martes, 5 de junio de 2012

D'ias 115-122: pase'ico por Chile

Despu'es de ese finde en la playa tan divertido y entranhable, el Equipo y Diego (ahora parte del mismo) nos dispon'iamos a emprender una nueva aventurilla de una semana hacia el sur del pa'is. Los cinco metidos en una pick-up que alquilamos para esos siete d'ias. Cogimos un bus hasta Tomuco, haciendo noche, y all'i pill'abamos el coche y comenz'abamos la ruta: carretera y manta.

Hab'ia un plan muy trazado para aprovechar los siete d'ias (de nuevo gracias a Dami'an), aunque lo que m'as motivaba era que nos 'ibamos a parar donde m'as nos apeteciese y en el momento que fuera: llev'abamos dos tiendas de campanha que nos daban la libertad de plantarnos donde fuera menester. La primera parada fue en el Parque Nacional Conguilio (creo), al menos el lago donde justo acampamos se llama as'i. Un paraje espectacular. A m'i fue lo que m'as me gust'o de toda la semana. La zona de acampada era cojonuda, y teniendo un poco de suerte y ech'andole un poco de morro, dormimos all'i dos noches y no pagamos ni un peso. Fet'en.

Por la noche hac'iamos una hoguera, como de peques en campamentos, y por el d'ia, te despertabas y ten'ias el lago a tan s'olo dos minutos de paseo. El paisaje era de postal: un cielo celeste salpicado de esponjosas nubes blancas, las montanhas cubiertas de verdes 'arboles y coronadas en los picos por la nieve perenne que no desaparec'ia en ninguna de las cuatro estaciones, el suelo volc'anico color ceniza, y por 'ultimo, un precioso lago color turquesa, tremendamente tranquilo y reposado, como si estuvese 'el tambi'en perplejo observando el bonito paisaje.

Me encant'o ese lugar. Su belleza, su silencio, su aire puro, su calma. Mientras Anita, Javi y Leo sub'ian hasta lo alto de la montanha, hasta las nieves eternas, Diego y yo nos quedamos a mitad de camino y decidimos bajar de nuevo hasta el lago porque hac'ia una clada muy seria. All'i estuvimos un par de horas, en la orilla del algo, sentados en ese suelo volc'anico, rodeados de troncos de 'arboles ca'idos y ya muertos, que yac'ian en el suelo como si fuesen grandes esqueletos de unas bestias prehist'oricas. Y el banho posterior fue una gozada ya que el agua era cristalina y pudimos sacar alguna fotuqui bien guapa con la c'amara acu'atica.

Me gustan los 'arboles. No s'e si ya lo he dicho, pero me gustan mucho. Hay 'arboles preciosos, hay otros que desprenden un olor muy rico, hay otros que son muy sabios, y hay otros que guardan grandes secretos. All'i, en ese parque, est'abamos rodeados de unos llamados Araucalias. Muy chulos y novedosos para nosotros, ya que son t'ipicos de es zona. Recordaban a los pinos, pero son bastante m'as grandes, y sus largas ramas son como tent'aculos de un pulpo, o como las patas de una tar'antula gigante. Muy molones.

Por la noche, la hoguerica, y as'i pas'abamos el rato y nos calent'abamos, porque hac'ia una rasca que no sufr'iamos desde el camino Inka. Y nos atrap'abamos con el fuego. Totalmente. Qu'e tiene el fuego que no puedes dejar de mirarlo durante horas, que te hpnotiza, que te deja ah'i clavado delante de 'el sin poder dejar de mirarlo durante ni un segundo?? Igual es porque lo tienes ah'i cerquita pero no puedes tocarlo; o por el agradable calor que desprende; o porque es imposible de copiarlo, de dibijarlo, porque tiene formas mil y no para de cambiar; o porque, simplemente, puedes ver en 'el lo que t'u quieras ver en ese preciso momento.

Antes de dejar de lado este cautivador lugar, me acuerdo de repente, no s'e por qu'e, que all'i pas'e uno de los instantes m'as terriblemente duros, intensos y dolorosos del viaje: la puta ducha infernal de ese camping. Sus muerts! Tocaba ducha, s'i o s'i, era inevitable y necesaria. Y apetec'ia, claro. Apetec'ia hasta que me met'i debajo de ese chorro de agua congelada que ten'ia que provenir directamente de un jodido iceberg. La madre que la pari'o qu'e mal que lo pas'e. Se me agarrotaban los m'usculos de la espalda de la fuerza que yo hac'ia y de los espasmos que me daban. En serio, si alg'un d'ia tengo alg'un archienemigo, alg'un cabronazo al que saldar cuentas pendientes, no le har'e pasar por semejante trago. Ser'e bueno y misericorde y le perdonar'e el pegarse un ducha en el Parque Nacional Conguilio.

Dos noches despu'es, abandonamos ese lugar y pasamos del lago y la montanha al mar y la playa, y en tan s'olo dos horitas conduciendo. Chile es un pa'is muy, muy estrecho, aunque tambi'en es muy, muy largo. Es como si fuese un pasillo de esos antiguos y grandes pisos, o como un angosto y largo callejon en el plano de una ciudad. Llegamos a un pueblo llamado Niebla, al menos eso dice Pinha porque yo no lo tengo nada claro. Despu'es de un ratico dando vueltas buscando un sitio decente para acampar, triunfamos de nuevo. Encontramos un pequenho camping, justo al borde del mar, regentado por el simp'atico senhor Antonio, y por el que (aunque no nos sali'o gratis como el otro) pag'abamos muy poco dinero entre todos. Regalao. Otro gran lugar para acampar, y totalmente diferente.

Habr'ias la tienda y ten'ias el Pac'ifico ah'i delante, a escasos treinta metros. Te sent'ias (y lo 'eramos, y lo somos) un privilegiado. Hay pocas cosas tan agradables como acostarse y despertarse con los susurros del mar, a modo de sonajero y de alarma-despertador. Sleeping with the stars, waking with the sun. Un lujazo.

Nos pegamos todo el d'ia comiendo, privando y riendo. En nuestra parcela ten'iamos nuestra propia barbacoa y eso era un no parar. La cantidad de latas de birra que nos bajamos esos d'ias era diga de la Oktoberfest. Y siempre bien fresquitas, como debe ser. SE deb'ia a que ten'iamos un cooler (una neverica de 'esas de pl'astico), que nos hab'iamos tra'ido desde Santiago. Y chico, qu'e maravilla. Posiblemente uno de los mejores inventos de la historia de la humanidad. C'omo una mierda de cacharro de pl'astico tan simple puede funcionar tan bien y dar tantas satisfacciones? Son esas peqeunhas cosas de la vida que te hacen feliz. Ay, los domingueros y su neverica: joder, son unos sabios de cojones.  Pero no s'olo pimpl'abamos, no, no, no. Comimos como curas. Bien de todo! Que no me entero yo que hay un solo cent'imetro sin aprovechar de esa parrilla guena! Nos pusimos hasta el orto de comer, y qu'e rico sal'ia todo. Y es que al fuego todo sabe mejor. Ya lo dec'ia Ner'on.

C'omo comimos esos d'ias, durante las dos semanas de Chile. Much'isimo y muy bien. Yo ten'ia hambre a todas horas, un hambre atroz. Y aunque nos ven'ia de perlas ya que todos estamos perdiendo peso durante este viaje, ni 'estos ni yo seguimos sin saber d'onde lo meto. Misterios del ser humano. Quiz'as tenga dentro de m'i un bichito, un pequenho gusano. S'i, la tenia es mi amiga, mi nueva inquilina.

Otras dos noches despu'es y cost'andonos dejar atras ese apacible lugar, seguimos ruta, continuando hacia el sur. A partir de aqu'i, sin explicaci'on alguna, mi memoria se vuelve algo difusa y me cuesta m'as recordar. Casualidad o no, coincide con el brutal cambio clim'atico que sufrimos. Despu'es de cutro d'ias soleados, el viernes empez'o a llover y ya nunca jam'as par'o (igual sigue lloviendo...). No ces'o de llover durante nuestros 'ultimas tres jornadas de escapada. Una locura. Una pena. Y un conhazo. Porque lo de la pick-up molaba, motivaba mucho, pero los perreles que nos la alquilaron, nos dieron una capota para la parte de detr'as que no encajaba bien, no era la homologada para ese modelo. Y fue una cagada. Tres d'ias lloviendo a mares sin parar y el agua entrando por todas partes, calando nuestras mochilas. Tuvimos que meterlas dentro, con nosotros, y fue un incordio m'aximo. Y claro, con semejantes trombas de agua era imposible acampar en ning'un sitio, porque adem'as, la tienda de Anita y Javi se convert'ia r'apidamente en piscina de jard'in. Un culo. La lluvia no mola, se pongan como se pongan.

El viernes a'un pudimos acampar, no s'e muy bien d'onde, pero el s'abado y el domingo tuvimos que morir al palo y sobar en un hostal y en una cabanha. Esos tres d'ias hicimos muchos kil'ometros , de norte a sur, de este a oeste, y de nuevo de sur a norte. Buscando el Sol, desesperadamente, como animales hambrientos, como el le'on surca la sabana en busca de su presa. Pero no hubo manera: ca'ian gotas a todas hora y en cualquier lugar.

Lo m'as destacable de esos 'ultimos d'ias, y uno de los objetivos marcados desde el principio, fue llegar hasta unos fiordos que desgraciadamente ahora no recuerdo el nombre. Era impresionante. Despu'es de muchas horas conduciendo por unos caminos de tierra por donde hab'ia que tener mucho ojo porque el coche se sal'ia hacia los lados que daba gusto, con un paisaje a ambos lados muy bonito, lleno de 'arboles y de vegetaci'on, en pleno bosque, llegamos a un punto donde el camino se acababa y ya no pod'iamos seguir. Hab'iamos llegado. El camino mor'ia porque daba paso al mar. S'olo pod'ias darte la vuelta o alquilar un barco, y eso fue lo que hicimos. Era una diminuta bah'ia, y al otro lado, hab'ia cuatro casitas aisladas y nada m'as. Empezamos a gritar como posesos: "fiordos, fiordoooos!!!", sin saber muy bien si est'abamos en el lugar adecuado. Entonces, un ninho nos escuch'o a lo lejos y vino r'apidamente en una barquita. Despu'es de negociar y cerrar el trato, se pir'o a casa y volvi'o con su t'io en un barco m'as grande y con motor. El barco era bastante peculiar, old school, pero es que el notas se lo hab'ia constru'ido el mismo, con sus propias manos, y funcionaba lenta pero perfectamente. Nos dieron una vuelta por el fiordo, nos adentramos en 'el, pasamos cerca de unas espectaculares cascadas y, auqnue llov'ia a saco y hac'ia un fr'io intenso, la experiencia mereci'o mucho la pena porque fue algo 'unico. Estuvo muy bien el fiordo y estuvo muy bien el c'omo sellegaba hasta all'i. Parec'ia el final del mundo. Y me estoy dando cuenta este anho que, muchas veces, lo mejor del viaje no es el destino final que te has marcado, sino el trayecto hasta 'el. El camino andado.

Fue una grand'isima semana, a pesar de los tres 'ultimos d'ias del diluvio universal. Vimos lugares tan bonitos e interesantes que no me puedo explicar c'omo la gente en general no habla m'as de Chile alrededor del mundo. Ignorancia, desconocimiento, eso debe ser. Una pena no haber tenido m'as tiempo, porque se nos quedaron cositas en el tintero. Como Torres del Paine, que est'a todav'ia m'as al sur, en la Patagonia chilena, y que dicen que es impresionante, lo mejor del pa'is. O como la isla de Pascua, que es algo m'itico, pero que el billete hasta all'i cuesta un pastizal. En fin, todo no se puede, eso es as'in.

De todas maneras, los 16 d'ias cundieron y mucho. Estuvo guay. Aunque lo mejor de todo, lo que m'as nos gust'o, ya lo dije en su d'ia, fue estar por esos lares con el Cigala, con Diego. Porque Chile mola, pero mis amigos molan m'as.

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