miércoles, 21 de diciembre de 2011

Días 57-59: Cuzco y Valle Sagrado

Y tres semanas después, volvió el blog. Vuelve por navidad, como el Almendro. No estaba muerto, no, estaba de parranda.

Después de otra sesión intensiva de buseto, llegamos a Cuzco, situado a 3.300 metros de altitud. Y sí, se nota. Sobre todo llegando desde el nivel del mar. Al principio cuesta algo (bastante) respirar, y la cabeza parece que se te hincha como un globo. Imaginad que se le hincha a nuestro amigo Piña... ¡Wooow!

Cuzco recuerda a algún pueblito del interior de España, pero a lo grande. Eso sí: debería de ser el pueblo más turístico del mundo mundial, porque aquí el turismo es un un auténtico canteo. Todos viven por, para y gracias a los turistas. Quizá es demasiado, pero es el precio a pagar por cualquier destino apetecible por miles y miles de personas de todo el planeta.

Se respira historia en este lugar. Las calles adoquinadas, las murallas, los estrechos callejones; piedras que colocaron los incas hace setecientos años y que todavía están en el mismo lugar, con el mismo aspecto. La arruga es bella, dicen. Y hablando de Historia (y de historias), tengo que explicar qué significa el nombre de la ciudad, y es que me flipan (nos flipan) estos cuentos que nadie realmente te puede asegurar si son ciertos o no. Se dice que en el siglo XII, el dios del Sol, Inti, le encargó al primer inca que encontrara el qosq`o. Cuando este buen hombre descubrió ese punto, fundó allí la ciudad. ¿Y qué significa qosq`o en quechua?: el ombligo de la Tierra. ¡Mola la movidica, eh!

Además de conocer esta ciudad, hemos hecho excursiones por sus alrededores, y por el Valle Sagrado del río Urabamba. Dicho valle se extiende durante decenas de kilómetros al norte de la antigua capital inca, y está plagado de mejores y peores (conservadas) ruinas del, en otro tiempo, poderosísimo imperio inca (inka en quechua).

Las de Saqsaywamán, a dos kilómetros de Cuzco, no estaban mal, claro; pero cuando luego visitamos las de Ollantaytambo (a unos 80 kms) y las de Pisac (a unos 30), flipamos de verdad. Las primeras son un pueblito inca, situado estratégicamente entre varias montañas, que está prácticamente igual que hace setecientos años. Casi ná. Alucinas con las explicaciones del guía, y te imaginas a miles de incas (pasándolas canutísimas) subiendo las cacho piedracas que pesaban toneladas, para poder construir la fortaleza que protegiese a ese pueblo. El método utilizado era como el de los egipcios: troncos al suelo para intentar hacer rodar esas colosales piedras, cuerdas, muchos, muchos, muchos hombres tirando como mulas, y, por supuesto, un par de tíos con látigo metiendo caña para que ningún inca se hiciese el sueco.

Pero la fortaleza Intuhuatana, en Pisac, me impresionó todavía más. Está en lo alto de una montaña, una montaña que costaba lo suyo subir, y que se te hacía más larga que un día sin pan. Pero que cuando llegas, y te paseas entre esas ruinas tan bien conservadas, se te olvidan todos los males y todos los insultos proferidos en la dolorosa y poco oxigenada subida. Es impactante comprobar qué bien conservada está la ciudadela, por momentos no te crees que sea de verdad, y dudas de que no haya sido retocada por el gobierno peruano. Muy bonito, de verdad. Y, realmente, allí arriba se estaba en paz. En paz con uno mismo, y en paz con los demás, que también es importante.

Después de sacar muchas fotos, de explorar las ruinas cada uno a nuestra bola, y de respirar ese aire tan puro, tenemos que bajar a toda pastilla porque se está haciendo de noche y no llevamos linternas en ese momento (somos unos cracks, unos boyscouts de doce años tienen más conocimiento que nosotros). Llegamos al pueblo, abajo, justo cuando ya se hace de noche. Menos mal, porque había tramos que sin luz hubieran sido algo pelicorossossss. Como siempre digo: ¡somos gente con suerte!   

Llevamos tres días por aquí y ya es viernes, pero hoy no hay fiesta, y eso que nos han hablado muy bien de la animada noche cuzqueña. Pero es que mañana nos tenemos que despertar como a las 04.30 in the morning. ¿Estamos locos? No. ¿Nos vamos de pesca? Menos. El motivo es que nos recogen en un minibus porque volvemos al Valle Sagrado para emprender el denominado y conocido Camino Inka. Cuatro días y tres noches de subir y bajar montañas, en plenos Andes, para llegar el martes hasta la ciudad perdida del Machu Picchu. Joder, sólo de nombrarlo ya se me ponen los pelos de punta (y tacón).

4 comentarios:

  1. Mis mejores deseos para el Equipo. Cuidaros.

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  2. Destruir_Zaragoza_Dissuasive_parking.wmv

    Have fun!

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  3. http://www.youtube.com/watch?v=nmFSRhKBPpI

    Gracias, Pelucas, por darme la posibilidad de estar un rato a gusto con dos colegas tuyos. Abrazos.

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  4. El placer fue mutuo, eso me han comentado. Y tus tapas delicatessen siguen triunfando, por lo visto.Pero no te fíes, que éstos se te plantan ahora todos los viernes ahí a beberse tus birras.

    ¡Besos!

    Pelucas

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