. Hay muchas ganas, porque debajo y encima de agua, debe de ser espectacular. Peces del Caribe: pónganse guapos, ¡que llegan los maños!

2 comentarios:

  1. ¡que bien con fotos así nos hacemos mejor a la idea!

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  2. Anita se está ocupando de subir las fotos al blog. ¡Se lo está currando porque es bastante coñazo! Besos. borja

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