No estaba en nuestros planes, pero como mucha gente nos hab'ia hablado muy bien de ella, y como nos sobraban d'ias antes del carnaval, nos juntamos con las canadienses y los siete pillamos un bus direcci'on sur, rumbo a la isla de Santa Catalina, a Florian'opolis (Flor para los amigos).
Despu'es de descartar un hostel donde ellas ten'ian hecha un reserva y d'andonos un buen garbeo por media isla buscando algo que nos encajase a todos para instalarnos, al final dimos con lo que quer'iamos: una casita s'olo para nosotros y a buen precio ya que esta vez 'eramos siete y no los cuatro de casi siempre. El sitio estaba genial y el hombre que nos lo alquil'o, un brasuco de all'i llamado Joao, era un tío muy risas.
Antes de seguir deber'ia presentar a nuestras tres nuevas amigas: las hermanas Mourin y Chantal Gougain, nacidas en Bolivia (o Chile?), y Tamara Starcevic, nacida en Serbia. Todas ellas residen en Vancouver desde muy peques, aunque creo que las tres hablan todav'ia en sus casas el idioma de sus respectivos pa'ises de nacimiento, es decir, castellano y serbio. Vamos, que ah'i estuvimos varios d'ias chapurreando de todo un poco y d'andole al spanglish que daba gusto. Ya est'a: presentaciones consumadas.
Flor me gust'o mucho. Quiz'a no tenga la belleza deslumbrante de otras islas de este interminable pa'is, pero sin duda alguna era un bello lugar, y pasamos all'i cinco d'ias muy tranquis y de relax. Es una isla bastante grande, para recorrerla entera necesitas coche o tienes que pillarte buses de varias horas de trayecto si quieres verlo todo y tienes que dormir en el mismo sitio. As'i que todo no lo vimos: es un conhazo estar pillando buses todos los d'ias en una isla cuando lo que quieres es arena, mar y selva.
Lo mejor de Flor, para m'i, adem'as de la nueva, divertida y bella companh'ia que tuvimos esos d'ias, era que pod'ias salir de casa s'olo con el banhata puesto y absolutamente nada m'as. Quiz'as un par de billetes en el bolsillo lateral. Y ni una bolsa, ni camiseta, ni chanclas, nada! Sensacional. La casa estaba justo delante de un canal que llegaba directo desde el mar, desde nuestra bonita y largu'isima playa. Sal'ias de casa, bajando por la escalera de madera, tocabas el césped de la orilla con tus pies por un segundo, y te tirabas al agua! Pod'ias ir nadando hasta la playa, hasta el pueblo o hasta donde tus piernas y brazos dieran de s'i. Qu'e sensaci'on m'as agradable de completa libertad.
Y 'esa es otra parte buena de las playas, de las islas: que puedes disfrutar todo el d'ia de ellas sin gastar ni un reai (real). Porque, amigo, Brasil no es caro, es car'isimo. Ya no es que est'e muy por encima de la media de los precios sudamericanos (aunque Buenos Aires tampoco est'a mal...), es que en muchos aspectos es m'as caro que Espanha, m'as caro que Madrid, concretando un poco m'as. S'i, hemos ido a las grandes ciudades; s'i, hemos ido a los lugares quiz'as m'as tur'isticos; no, no hemos ido a los pueblos del interior donde sabemos que los precios son m'as bajos; pero aun con todo ello, nos hemos quedado boquiabiertos con los alt'isimos precios de este p'ais. El transporte, la cama del hostal en dormitorio compartido sin nada de nada, la comida incluso del supermercado: todo ello, que son los gastos b'asicos y necesarios, est'a subid'isimo a la parra. Con sobar, comer y cenar, y pillar un par de billetes de metro o de bus, ya se te iba todo el presupuesto diario. Ni hablar ya de ir a comer a un restaurante, ir a una discoteca o realizar alguna actividad guapi de pago. Imposible. Y menos mal que hemos ido este anho, porque ahora que van a albergar el Mundial de f'utbol y las pr'oximas Olimpiadas, la inflaci'on va a ser acojonante, y para poder disfrutar de Brasil te vas a tener que dejar todas toditas como en Londres, Par'is o Mosc'u.
Brasil es un pa'is donde pr'acticamente no existe la clase media, donde como casi siempre, unos pocos sinverguenzas se llevan casi todo el pastel. Bueno, aqu'i no es un pastel, aqu'i es un pedazo de tarta de boda de diez pisos. Las diferencias son abismales. Miles de personas viven en las famosas favelas, y millones de ellas, no viven en ellas, pero se encuentran tambi'en en precaria situaci'on. Por otra parte, los cuatro ricos no es que tengan mucha pasta, es que son millonarios, con un nivel de gasto que r'iete t'u de la clase alta de algunos pa'ises europeos. Es un canteo el contemplar una supermegaurbanizaci'on de lujo del copet'in, y junto a ella, separado por una simple carretera, una m'isera favela, con todo lo que ya sabemos que puede conllevar. Brasil tiene tant'isimos recursos que podr'ian vivir perfectamente todos sus millones de habitantes, que son un huevo; pero bueno, qu'e chorradas digo, si es lo de siempre: la Tierra tambi'en tiene todav'ia suficientes recursos para todos los seres humanos y estamos como estamos. En general, casi todos somos unos mierdas.
Me he ido un poco del tema en cuesti'on. Retomo el relato y vuelvo a situarme en Flor, y en c'omo molaba nuestra casita justo al pie del canal. Ten'iamos un kayac en la orilla y el duenho de la casa nos lo dejaba utilizar. Un d'ia, nos fuimos los tres "machos" canal arriba, direcci'on contraria al mar, para ver ad'onde pod'iamos llegar. Llegar no llegamos muy lejos, lo que pasa es que casi no volvemos. Vaya cebatil! Qué matada. No s'e qu'e conho hicimos que no paraba de entrar agua en el kayac, y eso contracorriente no lo meneaba ni el equipo de remo de Oxford. Qu'e risas. Se nos descojon'o medio pueblo. Jajaj! El canal daba para mucho. Otro d'ia estaba yo solo, tumbado en la oriila, y un pato nadaba todo el rato delante de casa. Y cada dos por tes, se sumerg'ia en el agua, buceando durante varios minutos, vete t'u a saber buscando qu'e. Me fui corriendo a por la c'amara porque quer'ia bucear con 'el y sacarle una foto guapa debajo del agua. Bastante. Fue imposible: el jod'io nadaba r'apido como un tibur'on y se me escapaba todo el rato.
Por las noches, los visitantes eran otros. Volaban y volaban delante de nuestra terraza, planeando muy bajito, a ras del canal, con sus largas y anchas alas, majestuosos. Eran unos cacho murci'elagos que alucinas. Batman da menos miedo, te lo digo. Pero era su canal, nosotros sólo estábamos de alquiler. Tambi'en tuvimos la companh'ia de un buho (gran animal). Se pos'o una noche en nuestro tejado mientras est'abamos jugando a un juego que nos ensenhó Tamara. Estuvimos hablando con 'el, pregunt'andole si alguna vez en su vida hab'ia visto la luz del Sol, aunque s'olo fuese en un breve y bonito amanecer... Pero todo el mundo sabe que los buhos son parcos en palabras. Se march'o como hab'ia venido: silencioso como un ninja; sin que nos di'esemos cuenta.
Nuestro canal daba juego, pero la playa tambi'en. Banhos, interminables juegos con el bal'on, largos paseos, caipirinhas y caipiroskas, y tambi'en le dimos un poco al voley-playa con los brasucos locales. Un juego muy diver en el que lo que m'as me gusta es que te puedes tirar a la arena en plancha a lo loco y no te sueles hacer danho. En plan Casillas. Los brasucos nos met'ian pal pelo, claro, pero tambi'en sentimos que si lo practic'asemos durante un tiempo, le podr'iamos meter bien a ese deporte. En la playuqui tambi'en se pod'ia pescar, pues al caer la tarde, al atardecer, el final del canal, justo ya en la playa, se llenaba de gente que iba all'i con su canha, y seguramente la gran mayor'ia se volver'ia con un buen pescadito fresco para cocinar en la parrilla esa misma noche. Estuvimos también en otra playa que fuimos con las chicas, Leo y yo, como a una hora de paseo de nuestro pueblo. Ahí no hac'ia falta ni pescar. Dabas un paseo hasta el extremo izquierdo de la playa, donde hab'ia unas rocas enormes por las que pod'ias trepar, y que eran muy bonitas; sí, lo sé, he dicho que sólo eran unas rocas, pero es que quedaban genial allí, en la arena, y banhadas por la espuma del mar. Ah'i mismo, entre las piedras gigantes, medio escondidos, hab'ia hombres cocinando en pequenhos cazos al fuego algunos de los cientos de mejillones que hab'ian pescado ese mismo d'ia. Unos mejillonacos muy senhoriales. Te los daban a probar sin pedirte nada a cambio (no s'e si es porque iba con las chicas o qu'e, pero muy guay). Estaban brutales. M'as fresco que eso imposible: s'olo te queda com'ertelos vivitos dentro del mar.
Lo pas'e muy bien esos cinco d'ias en Flor. Y las chicas eran encantadoras, y qu'e bien educadas (c'omo es Canad'a! jaja!). Tengo ganas de conocer Vancouver, todo el mundo habla maravillas de esa ciudad, y no son pocos los canadienses que hemos ido conociendo por el camino. Fueron grandes d'ias, una vez m'as, aunque acabaran con un triste final: Javi se piraba a Espanha para unas 3-4 semanas. Qué pena nos dio. Ahora ya es pasado y podemos sonre'ir al recordarlo, porque todo acab'o bien. Pero s'i, Javi se fue, y como siempre he pensado desde el principio de este viaje (y sigo pens'andolo), 'el es el pegamento de este grupo, de este equipo. Él es el SuperGlue que nos mantiene a todos unidos, por mucho que todos nos queramos. As'i que esas semanas en adelante, nos acordamos mucho de ese pequenho cabezudo, y lo echamos mucho de menos. Como tambi'en nos acordamos mucho de su padre. Alberto: te mandamos un abrazo muy fuerte, otro m'as, desde aqu'i, desde el sur de Camboya, desde Sihanoukville.
En cinco horas pillamos un bus de unas doce para llegar a Siem Reap, o lo que es lo mismo: la ciudad que está justo al lado de los templos de Angkor, el orgullo y símbolo del país, y un lugar que esperamos sea tan guapo como Bagan y sus templos, en Myanmar. Pero, me temo, que no va a ser para tanto. Y no lo digo por los templos, lo digo porque Myanmar en general (su gente), fue espectacular e irrepetible. De lo mejor del viaje. Algo diferente. Y sonrío.
Espanha en la final y jugando a medio gas. VAMOSSSSS!!!!
viernes, 29 de junio de 2012
sábado, 16 de junio de 2012
D'ias 125-128: Sao Paulo
Despu'es del tour por Chile, pasamos d'os d'ias m'as en la capital (d'ias 123 y 124 del blog, m'as o menos, porque esto no son matem'aticas, sabes?), y nos despedimos de ella, de Ube, de Dami'an y de Diego como se merece: con otra gran cena y con una fiestaca posterior en toda regla. De esa noche loca s'olo comentar que nos hicimos colegas de Fernanda "La 'Unica", una personaja muy bestia. Mucha tela. Hubo momentos surrealistas e irrepetibles, con documentos gr'aficos que es mejor que nunca salgan a la luz.
Por la manhana, sobando muy poco (o nada), Dami'an y Diego nos llevaron al aeropuerto. Bueno, nos llev'o Dami'an y Diego nos acompanhaba. Nos despedimos con sinceros abrazos y pillamos nuestro vuelo previsto. Cumpl'iamos ya cuatro meses de viaje: c'omo pasa el tiempo. Corre, vuela, a la velocidad de la luz, sobre todo cuando no paras de disfrutar. Lleg'abamos a nuestra 'ultima parada en Sudam'erica: nada m'as y nada menos que Brasil, y m'as concretamente, Sao Paulo.
Lo primero que recuerdo de Brasil, justo al salir del aeropuerto al exterior, es una nube. Eso es. Una nube inmensa, de proporciones gigantescas, pendida, flotando en el cielo. Hay semejantes nubes en Espanha? Creo que no, pero quiz'as es que no me he fijado lo suficiente. El caso es que, como los 'arboles, me gustan mucho las nubes, aunque no me inspiren tanto. No el t'ipico cielo gris encapotado, que me da una bajona tremenda. Me refiero a esas nubes blancas, con mucho volumen, como algodones de az'ucar, que van cruzando lentamente el cielo azul. Bueno, pues esta nube era antológica, cósmica, brutal.
Sao Paulo es enorme. A m'i me gustan las grandes ciudades, y perderte en sus innumerables calles, pasando desapercibido entre miles de diferentes seres humanos. Pero creo que esta magnitud ya es algo demasiado. Diecinueve millones de personas (19!). Una jungla de asfalto llena de edificios, coches, m'as edifcios y muchos m'as coches. Lo tiene todo, c'omo no, con semejante tamanho. Pero la verdad es que aunque de primeras te agobie, te engulla y te pueda sacar de quicio, es una ciudad que tiene sus encantos y un lugar donde se puede vivir bastante bien. Eso s'i: con pasta, con muuucha pasta. Eso que nadie lo dude.
Recordando nuestra llegada hasta el hostal desde el aeropuerto, que fue una jodida odisea, pienso en la locura que es llegar a un sitio nuevo, que no conoces, con las peazo mochilas a cuestas, con las pequenhas bolsas en la mano, meti'endote en un metro o en un bus abarrotado de gente, donde no cabes y donde todos te miran con cara de asesino por molestarles con tu macuto, cansado, perdido, sin duchar, y sin saber muy bien cua'l es tu parada ni qu'e direcci'on tomar: definitivamente, 'esos son unos de los peores momentos del viaje. En ese instante, podr'ia morder la yugular de cualquier desconocido al m'inimo roce, y dejarlo seco en el suelo, desangrado, blanco, con cara de zombie.
No, la llegada a Sao Paulo no fue la m'as agradable de todas. Y menos mal que una chica boliviana, medio sordomuda, y otro chico chileno, nos ayudaron un poco a situarnos, porque los brasucos iban todos a su bola. Parec'ian europeos estresados, carajo. Por no hablar del gremio de conductores de autob'us! Y esto es extendible a todo Brasil: en general, son todos unos cabronazos. As'i, hablando clarinete. Maleducados, groseros, bordes, y nazis; tienen las entranhas podridas y envenenadas, y morira'an lentamente, con un intenso dolor, debido a un est'upido rencor interior que no s'e de d'onde les viene.
Aunque la llegada al pa'is y a la ciudad no fuese lo que se dice id'ilica, guardo un muy buen recuerdo de Sao Paulo. El barrio Liberdade, que es el barrio japon'es, donde hay una fuerte comunidad japo arraigada all'i desde hace d'ecadas, y que al darte un paseo por sus calles, parece que est'es en otra ciudad, en otro continente. La Plaza de la Rep'ublica, en el centro de la ciudad, muy bonita, donde se estaba fresquito incluso a pleno d'ia, rodeado de pequenhos canales con sus diminutos puentes, y donde hab'ia plantados varios 'arboles con anch'isimos troncos. El mercadillo de Vila Madalena, una especie de rastro, much'isimo m'as pequenho, metido en una plaza rodeada de bares, pero que ten'ia cierto glamour, y que lo ten'iamos a cinco minutos de paseo desde nuestro hostal. Ese barrio, nuestro barrio, molaba, mola: tiene un cierto aire bohemio, art'istico, con edificos bajos, y lleno de boutiques de moda (prohibitivas), de tiendas de ropa de segunda mano, y de bares y garitos guapos para salir de fiesta por la noche, o simplemente para estar de canhejas en una terraza.
En ese hostel lo pasamos muy bien. Pronto hicimos grupo, y a nosotros, al ser ya cuatro, se nos iba juntando m'as penha: un espanhol, un brasuco, un mexicano, dos ingleses, otra brasilenha, y tres chicas canadienses. All'i hicimos nuestras primeras caipirinhas caseras: no muy aut'enticas pero pasables. Hasta unas semanas m'as tarde no aprender'ia a preparar una caipirinha como Dios manda. Pas'abamos bastante tiempo en el hostal, porque com'iamos siempre ah'i comida que nosotros cocin'abamos, ya que los precios en este pa'is est'an por las nubes. Exceptuando un pollo hecho a la lenha, en un garito en el mismo barrio, que estaba de muerte. Compet'ia codo a codo con el pollo asado de San Gil en Colombia. Uuummm... Se me hace la boca agua.
Recuerdo pasar alguna manhana metidos en una min'uscula piscina de pl'astico (las peques de jard'in) que hab'ia en el patio. No cabr'ian m'as de seis personas a la vez, pero era una gozadica. Te librabas del intenso calor, pod'ias tomar el Sol o leer un rato, o beberte una cervecita fresca del bar; y adem'as, era un buen sitio para conocer gente del hostal y establecer una conversaci'on. A Pinha y a m'i, despu'es de desayunar, nos costaba mucho salir de esos 9 metros cuadrados de pl'astico azul.
De Sao Paulo tambi'en tengo el recuerdo de patear, patear y patear. Pero es as'i como descubres una ciudad, as'i es como la conoces de verdad, y no movi'endote en buses, metros o taxis. Por el centro, hab'ia grupos callejeros de m'usica y de baile: qu'e ritmazo! J'ovenes, viejunos, nihnos, todos mov'ian el culo sin parar. Y t'u te quedabas ah'i pasmado, mir'andolos durante minutos, sin querer (y sin poder) seguir andando hasta tu destino. Con las chicas, las canadacas, que hicimos muy buenas migas desde el minuto uno, tambi'en visitamos el Mercado Municipal y el parque m'as grande de la ciudad. El mercado estaba muuuy bien, ten'ia mucha clase, pero era muuuy caro. All'i prob'e y durante esos d'ias, gracias a estas chicas, frutas que en la vida hab'ia probado, frutas que ni sab'ia su nombre ni sab'ia ni siquiera de su existencia. La verdad es que mi ignorancia supina en el mundo de la fruta deber'ia hac'ermela mirar. Y como dec'ia, estuvimos un tarde en el parque, que suele ser una de los mejores escapes de cada gran ciudad. Un parque grand'isimo al que nos cost'o llegar como dos horas andando desde Liberdade. All'i nos tumbamos, delante del lago, de relax total. Y al rato, apareci'o un cisne, un cisne negro (por cierto, otra gran pel'icula de un crack de director y con un papel'on de una preciosa actriz), un animal que no todos hab'iamos visto. El ave, muy elegante y parsimonioso, orgulloso y caprichoso, le gustaba que le mirasen, ser el centro de atenci'on; porque ten'ia todo el lago para poder plantarse, sin gente, y decidi'o pavonearse durante un buen rato justo delante de nosotros, esperando nuestros cumplidos y posando para nuestras fotos.
Despu'es de pasar cuatro d'ias y cuatro noches en la capital financiera y cultural del pa'is que es Sao Paulo, nos dispon'iamos a dejar a un lado el ladrillo, el humo, el metro, los sem'aforos, los coches y el estr'es de la gente, y cambiarlo por lo que realmente est'abamos buscando, y por lo que para m'i es verdaderamente este interminable pa'is: sus maravillosas e impresionantes playas y sus cautivadoras y salvajes islas.
Por la manhana, sobando muy poco (o nada), Dami'an y Diego nos llevaron al aeropuerto. Bueno, nos llev'o Dami'an y Diego nos acompanhaba. Nos despedimos con sinceros abrazos y pillamos nuestro vuelo previsto. Cumpl'iamos ya cuatro meses de viaje: c'omo pasa el tiempo. Corre, vuela, a la velocidad de la luz, sobre todo cuando no paras de disfrutar. Lleg'abamos a nuestra 'ultima parada en Sudam'erica: nada m'as y nada menos que Brasil, y m'as concretamente, Sao Paulo.
Lo primero que recuerdo de Brasil, justo al salir del aeropuerto al exterior, es una nube. Eso es. Una nube inmensa, de proporciones gigantescas, pendida, flotando en el cielo. Hay semejantes nubes en Espanha? Creo que no, pero quiz'as es que no me he fijado lo suficiente. El caso es que, como los 'arboles, me gustan mucho las nubes, aunque no me inspiren tanto. No el t'ipico cielo gris encapotado, que me da una bajona tremenda. Me refiero a esas nubes blancas, con mucho volumen, como algodones de az'ucar, que van cruzando lentamente el cielo azul. Bueno, pues esta nube era antológica, cósmica, brutal.
Sao Paulo es enorme. A m'i me gustan las grandes ciudades, y perderte en sus innumerables calles, pasando desapercibido entre miles de diferentes seres humanos. Pero creo que esta magnitud ya es algo demasiado. Diecinueve millones de personas (19!). Una jungla de asfalto llena de edificios, coches, m'as edifcios y muchos m'as coches. Lo tiene todo, c'omo no, con semejante tamanho. Pero la verdad es que aunque de primeras te agobie, te engulla y te pueda sacar de quicio, es una ciudad que tiene sus encantos y un lugar donde se puede vivir bastante bien. Eso s'i: con pasta, con muuucha pasta. Eso que nadie lo dude.
Recordando nuestra llegada hasta el hostal desde el aeropuerto, que fue una jodida odisea, pienso en la locura que es llegar a un sitio nuevo, que no conoces, con las peazo mochilas a cuestas, con las pequenhas bolsas en la mano, meti'endote en un metro o en un bus abarrotado de gente, donde no cabes y donde todos te miran con cara de asesino por molestarles con tu macuto, cansado, perdido, sin duchar, y sin saber muy bien cua'l es tu parada ni qu'e direcci'on tomar: definitivamente, 'esos son unos de los peores momentos del viaje. En ese instante, podr'ia morder la yugular de cualquier desconocido al m'inimo roce, y dejarlo seco en el suelo, desangrado, blanco, con cara de zombie.
No, la llegada a Sao Paulo no fue la m'as agradable de todas. Y menos mal que una chica boliviana, medio sordomuda, y otro chico chileno, nos ayudaron un poco a situarnos, porque los brasucos iban todos a su bola. Parec'ian europeos estresados, carajo. Por no hablar del gremio de conductores de autob'us! Y esto es extendible a todo Brasil: en general, son todos unos cabronazos. As'i, hablando clarinete. Maleducados, groseros, bordes, y nazis; tienen las entranhas podridas y envenenadas, y morira'an lentamente, con un intenso dolor, debido a un est'upido rencor interior que no s'e de d'onde les viene.
Aunque la llegada al pa'is y a la ciudad no fuese lo que se dice id'ilica, guardo un muy buen recuerdo de Sao Paulo. El barrio Liberdade, que es el barrio japon'es, donde hay una fuerte comunidad japo arraigada all'i desde hace d'ecadas, y que al darte un paseo por sus calles, parece que est'es en otra ciudad, en otro continente. La Plaza de la Rep'ublica, en el centro de la ciudad, muy bonita, donde se estaba fresquito incluso a pleno d'ia, rodeado de pequenhos canales con sus diminutos puentes, y donde hab'ia plantados varios 'arboles con anch'isimos troncos. El mercadillo de Vila Madalena, una especie de rastro, much'isimo m'as pequenho, metido en una plaza rodeada de bares, pero que ten'ia cierto glamour, y que lo ten'iamos a cinco minutos de paseo desde nuestro hostal. Ese barrio, nuestro barrio, molaba, mola: tiene un cierto aire bohemio, art'istico, con edificos bajos, y lleno de boutiques de moda (prohibitivas), de tiendas de ropa de segunda mano, y de bares y garitos guapos para salir de fiesta por la noche, o simplemente para estar de canhejas en una terraza.
En ese hostel lo pasamos muy bien. Pronto hicimos grupo, y a nosotros, al ser ya cuatro, se nos iba juntando m'as penha: un espanhol, un brasuco, un mexicano, dos ingleses, otra brasilenha, y tres chicas canadienses. All'i hicimos nuestras primeras caipirinhas caseras: no muy aut'enticas pero pasables. Hasta unas semanas m'as tarde no aprender'ia a preparar una caipirinha como Dios manda. Pas'abamos bastante tiempo en el hostal, porque com'iamos siempre ah'i comida que nosotros cocin'abamos, ya que los precios en este pa'is est'an por las nubes. Exceptuando un pollo hecho a la lenha, en un garito en el mismo barrio, que estaba de muerte. Compet'ia codo a codo con el pollo asado de San Gil en Colombia. Uuummm... Se me hace la boca agua.
Recuerdo pasar alguna manhana metidos en una min'uscula piscina de pl'astico (las peques de jard'in) que hab'ia en el patio. No cabr'ian m'as de seis personas a la vez, pero era una gozadica. Te librabas del intenso calor, pod'ias tomar el Sol o leer un rato, o beberte una cervecita fresca del bar; y adem'as, era un buen sitio para conocer gente del hostal y establecer una conversaci'on. A Pinha y a m'i, despu'es de desayunar, nos costaba mucho salir de esos 9 metros cuadrados de pl'astico azul.
De Sao Paulo tambi'en tengo el recuerdo de patear, patear y patear. Pero es as'i como descubres una ciudad, as'i es como la conoces de verdad, y no movi'endote en buses, metros o taxis. Por el centro, hab'ia grupos callejeros de m'usica y de baile: qu'e ritmazo! J'ovenes, viejunos, nihnos, todos mov'ian el culo sin parar. Y t'u te quedabas ah'i pasmado, mir'andolos durante minutos, sin querer (y sin poder) seguir andando hasta tu destino. Con las chicas, las canadacas, que hicimos muy buenas migas desde el minuto uno, tambi'en visitamos el Mercado Municipal y el parque m'as grande de la ciudad. El mercado estaba muuuy bien, ten'ia mucha clase, pero era muuuy caro. All'i prob'e y durante esos d'ias, gracias a estas chicas, frutas que en la vida hab'ia probado, frutas que ni sab'ia su nombre ni sab'ia ni siquiera de su existencia. La verdad es que mi ignorancia supina en el mundo de la fruta deber'ia hac'ermela mirar. Y como dec'ia, estuvimos un tarde en el parque, que suele ser una de los mejores escapes de cada gran ciudad. Un parque grand'isimo al que nos cost'o llegar como dos horas andando desde Liberdade. All'i nos tumbamos, delante del lago, de relax total. Y al rato, apareci'o un cisne, un cisne negro (por cierto, otra gran pel'icula de un crack de director y con un papel'on de una preciosa actriz), un animal que no todos hab'iamos visto. El ave, muy elegante y parsimonioso, orgulloso y caprichoso, le gustaba que le mirasen, ser el centro de atenci'on; porque ten'ia todo el lago para poder plantarse, sin gente, y decidi'o pavonearse durante un buen rato justo delante de nosotros, esperando nuestros cumplidos y posando para nuestras fotos.
Despu'es de pasar cuatro d'ias y cuatro noches en la capital financiera y cultural del pa'is que es Sao Paulo, nos dispon'iamos a dejar a un lado el ladrillo, el humo, el metro, los sem'aforos, los coches y el estr'es de la gente, y cambiarlo por lo que realmente est'abamos buscando, y por lo que para m'i es verdaderamente este interminable pa'is: sus maravillosas e impresionantes playas y sus cautivadoras y salvajes islas.
martes, 5 de junio de 2012
D'ias 115-122: pase'ico por Chile
Despu'es de ese finde en la playa tan divertido y entranhable, el Equipo y Diego (ahora parte del mismo) nos dispon'iamos a emprender una nueva aventurilla de una semana hacia el sur del pa'is. Los cinco metidos en una pick-up que alquilamos para esos siete d'ias. Cogimos un bus hasta Tomuco, haciendo noche, y all'i pill'abamos el coche y comenz'abamos la ruta: carretera y manta.
Hab'ia un plan muy trazado para aprovechar los siete d'ias (de nuevo gracias a Dami'an), aunque lo que m'as motivaba era que nos 'ibamos a parar donde m'as nos apeteciese y en el momento que fuera: llev'abamos dos tiendas de campanha que nos daban la libertad de plantarnos donde fuera menester. La primera parada fue en el Parque Nacional Conguilio (creo), al menos el lago donde justo acampamos se llama as'i. Un paraje espectacular. A m'i fue lo que m'as me gust'o de toda la semana. La zona de acampada era cojonuda, y teniendo un poco de suerte y ech'andole un poco de morro, dormimos all'i dos noches y no pagamos ni un peso. Fet'en.
Por la noche hac'iamos una hoguera, como de peques en campamentos, y por el d'ia, te despertabas y ten'ias el lago a tan s'olo dos minutos de paseo. El paisaje era de postal: un cielo celeste salpicado de esponjosas nubes blancas, las montanhas cubiertas de verdes 'arboles y coronadas en los picos por la nieve perenne que no desaparec'ia en ninguna de las cuatro estaciones, el suelo volc'anico color ceniza, y por 'ultimo, un precioso lago color turquesa, tremendamente tranquilo y reposado, como si estuvese 'el tambi'en perplejo observando el bonito paisaje.
Me encant'o ese lugar. Su belleza, su silencio, su aire puro, su calma. Mientras Anita, Javi y Leo sub'ian hasta lo alto de la montanha, hasta las nieves eternas, Diego y yo nos quedamos a mitad de camino y decidimos bajar de nuevo hasta el lago porque hac'ia una clada muy seria. All'i estuvimos un par de horas, en la orilla del algo, sentados en ese suelo volc'anico, rodeados de troncos de 'arboles ca'idos y ya muertos, que yac'ian en el suelo como si fuesen grandes esqueletos de unas bestias prehist'oricas. Y el banho posterior fue una gozada ya que el agua era cristalina y pudimos sacar alguna fotuqui bien guapa con la c'amara acu'atica.
Me gustan los 'arboles. No s'e si ya lo he dicho, pero me gustan mucho. Hay 'arboles preciosos, hay otros que desprenden un olor muy rico, hay otros que son muy sabios, y hay otros que guardan grandes secretos. All'i, en ese parque, est'abamos rodeados de unos llamados Araucalias. Muy chulos y novedosos para nosotros, ya que son t'ipicos de es zona. Recordaban a los pinos, pero son bastante m'as grandes, y sus largas ramas son como tent'aculos de un pulpo, o como las patas de una tar'antula gigante. Muy molones.
Por la noche, la hoguerica, y as'i pas'abamos el rato y nos calent'abamos, porque hac'ia una rasca que no sufr'iamos desde el camino Inka. Y nos atrap'abamos con el fuego. Totalmente. Qu'e tiene el fuego que no puedes dejar de mirarlo durante horas, que te hpnotiza, que te deja ah'i clavado delante de 'el sin poder dejar de mirarlo durante ni un segundo?? Igual es porque lo tienes ah'i cerquita pero no puedes tocarlo; o por el agradable calor que desprende; o porque es imposible de copiarlo, de dibijarlo, porque tiene formas mil y no para de cambiar; o porque, simplemente, puedes ver en 'el lo que t'u quieras ver en ese preciso momento.
Antes de dejar de lado este cautivador lugar, me acuerdo de repente, no s'e por qu'e, que all'i pas'e uno de los instantes m'as terriblemente duros, intensos y dolorosos del viaje: la puta ducha infernal de ese camping. Sus muerts! Tocaba ducha, s'i o s'i, era inevitable y necesaria. Y apetec'ia, claro. Apetec'ia hasta que me met'i debajo de ese chorro de agua congelada que ten'ia que provenir directamente de un jodido iceberg. La madre que la pari'o qu'e mal que lo pas'e. Se me agarrotaban los m'usculos de la espalda de la fuerza que yo hac'ia y de los espasmos que me daban. En serio, si alg'un d'ia tengo alg'un archienemigo, alg'un cabronazo al que saldar cuentas pendientes, no le har'e pasar por semejante trago. Ser'e bueno y misericorde y le perdonar'e el pegarse un ducha en el Parque Nacional Conguilio.
Dos noches despu'es, abandonamos ese lugar y pasamos del lago y la montanha al mar y la playa, y en tan s'olo dos horitas conduciendo. Chile es un pa'is muy, muy estrecho, aunque tambi'en es muy, muy largo. Es como si fuese un pasillo de esos antiguos y grandes pisos, o como un angosto y largo callejon en el plano de una ciudad. Llegamos a un pueblo llamado Niebla, al menos eso dice Pinha porque yo no lo tengo nada claro. Despu'es de un ratico dando vueltas buscando un sitio decente para acampar, triunfamos de nuevo. Encontramos un pequenho camping, justo al borde del mar, regentado por el simp'atico senhor Antonio, y por el que (aunque no nos sali'o gratis como el otro) pag'abamos muy poco dinero entre todos. Regalao. Otro gran lugar para acampar, y totalmente diferente.
Habr'ias la tienda y ten'ias el Pac'ifico ah'i delante, a escasos treinta metros. Te sent'ias (y lo 'eramos, y lo somos) un privilegiado. Hay pocas cosas tan agradables como acostarse y despertarse con los susurros del mar, a modo de sonajero y de alarma-despertador. Sleeping with the stars, waking with the sun. Un lujazo.
Nos pegamos todo el d'ia comiendo, privando y riendo. En nuestra parcela ten'iamos nuestra propia barbacoa y eso era un no parar. La cantidad de latas de birra que nos bajamos esos d'ias era diga de la Oktoberfest. Y siempre bien fresquitas, como debe ser. SE deb'ia a que ten'iamos un cooler (una neverica de 'esas de pl'astico), que nos hab'iamos tra'ido desde Santiago. Y chico, qu'e maravilla. Posiblemente uno de los mejores inventos de la historia de la humanidad. C'omo una mierda de cacharro de pl'astico tan simple puede funcionar tan bien y dar tantas satisfacciones? Son esas peqeunhas cosas de la vida que te hacen feliz. Ay, los domingueros y su neverica: joder, son unos sabios de cojones. Pero no s'olo pimpl'abamos, no, no, no. Comimos como curas. Bien de todo! Que no me entero yo que hay un solo cent'imetro sin aprovechar de esa parrilla guena! Nos pusimos hasta el orto de comer, y qu'e rico sal'ia todo. Y es que al fuego todo sabe mejor. Ya lo dec'ia Ner'on.
C'omo comimos esos d'ias, durante las dos semanas de Chile. Much'isimo y muy bien. Yo ten'ia hambre a todas horas, un hambre atroz. Y aunque nos ven'ia de perlas ya que todos estamos perdiendo peso durante este viaje, ni 'estos ni yo seguimos sin saber d'onde lo meto. Misterios del ser humano. Quiz'as tenga dentro de m'i un bichito, un pequenho gusano. S'i, la tenia es mi amiga, mi nueva inquilina.
Otras dos noches despu'es y cost'andonos dejar atras ese apacible lugar, seguimos ruta, continuando hacia el sur. A partir de aqu'i, sin explicaci'on alguna, mi memoria se vuelve algo difusa y me cuesta m'as recordar. Casualidad o no, coincide con el brutal cambio clim'atico que sufrimos. Despu'es de cutro d'ias soleados, el viernes empez'o a llover y ya nunca jam'as par'o (igual sigue lloviendo...). No ces'o de llover durante nuestros 'ultimas tres jornadas de escapada. Una locura. Una pena. Y un conhazo. Porque lo de la pick-up molaba, motivaba mucho, pero los perreles que nos la alquilaron, nos dieron una capota para la parte de detr'as que no encajaba bien, no era la homologada para ese modelo. Y fue una cagada. Tres d'ias lloviendo a mares sin parar y el agua entrando por todas partes, calando nuestras mochilas. Tuvimos que meterlas dentro, con nosotros, y fue un incordio m'aximo. Y claro, con semejantes trombas de agua era imposible acampar en ning'un sitio, porque adem'as, la tienda de Anita y Javi se convert'ia r'apidamente en piscina de jard'in. Un culo. La lluvia no mola, se pongan como se pongan.
El viernes a'un pudimos acampar, no s'e muy bien d'onde, pero el s'abado y el domingo tuvimos que morir al palo y sobar en un hostal y en una cabanha. Esos tres d'ias hicimos muchos kil'ometros , de norte a sur, de este a oeste, y de nuevo de sur a norte. Buscando el Sol, desesperadamente, como animales hambrientos, como el le'on surca la sabana en busca de su presa. Pero no hubo manera: ca'ian gotas a todas hora y en cualquier lugar.
Lo m'as destacable de esos 'ultimos d'ias, y uno de los objetivos marcados desde el principio, fue llegar hasta unos fiordos que desgraciadamente ahora no recuerdo el nombre. Era impresionante. Despu'es de muchas horas conduciendo por unos caminos de tierra por donde hab'ia que tener mucho ojo porque el coche se sal'ia hacia los lados que daba gusto, con un paisaje a ambos lados muy bonito, lleno de 'arboles y de vegetaci'on, en pleno bosque, llegamos a un punto donde el camino se acababa y ya no pod'iamos seguir. Hab'iamos llegado. El camino mor'ia porque daba paso al mar. S'olo pod'ias darte la vuelta o alquilar un barco, y eso fue lo que hicimos. Era una diminuta bah'ia, y al otro lado, hab'ia cuatro casitas aisladas y nada m'as. Empezamos a gritar como posesos: "fiordos, fiordoooos!!!", sin saber muy bien si est'abamos en el lugar adecuado. Entonces, un ninho nos escuch'o a lo lejos y vino r'apidamente en una barquita. Despu'es de negociar y cerrar el trato, se pir'o a casa y volvi'o con su t'io en un barco m'as grande y con motor. El barco era bastante peculiar, old school, pero es que el notas se lo hab'ia constru'ido el mismo, con sus propias manos, y funcionaba lenta pero perfectamente. Nos dieron una vuelta por el fiordo, nos adentramos en 'el, pasamos cerca de unas espectaculares cascadas y, auqnue llov'ia a saco y hac'ia un fr'io intenso, la experiencia mereci'o mucho la pena porque fue algo 'unico. Estuvo muy bien el fiordo y estuvo muy bien el c'omo sellegaba hasta all'i. Parec'ia el final del mundo. Y me estoy dando cuenta este anho que, muchas veces, lo mejor del viaje no es el destino final que te has marcado, sino el trayecto hasta 'el. El camino andado.
Fue una grand'isima semana, a pesar de los tres 'ultimos d'ias del diluvio universal. Vimos lugares tan bonitos e interesantes que no me puedo explicar c'omo la gente en general no habla m'as de Chile alrededor del mundo. Ignorancia, desconocimiento, eso debe ser. Una pena no haber tenido m'as tiempo, porque se nos quedaron cositas en el tintero. Como Torres del Paine, que est'a todav'ia m'as al sur, en la Patagonia chilena, y que dicen que es impresionante, lo mejor del pa'is. O como la isla de Pascua, que es algo m'itico, pero que el billete hasta all'i cuesta un pastizal. En fin, todo no se puede, eso es as'in.
De todas maneras, los 16 d'ias cundieron y mucho. Estuvo guay. Aunque lo mejor de todo, lo que m'as nos gust'o, ya lo dije en su d'ia, fue estar por esos lares con el Cigala, con Diego. Porque Chile mola, pero mis amigos molan m'as.
Hab'ia un plan muy trazado para aprovechar los siete d'ias (de nuevo gracias a Dami'an), aunque lo que m'as motivaba era que nos 'ibamos a parar donde m'as nos apeteciese y en el momento que fuera: llev'abamos dos tiendas de campanha que nos daban la libertad de plantarnos donde fuera menester. La primera parada fue en el Parque Nacional Conguilio (creo), al menos el lago donde justo acampamos se llama as'i. Un paraje espectacular. A m'i fue lo que m'as me gust'o de toda la semana. La zona de acampada era cojonuda, y teniendo un poco de suerte y ech'andole un poco de morro, dormimos all'i dos noches y no pagamos ni un peso. Fet'en.
Por la noche hac'iamos una hoguera, como de peques en campamentos, y por el d'ia, te despertabas y ten'ias el lago a tan s'olo dos minutos de paseo. El paisaje era de postal: un cielo celeste salpicado de esponjosas nubes blancas, las montanhas cubiertas de verdes 'arboles y coronadas en los picos por la nieve perenne que no desaparec'ia en ninguna de las cuatro estaciones, el suelo volc'anico color ceniza, y por 'ultimo, un precioso lago color turquesa, tremendamente tranquilo y reposado, como si estuvese 'el tambi'en perplejo observando el bonito paisaje.
Me encant'o ese lugar. Su belleza, su silencio, su aire puro, su calma. Mientras Anita, Javi y Leo sub'ian hasta lo alto de la montanha, hasta las nieves eternas, Diego y yo nos quedamos a mitad de camino y decidimos bajar de nuevo hasta el lago porque hac'ia una clada muy seria. All'i estuvimos un par de horas, en la orilla del algo, sentados en ese suelo volc'anico, rodeados de troncos de 'arboles ca'idos y ya muertos, que yac'ian en el suelo como si fuesen grandes esqueletos de unas bestias prehist'oricas. Y el banho posterior fue una gozada ya que el agua era cristalina y pudimos sacar alguna fotuqui bien guapa con la c'amara acu'atica.
Me gustan los 'arboles. No s'e si ya lo he dicho, pero me gustan mucho. Hay 'arboles preciosos, hay otros que desprenden un olor muy rico, hay otros que son muy sabios, y hay otros que guardan grandes secretos. All'i, en ese parque, est'abamos rodeados de unos llamados Araucalias. Muy chulos y novedosos para nosotros, ya que son t'ipicos de es zona. Recordaban a los pinos, pero son bastante m'as grandes, y sus largas ramas son como tent'aculos de un pulpo, o como las patas de una tar'antula gigante. Muy molones.
Por la noche, la hoguerica, y as'i pas'abamos el rato y nos calent'abamos, porque hac'ia una rasca que no sufr'iamos desde el camino Inka. Y nos atrap'abamos con el fuego. Totalmente. Qu'e tiene el fuego que no puedes dejar de mirarlo durante horas, que te hpnotiza, que te deja ah'i clavado delante de 'el sin poder dejar de mirarlo durante ni un segundo?? Igual es porque lo tienes ah'i cerquita pero no puedes tocarlo; o por el agradable calor que desprende; o porque es imposible de copiarlo, de dibijarlo, porque tiene formas mil y no para de cambiar; o porque, simplemente, puedes ver en 'el lo que t'u quieras ver en ese preciso momento.
Antes de dejar de lado este cautivador lugar, me acuerdo de repente, no s'e por qu'e, que all'i pas'e uno de los instantes m'as terriblemente duros, intensos y dolorosos del viaje: la puta ducha infernal de ese camping. Sus muerts! Tocaba ducha, s'i o s'i, era inevitable y necesaria. Y apetec'ia, claro. Apetec'ia hasta que me met'i debajo de ese chorro de agua congelada que ten'ia que provenir directamente de un jodido iceberg. La madre que la pari'o qu'e mal que lo pas'e. Se me agarrotaban los m'usculos de la espalda de la fuerza que yo hac'ia y de los espasmos que me daban. En serio, si alg'un d'ia tengo alg'un archienemigo, alg'un cabronazo al que saldar cuentas pendientes, no le har'e pasar por semejante trago. Ser'e bueno y misericorde y le perdonar'e el pegarse un ducha en el Parque Nacional Conguilio.
Dos noches despu'es, abandonamos ese lugar y pasamos del lago y la montanha al mar y la playa, y en tan s'olo dos horitas conduciendo. Chile es un pa'is muy, muy estrecho, aunque tambi'en es muy, muy largo. Es como si fuese un pasillo de esos antiguos y grandes pisos, o como un angosto y largo callejon en el plano de una ciudad. Llegamos a un pueblo llamado Niebla, al menos eso dice Pinha porque yo no lo tengo nada claro. Despu'es de un ratico dando vueltas buscando un sitio decente para acampar, triunfamos de nuevo. Encontramos un pequenho camping, justo al borde del mar, regentado por el simp'atico senhor Antonio, y por el que (aunque no nos sali'o gratis como el otro) pag'abamos muy poco dinero entre todos. Regalao. Otro gran lugar para acampar, y totalmente diferente.
Habr'ias la tienda y ten'ias el Pac'ifico ah'i delante, a escasos treinta metros. Te sent'ias (y lo 'eramos, y lo somos) un privilegiado. Hay pocas cosas tan agradables como acostarse y despertarse con los susurros del mar, a modo de sonajero y de alarma-despertador. Sleeping with the stars, waking with the sun. Un lujazo.
Nos pegamos todo el d'ia comiendo, privando y riendo. En nuestra parcela ten'iamos nuestra propia barbacoa y eso era un no parar. La cantidad de latas de birra que nos bajamos esos d'ias era diga de la Oktoberfest. Y siempre bien fresquitas, como debe ser. SE deb'ia a que ten'iamos un cooler (una neverica de 'esas de pl'astico), que nos hab'iamos tra'ido desde Santiago. Y chico, qu'e maravilla. Posiblemente uno de los mejores inventos de la historia de la humanidad. C'omo una mierda de cacharro de pl'astico tan simple puede funcionar tan bien y dar tantas satisfacciones? Son esas peqeunhas cosas de la vida que te hacen feliz. Ay, los domingueros y su neverica: joder, son unos sabios de cojones. Pero no s'olo pimpl'abamos, no, no, no. Comimos como curas. Bien de todo! Que no me entero yo que hay un solo cent'imetro sin aprovechar de esa parrilla guena! Nos pusimos hasta el orto de comer, y qu'e rico sal'ia todo. Y es que al fuego todo sabe mejor. Ya lo dec'ia Ner'on.
C'omo comimos esos d'ias, durante las dos semanas de Chile. Much'isimo y muy bien. Yo ten'ia hambre a todas horas, un hambre atroz. Y aunque nos ven'ia de perlas ya que todos estamos perdiendo peso durante este viaje, ni 'estos ni yo seguimos sin saber d'onde lo meto. Misterios del ser humano. Quiz'as tenga dentro de m'i un bichito, un pequenho gusano. S'i, la tenia es mi amiga, mi nueva inquilina.
Otras dos noches despu'es y cost'andonos dejar atras ese apacible lugar, seguimos ruta, continuando hacia el sur. A partir de aqu'i, sin explicaci'on alguna, mi memoria se vuelve algo difusa y me cuesta m'as recordar. Casualidad o no, coincide con el brutal cambio clim'atico que sufrimos. Despu'es de cutro d'ias soleados, el viernes empez'o a llover y ya nunca jam'as par'o (igual sigue lloviendo...). No ces'o de llover durante nuestros 'ultimas tres jornadas de escapada. Una locura. Una pena. Y un conhazo. Porque lo de la pick-up molaba, motivaba mucho, pero los perreles que nos la alquilaron, nos dieron una capota para la parte de detr'as que no encajaba bien, no era la homologada para ese modelo. Y fue una cagada. Tres d'ias lloviendo a mares sin parar y el agua entrando por todas partes, calando nuestras mochilas. Tuvimos que meterlas dentro, con nosotros, y fue un incordio m'aximo. Y claro, con semejantes trombas de agua era imposible acampar en ning'un sitio, porque adem'as, la tienda de Anita y Javi se convert'ia r'apidamente en piscina de jard'in. Un culo. La lluvia no mola, se pongan como se pongan.
El viernes a'un pudimos acampar, no s'e muy bien d'onde, pero el s'abado y el domingo tuvimos que morir al palo y sobar en un hostal y en una cabanha. Esos tres d'ias hicimos muchos kil'ometros , de norte a sur, de este a oeste, y de nuevo de sur a norte. Buscando el Sol, desesperadamente, como animales hambrientos, como el le'on surca la sabana en busca de su presa. Pero no hubo manera: ca'ian gotas a todas hora y en cualquier lugar.
Lo m'as destacable de esos 'ultimos d'ias, y uno de los objetivos marcados desde el principio, fue llegar hasta unos fiordos que desgraciadamente ahora no recuerdo el nombre. Era impresionante. Despu'es de muchas horas conduciendo por unos caminos de tierra por donde hab'ia que tener mucho ojo porque el coche se sal'ia hacia los lados que daba gusto, con un paisaje a ambos lados muy bonito, lleno de 'arboles y de vegetaci'on, en pleno bosque, llegamos a un punto donde el camino se acababa y ya no pod'iamos seguir. Hab'iamos llegado. El camino mor'ia porque daba paso al mar. S'olo pod'ias darte la vuelta o alquilar un barco, y eso fue lo que hicimos. Era una diminuta bah'ia, y al otro lado, hab'ia cuatro casitas aisladas y nada m'as. Empezamos a gritar como posesos: "fiordos, fiordoooos!!!", sin saber muy bien si est'abamos en el lugar adecuado. Entonces, un ninho nos escuch'o a lo lejos y vino r'apidamente en una barquita. Despu'es de negociar y cerrar el trato, se pir'o a casa y volvi'o con su t'io en un barco m'as grande y con motor. El barco era bastante peculiar, old school, pero es que el notas se lo hab'ia constru'ido el mismo, con sus propias manos, y funcionaba lenta pero perfectamente. Nos dieron una vuelta por el fiordo, nos adentramos en 'el, pasamos cerca de unas espectaculares cascadas y, auqnue llov'ia a saco y hac'ia un fr'io intenso, la experiencia mereci'o mucho la pena porque fue algo 'unico. Estuvo muy bien el fiordo y estuvo muy bien el c'omo sellegaba hasta all'i. Parec'ia el final del mundo. Y me estoy dando cuenta este anho que, muchas veces, lo mejor del viaje no es el destino final que te has marcado, sino el trayecto hasta 'el. El camino andado.
Fue una grand'isima semana, a pesar de los tres 'ultimos d'ias del diluvio universal. Vimos lugares tan bonitos e interesantes que no me puedo explicar c'omo la gente en general no habla m'as de Chile alrededor del mundo. Ignorancia, desconocimiento, eso debe ser. Una pena no haber tenido m'as tiempo, porque se nos quedaron cositas en el tintero. Como Torres del Paine, que est'a todav'ia m'as al sur, en la Patagonia chilena, y que dicen que es impresionante, lo mejor del pa'is. O como la isla de Pascua, que es algo m'itico, pero que el billete hasta all'i cuesta un pastizal. En fin, todo no se puede, eso es as'in.
De todas maneras, los 16 d'ias cundieron y mucho. Estuvo guay. Aunque lo mejor de todo, lo que m'as nos gust'o, ya lo dije en su d'ia, fue estar por esos lares con el Cigala, con Diego. Porque Chile mola, pero mis amigos molan m'as.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)