tag:blogger.com,1999:blog-75406643995134854022024-03-13T08:30:08.585-07:00Sin calcetinesLa inolvidable experiencia de viajar un año entero por medio mundo. joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.comBlogger77125tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-26533186263162863302014-06-04T11:22:00.000-07:002014-06-04T11:22:53.355-07:00Días 261-282: Camboya (II) Phnom Penh es la capital y la mayor ciudad del país. Digamos que no ofrece nada especial a los turistas, a no ser que sea tu primera visita a Asia y no conozcas la manera de comportarse en una urbe de los asiáticos, su ritmo frenético de vida, su caótico tráfico, y los fuertes olores y estridentes y constantes ruidos en casi la totalidad de sus calles y callejones. Siempre hay algo que llama tu atención, negativa o positivamente, eso ya es algo subjetivo, las cosicas de cada uno.<br />
<br />
A pesar de, quizá, esa magia que no atesora la capital, si estás en Camboya, has de pasar al menos un día o dos por aquí. ¿El motivo? Tener unas horas para intentar entender el denominado genocidio camboyano. Acojonante. Para ello pillamos un bus que nos llevó a uno de los principales campos de exterminio que hay a las afueras de Phnom Penh, y pasamos allí como medio día. Me voy a poner el traje de informante, y no de historiador, sólo por un instante: Camboya, 1975, la Kampuchea Democrática, tras el derrocamiento del general Lon Nol, toma el poder. Bajo la dirección de su líder Pol Pot, los denominados Jemeres Rojos, gobernarán hasta 1979 de una forma totalitaria, consolidando un sistema económico radicalmente agrario, evacuando las ciudades y destruyendo la civilización urbana y su cultura. Querían recuperar la cultura jemer ancestral del Reino de Camboya, y con la excusa de la llamada búsqueda del enemigo interno, aplicaron intensivos métodos de detención, tortura y asesinatos selectivos en masa. Este fanatismo acabó con la vida de unos dos millones de personas en tan solo cuatro años. ¡Una cuarta parte de la población del país murió asesinada en manos de sus propios compatriotas! Una jodida masacre. Ahí estuvimos nosotros, en esos campos donde no paran de seguir sacando huesos enterrados de sus antepasados. Donde había zanjas, fotos, cráneos y datos que te revolvían el estómago. El mayúsculo infierno que ha pasado toda esa gente. Y lo increíble, lo más chocante de la tragedia, es que fue tan sólo hace 35 años. Tres años después nacía yo. Terrible sociedad en la que vivimos. Las historias que contaban, las cosas que leímos... Movidas que creías inverosímiles, por la atrocidad de los detalles, y porque, repito, eso pasó hace sólo 35 putos años. Tremendo. Vergonzoso. Inexplicable. Muy loco... Los camboyanos, obviamente, tienen que seguir tocados, y únicamente los niños y los más jóvenes no han sufrido el horror de cerca, y no tienen su memoria corrompida y envenenada por la inservible venganza.<br />
<br />
En fin, cambiemos de tema. Y aunque no hable de los Osos Amorosos, al menos dejamos de lado los asesinatos en masa. Hablemos de: ¡les putes! Asia es un macroputiferio. Guste más o menos, eso es así. Hay miles y miles de ellas, y abundan más en las grandes ciudades y en los lugares más turísticos. Cuando estábamos de fiesta por ahí, no sabías si las tías locales que se te acercaban eran prostitutas o no. ¡Siempre dudabas! Pero es que muchas de ellas creo que tampoco lo tienen mu claro. No te piden pasta de primeras, pero sí que algunas, pasado un ratico, dejan deslizar por sus bocas la allí tan manida palabra money o dollar. No te lo piden, no te lo exijen, pero si les das algo, lo que sea, 4 ó 40, no te lo van a tirar a la cara... Lo que también se ve mucho, y esos casos no ofrecen duda alguna (asco es lo que dan), es a numerosos viejunos occidentales (la mayoría Bristish) con jovencitas locales cogidas por el brazo. Está claro que esas pobres niñas sí que están ejerciendo, que lo hacen obligadas, amenazadas o porque no tienen remedio alguno, y, probablemente, en muchas ocasiones están contratados sus servicios por el viejo verde desde varios meses antes, gracias a una sucia pero lucrativa agencia en internet. Reservas online de menores camboyanas, desde tu despacho en London, con vistas al Támesis.<br />
<br />
Lo acabo de leer, y joder, vaya post triste y oscuro que está quedando. Acabemos estas líneas con algo más animadete, ¿no? Como los pijamas de los camboyanos y de muchos asiáticos, que son un canteo, y no sé si está de moda o qué, ¡pero es que mucha peña va por la calle en pijama! Sobre todo los nenes, cantidad de ellos iban con sus atuendos para dormir por la calle. Muy risas. Por si algún frikander está interesado, el producto estrella es (o era) los Angry Birds. Ahí lo dejo. Igual de animadas fueron las dos noches que salimos de farra en la capital. ¡Espectacle! En una me tuvieron que llevar a mitad de noche al hostel porque me bajé en marcha de un tuk-tuk cuando iba achispao (ojos) y casi no lo cuento: pérdida de conocimiento, peazo raja en la ceja y un ojo morado como los de antaño. Plas, plas, aplausos. Y la otra, fue incluso mejor: amanecí al lado de un tía, en una especie de cuarto hecho a base de maderos, por no llamarlo choza. Flipando un poquito salí a la calle, y vi que ésta no era una al uso, era la jodida vía del tren, y yo estaba en una especie de barriada construida en paralelo a lo largo de la vía. Caviar de despertar. En dos segundos me di cuenta de que era el único blanco, y que incluso los perros callejeros y las gallinas me miraban raro. Me despedí como un caballero y huí de ahí despavorido, levantando polvo tras cada pisada. Un taxi-moto de un pavo que paré ahí al lado me llevó hasta el hostel. Sano y salvo, one more time!<br />
<br />
¿Verdad? ¿Mentira? ¿Mentira? ¿Verdad? Como dijo alguien: el que busque la verdad tiene el riesgo de encontrarla.<br />
<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-34285199804843887002014-05-08T11:10:00.001-07:002014-05-08T11:18:07.721-07:00Días 261- 282: Camboya (I).<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-size: 13.5pt;">Antes de todo, debo corregir el lapsus del último post: no nos
vamos a Laos, de momento, será el siguiente país a visitar, antes vamos a
disfrutar de la poco reconocida Camboya. Una nación que nos sorprendió de lo
barato que era; más que Myanmar y mucho más que Tailandia. De hecho, cuentan
que Tailandia era así hace 10 años, y que los camboyanos ya van de camino,
occidentalizándose... Es lo que hay. Al final acabaremos siendo todos iguales,
orientales y occidentales, como una fábrica de clones. Vamos, un coñazo.<o:p></o:p></span></div>
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<br /></div>
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<span style="font-size: 13.5pt;">En mi diario de viaje tengo todo tipo de
notas, de frases y de pequeños textos; había semanas muy productivas en las que
anotaba de todo, y había otras en las que casi no escribía nada. Las de Camboya
fueron de las del segundo tipo. Poco material escrito veo. Las primeras
palabras que anoté en Camboya y sobre Camboya fueron a bordo de un barco, iba
yo solo (me refiero a sin nadie del Equipo), y ya llevábamos en el país como 12
días.<o:p></o:p></span></div>
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<br /></div>
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<span style="font-size: 13.5pt;">El barco me llevaba de vuelta al
continente, a Preah Sihanouk o Sihanoukville, como ya la conoce todo quisqui.
Habíamos pasado 3-4 días en la Monkey Island. Una islita minúscula, en el
golfo de Tailandia, con una playa preciosa. Recordaba un poco a Capurganá, en
el Caribe colombiano, por su belleza, su paz y tranquilidad, por su precario
sistema eléctrico, y por su casi total virginidad... Uno de esos lugares con
magia, donde parece que no pasa el tiempo, y la sonrisa se te congela en la
cara. Allí nos pegábamos metidos en el mar como 10 horas al día, buceando o
jugando al fresbee, felices cual delfines. Las otras actividades eran sobar y
comer rico. Probé con Piña el mejor Fish&Chips del mundo mundial,
pescado y cocinado por un British que había escapado de su isla para instalarse
en otra mejor, donde pega el Sol, el mar es transparente y se escuchan las aves
y los monos en lugar de los coches. Otro gozador más listo que la mayoría de
nosotros.<o:p></o:p></span></div>
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<br /></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: 13.5pt;">Como ya he dicho,voy conmigo mismo. Me
apetecen un par de días de ir a mi bola, estar solo, básicamente. Creo que
fueron los únicos tres días en todo el año que estuve sin nadie del Equipo.
Algo que para personas como yo, que necesitamos nuestros momentos de soledad y
que estamos acostumbrados a ellos, es totalmente necesario. Ahora que miro
hacia atrás, me parece alucinante haber pasado tanto tiempo con gente,
constantemente. Pobre Leoncio, mi fiel compañero de alcoba, tuvo que sufrir en
más de una ocasión la rareza de mi persona... Y, además de mi pequeña necesidad
de soledad, también quería ver la semifinal de la Eurocopa contra Portugal, y
en esa isla era imposible. Por no hablar de una germana, Caroline, que no me
hubiera importado volver a ver... <o:p></o:p></span></div>
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<br /></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: 13.5pt;">En Sihaunoukville también pasamos unos 5
días en total. Lugar muchísimo más turístico, lleno de hostales molones y
garitos gestionados por locales pero cuyos dueños eran todos British. Por las
noches, en todas y cada una de ellas, locales y guiris nos íbamos de fiesta:
bares de playeros, buckets, beer pong y mucho baile. La ciudad, que es el
primer puerto del país, cuenta con una interminable playa. Las barbacoas
diarias (3 dollars) al atardecer en la playa, tu peazo de birra fría de barril
(¡cuarto de dollar!), con los pies jugueteando en la fina arena, con el mar a
tan sólo 6 metros, y tumbado en una jodida maravilla tecnológica artesanal de
bambú, que era un híbrido de silla-puff-tumbona que te morías del gozo.<o:p></o:p></span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: 13.5pt;"><br />
Los camboyanos son gente muy abierta, cercanos, simpáticos, cantarines, incluso
payasetes, y son como muy tocones. Algo les pasaba allí conmigo, sobre todo en
Sihaunoukville, porque no paraban de hacerme chorradicas y bromitas cada dos
por tres. Muy majetes, la verdad.<o:p></o:p></span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: 13.5pt;"><br />
Cuando volvía de Monkey Island era el 27 de junio de 2012. Llevábamos justo
nueve meses de viaje. Un parto, una gestación. Ya sólo nos quedan tres meses
más, amigos, un cuarto del camino. Se dice pronto. Salimos de Madrid un 27 de
septiembre de 2011 (lo llevo tatuado), y teníamos claro que queríamos apurar el
billete de avión hasta el final, hasta el último día posible: el 27 de
septiembre del siguiente año. <o:p></o:p></span></div>
<u1:p></u1:p>
<u1:p></u1:p>
<br />
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: 13.5pt;"><br />
Ya sólo nos queda Laos, nos queda Vietnam, y nos queda la India. Pero no tan
deprisa, culebrillas, todavía nos falta la mitad de Camboya... Y os va a
gustar.<o:p></o:p></span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-58099825960086320452014-02-24T10:35:00.001-08:002014-02-24T10:35:42.412-08:00Días 244-260: Myanmar (V): el lago Inle.<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-size: 13.5pt;">El lago Inle es un lugar bonito, rodeado montañas, con bastante actividad de pescadores, pequeños comerciantes y turistas, pero, a la vez, es un lugar tranquilo, para relajarse, donde se respira una cierta calma muy agradable. Nyaung Swe es la localidad donde nos hospedamos, pequeño pueblo y aún así una de las mayores poblaciones de todo el lago. </span><br />
<span style="font-size: 13.5pt;"><br /></span>
<span style="font-size: medium;">Subidos en una lancha como la del día de la llegada, dimos un gran voltio por todo el lago. No era de más de un metro de ancho, e íbamos todos en fila india, sentadicos en silla </span><span style="font-size: medium;">(en este caso llevaba asientos, lo cual fue muy agradecido, vitoreado y hasta aplaudido por nuestro ajetreado culo). E</span><span style="font-size: medium;">l chófer iba en la parte de atrás, controlando el motor y llevando la dirección de la embarcación.</span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: 13.5pt;">Este tour que duró como medio día fue muy
interesante. Vimos cómo fabrican artesanalmente los puritos (colocón) que tanto fumamos
en ese país; cómo fabrican el papel para las sombrillas que todos los turistas acaban comprando; y vimos también tejer, concretamente a tres mujeres padaung, "mujeres de cuello de jirafa" o "mujeres de cuello largo". Allí estaban, tejiendo elaboradas telas, siempre sonrientes, con sus
inacabables cuellos llenos de ajustados collares de metal. Hablo de ese
tipo de mujer de las que ya quedan poquísimas de ellas, que sólo las puedes encontrar en el estado de Shan, aquí en Birmania, y quizás en Tailandia, las que huyeron por el régimen militar birmano y consiguieron no morir de camino a la frontera. Hay muchas historias y teorías a cerca de esta curiosa tradición, seguramente la mayoría son falsas, pero lo que está claro es que estas mujeres todavía existen y que es impactante su visión. A mí me hizo mucha ilusión, porque ya me pude creer de verdad una foto que vi hace tiempo, de pequeño, y que me dejó to loco durante varios años de mi tierna infancia. Eso es, sí, hablo de la mítica portada de National Geographic.<o:p></o:p></span></div>
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<br /></div>
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<span style="font-size: 13.5pt;">El lago está lleno de pescadores.
Fishermen everywhere! Muchos de ellos van en una especie de piraguas, sin motor, y desde
la parte de detrás, la popa (lo he tenido que chequear en Google...), reman de
una manera muy singular: estando de pie, pillan el remo con el brazo derecho y lo sujetan con
la pierna del mismo lado, y haciendo algo parecido a una media luna con la
pierna, van remando poco a poco. Extraño pero efectivo.<o:p></o:p></span></div>
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<br /></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: 13.5pt;">Qué buena gente son, copón. Aunque te
lleven a sus tiendas y talleres, aunque te inviten siempre a un rico té, aunque
se dejen hacer fotos, y aunque te vayas sin comprarles nada (porque es
imposible comprar en todos los sitios), siempre te despiden con una sonrisa
(sincera) y el cortés thank you. Y tú te vas jodido porque les comprarías la
tienda entera.<o:p></o:p></span></div>
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<br /></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: 13.5pt;">Muchas casas bordeaban el lago. Casi todas ellas de madera
y de bambú. Realmente, fuera de las grandes ciudades, muy pocas casas en este país son de
ladrillo y cemento. También había extensos c</span><span style="font-size: 13.5pt;">ultivos de tomates en jardines flotantes
en el lago. ¿Cómo coño lo hacen? Sin el bueno de Robin a tu vera, en ocasiones,
las preguntas no tenían fácil respuesta.</span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: 13.5pt;">El lago Inle está rodeado por todos los lados
por altas montañas que siempre están cubiertas por una finísima capa de niebla.
En estas montañas no entra nadie. Literalmente. Ni los lugareños ni mucho menos
los extranjeros. Por lo visto (por lo que nos contaron, más bien), están abarrotadas de rebeldes armados, de narcotraficantes y
de "lords of war", los llamados señores de la guerra. Si aprecias
mínimamente tu fugaz paso por este planeta, no te adentres ni una miaja. Porque
no volverás nunca.<o:p></o:p></span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: 13.5pt;">Era temporada baja, y por lo que nos
contaban, estábamos pocos turistas. Pero era un lugar de los que cuanta menos
gente hubiese, mucho mejor. Dimos buenos paseos en bicicleta por los
alrededores, aunque tampoco alejándonos del lago, ya que realmente toda la vida
de la zona giraba en torno a él. Recuerdo también dos momentos al día durante
nuestra estancia allí: el desayuno y la cena. Por las mañanas subíamos corriendo hasta la última planta del hostel, el comedor, y nos poníamos morados de jugosas tortitas con sirope de caramelo y rica fruta fresca.
Y por las noches, siempre íbamos al mismo lugar, una pequeña parcela con mesas y sillas de plástico, que tenía unos pescados brutales que
te los hacían a la brasita en el momento y estaban tiraos de precio. Terraza, cerveza fría, barbacoa,
puritos y a jugar a las cartas. Y prontito a mimir. Puro gozo, hermano.<o:p></o:p></span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: 13.5pt;">Después de pasar allí unos 3 días y 3 noches, volvimos en bus hasta Yangon. De allí pillábamos un vuelo que nos sacaría de este mágico, atemporal y tierno país. Nuestros 15 días en
Myanmar llegaban a su fin. Flipas. Tan sólo 15 días. Seguramente hayan sido de
las dos semanas más y mejor aprovechadas de toda mi vida. Infinidad de
instantes para el recuerdo. No sé si volveré, who knows, pero lo veo difícil... Porque hay mucho mundo que quiero conocer, y porque tengo la sensación en mi
interior, de que es imposible mejorar el recuerdo del que todavía no me quiero soltar... </span><br />
<span style="font-size: 13.5pt;"><br /></span>
<span style="font-size: 13.5pt;">Así
que, de momento, nada más. Bueno, ahora, ¡toca Laos! Y ya está, simplemente, millones de gracias, Myanmar.<o:p></o:p></span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-29443411717913494192014-01-23T11:54:00.001-08:002014-01-23T11:54:50.284-08:00Días 244-260: Myanmar (IV): el trekking.Nos despertamos muy pronto, de esas horas del día que están hechas para llegar de fiesta y acabar la jornada, y no precisamente empezarla; desayunamos fuerte en el hostal y pillamos un bus como a las 6 de la mañana, dirección norte. El destino era Kalaw, una pequeña localidad de montaña desde la cual íbamos a emprender un trekking que duraría tres días y dos noches. Unos 52 kilómetros de recorrido, hasta llegar al bonito lago Inle. Sólo puedo decir que, aunque mi papel era el de quejarme bastante sobre el temita "trekking", y lo representé asiduamente durante todo el viaje por medio mundo, estos tres días fueron otra de las marcas indelebles que se grabaron por siempre en nuestra memoria.<br />
<br />
Hicimos noche en Kalaw. Antes nos aprovisionamos de algunos temas que nos faltaban y preparamos unas mochilas sólo para esos tres días, ya que el resto de cosas nos las llevaba al destino la empresa que contratamos para el trekking. Éramos ocho personas: una francesa que venía con nosotros desde Bagan, un inglés, un alemán, un canadaca y el Equipo. Suena a chiste malo, pero no. Y claro, también venía Robin. Robin era un hindú cincuentón, barbudo, agradable, y lo más importante: un guía cojonudo. Porque le gustaba lo que hacía. Disfrutaba. Llevaba años haciendo lo mismo y conocía el terreno como la palma de su mano. Sabía mucho de todo lo que le rodeaba, plantas, animales y personas, nos explicaba de todo y aprendimos mucho de la situación real que vive el país.<br />
<br />
No me apasiona esto de andar y andar, y andar un poco más, por el campo. Me tira más la playa que la montaña. Prefiero trepar a una palmera y tirarme al cristalino mar antes que subir hasta el pico de un monte. Incluso prefiero patear horas por una gran ciudad y que ésta me engulla poco a poco, hasta desaparecer entre la marabunta... Pero como ya he dicho, la experiencia de estos tres días andando por campos, valles y pequeñas colinas, fue algo sensacional. Y no lo fue por contemplar increíbles paisajes naturales, o haber presenciado deslumbrantes amaneceres, no van por ahí los tiros, no. Fue simplemente por sus gentes. De los que ya hemos hablado aquí en algún post anterior, y que me vuelven a poner otra sonrisa en la boca ahora mismo.<br />
<br />
Pasamos y conocimos varias aldeas durante este mini viaje. En una dormimos la primera noche, y en otras nos paramos a comer. Dormíamos en sus casas, comíamos su comida con ellos, intentábamos hablar con ellos gracias a Robin, o simplemente por gestos. Jugábamos con los niños, nos pintaban excelentes retratos con los cuadernos y lápices que les dimos, los más peques flipaban con mis tattoos... Los críos de Myanmar es de lo más bonito de este viaje con diferencia. Sus sonrisas. Su bondad. Anita les llevó cuadernos, bolis, lápices y pinturas de colores, cosas que muy pocas veces, o quizás nunca, habían visto. Un auténtico y valiosísimo tesoro para un crío de esos lares. En ese preciso momento, los críos nos dieron una lección a los mayores. O a los occidentales, mejor dicho. Sin decirles nada, rápidamente, al minuto, se dieron cuenta de que no había de todo para todos. Y sin discutir ni enfadarse, sin peleas, lloros, gritos o envidias, repartieron ellos mismo el incalculable botín entre todos los niños, equitativamente. Estos pequeños salvajes desarrapados tenían más educación y más saber estar que muchos de nosotros. Se nos caía la baba con los nenes. Cuando estabas un rato con ellos, el rapto pasaba a ser una opción nada despreciable. Y es que un país es sus tierras, sus paisajes, lo que la naturaleza te pueda ofrecer; pero un país, sobre todo, creo que es su cultura, sus tradiciones, sus valores, su día a día... Su gente. Yo diría que un país, más que cualquier otra cosa, es la gente que habita en él.<br />
<br />
Anduvimos por paisajes que me recordaban a los campos del norte de España. Aunque aquí predominaban los cultivos de arroz y de cacahuetes. Nos cruzamos con perros, cerdos, vacas, gallinas y búfalos de agua, con esos cuernos de media luna hacia atrás. En una aldea nos topamos con dos personajes peculiares. Uno era Medicine Man. Medicine Man! Era el anciano del lugar, maestro en artes marciales, experto en hierbas y ungüentos medicinales, tatuador (flipas), y no sé cuántas movidas más. El hombre estaba muy cascado, ya mayor y con gripe, y casi no podía ni cantearse. Pero ahí no le tosía nadie. Era el Gran Jefe. El otro tío era un auténtico notas. No paraba de moverse dentro de la casa y hacía cosas raras. Al final me ofrecí (por decir algo) a que me hiciese unos estiramientos, o algo así. Pues bueno, el muy colgao casi me deja ahí tirado. No tenía ni golfa idea de qué me estaba haciendo, y lo que realmente estaba pasando, y nos enteramos un rato después, ¡es que el pavo venía todo ciego de una boda del día anterior! Estaba de empalmada e iba como un atún, mi amigo el quiropráctico.<br />
<br />
Por el camino recuerdo que comimos ciruelas que encontramos. Robin nos habló de muchas plantas, sus usos y utilidades. Pimienta de limón, gengibres varios... Controlaba a saco el colega. Un tío muy sano, además. No como todos los demás... Porque cómo se pone la peñita aquí: ron, whisky, birra, tabaco chungo casero de mascar (¡auténtico veneno del horror!), marihuana, opio... Por eso, quizás, sean tan cantarines: porque van casi todos medio puestos. Están todo el santo día cantando temitas. Les privan los karaokes, y en los viajes de buseto te pueden taladrar horas y horas y horas con su peculiar estilo musical...<br />
<br />
La segunda noche sobamos en un monasterio bastante antiguo y que parecía abandonado, pero seguía operativo y aún viven monjes budistas. Un lugar brutal. Antes vivían 100 monjes, ahora ya tan sólo quedaba un monje viejuno con una brazo inmóvil y seis monjes de entre 10 y 14 años. Cenamos al atardecer, y de música de ambiente sonaban los rezos cantados de los pequeños niños monje. Genial. La paz era absoluta.<br />
<br />
Las duchas en el trekking consistían en tirarse por encima cubos de agua de lluvia almacenada. Frotarse bien todo con jabón, y a funcionar. Esas dos duchas supieron a gloria bendita, sobre todo la segunda en el monasterio. El tema jacuzzi escaseaba, sin embargo, nos daban de comer en abundancia, siempre sobraba algo. Y siempre muy bien, cosas muy sabrosas, como la salsa de tomate casera de la mujer de Robin del primer día... Uuuuummmmm, la madre que la trajo, eso estaba tremendo.<br />
<br />
Tuvimos mucha suerte con la lluvia, porque aunque nos pilló en algún tramo y nos pusimos de barro hasta las rodillas, fue muy light para lo que pudo haber sido. La época del temido y cacareado Monzón tenía su inicio en ese momento, pero como la suerte es nuestra aliada, la cosa no pasó a mayores. El primer día nos libramos de una tormenta que nos pilló ya en la aldea por la noche, y menos mal, porque si nos llega a pillar en la ruta yo creo que ni lo contamos. ¡Qué manera de llover! Qué cebatil. Violencia en estado puro.<br />
<br />
Algunos ya sabéis que me molan los árboles. Unos más que otros, obviamente, pero sí, me gustan en general. Recuerdo grupos de muchos bambúes larguísimos, resistentes y elásticos, como si fuesen de dibus animados. ¿Habéis visto la peli de La casa de las dagas voladoras? Igualito que ese bosque. Pero sobre todo me acuerdo de los gigantescos y preciosos ¿Bavarian?, altos y anchos, enormes árboles, sagrados en ese país, y, por lo tanto, intalables y casi intocables. Pedazo de seres vivos, señoras y señores. Cuenta la historia que algo debió de pasar con Buda y uno de estos bichos y por eso se les considera algo sagrado. Son una pasada. Deberían de plantar más por todo el país, pero no lo hacen porque sus raíces miden decenas de metros e impedirían el cultivo de tierras, y eso es algo que no se pueden permitir.<br />
<br />
El trekking llegó a su fin el tercer día a la hora de comer. Acabamos a las orillas de un río que conectaba con el lago Inle. Recuerdo que nos tenían preparados unos ardientes fideos con no sé qué. Estábamos todos cansedetes y con bastante gazuza. Yo repetí cuenco. Después de la comida quedaba el último paso: llegar al pueblo asentado en las orillas del lago Inle en el cual habían mandado el núcleo duro de nuestro equipaje vía camioneta. Pero ese trayecto ya era en lancha. Algo más de una hora, recorriendo el estrecho río hasta el lago, cruzando éste de punta a punta, hasta alcanzar nuestro destino final: la localidad de Nyaung Swe.<br />
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Gran experiencia. Una más. Hubo muchos momentazos en estos campos birmanos, decenas de anécdotas y pequeñas historias. Recuerdos de los que no te abandonan, como Rexona. Momentos realmente sencillos, preciosos y puros, como las pequeñas gotas de agua transparente de un milenario manantial.<br />
<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-8022280838647215642014-01-13T10:56:00.001-08:002014-01-13T10:56:03.550-08:00Días 244-260: Myanmar (III)Hombres con faldas. El denominado <i>longi </i>birmano. Muy guapos. De todos los colores y estampados. Es un rollo pareo, pero cerrado. Como una falda, de una sola talla, que te ajustas a la cintura y con lo que te sobra de tela te haces un nudo más o menos debajo del ombligo. Mola. Y es cómodo de cojones. Yo hasta me pillé uno en un mercado de Yangon. No podía irme del país sin comprarme uno de esos. Y joder, la verdad es que todavía no me lo he puesto fuera de casa. No tengo huevos de salir a la calle con eso. Qué tontico soy.<br />
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Otro rasgo típico de este país es su versión de la crema solar Nivea de toda la vida. No paras de ver caras y caras, sobre todo de niños y mujeres, pintadas con una especie de crema blanca muy peculiar. Es un ungüento que fabrican ellos mismos, machacando las raíces de una planta. Les protege de la fuerza desmedida del Sol, y a su vez también es utilizado de modo decorativo, en niñas y mujeres, con bonitos trazos sobre la cara. Podríamos decir que también les sirve de maquillaje Loreal, así como de seña de identidad.<br />
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Estuvimos en Bagan, antigua capital durante varios reinados. ¡Cómo no estar! Uno de los lugares más espectaculares de todo el viaje, y seguramente del planeta. Asombroso. Imaginad en vuestra mente una gran llanura, muy árida, una extensión de terreno enorme, interminable, y toda ella salpicada por innumerables templos, pagodas y estupas, por decenas, por cientos, ¡por miles de ellos! Y no exagero ni un ápice. Quedan en pie todavía más de 2000 construcciones.<br />
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Los había de todos los tamaños, unos mejor conservados que otros; algunos de ellos eran impresionantemente enormes y bonitos. Íbamos en bici de un templo a otro, y no había que hacer colas ni movidas de esas, no había personal, no había seguridad, no había nada... Subíamos, bajábamos, saltábamos y trepábamos por los templos, como los monos del Libro de la selva. Salvajes, libres, felices. Y cuando subías bastante a un templo de los de mayor altura, la vista era... Un jodido pasote. Un lugar irreal. Cientos de puntas, de agujas queriendo llegar hasta el cielo; miles de templos se alzaban ante ti, orgullosos, sacando pecho, como diciendo: "Aquí sigo yo, chaval. Y espérate". Recuerdo que sobre algunas de esas milenarias piedras pudimos disfrutar de un amanecer y también de un atardecer. No fueron los únicos del viaje, ni mucho menos. Pero estoy seguro de que en muy pocos lugares de este mundo, el ver la salida y la puesta del Sol puede ser tan diferente y tan especial.<br />
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Los paseítos en bici, a veces en modo carrera, de templo a templo, eran una gozada. El rollico era cómodo y muy molón. Los únicos inconvenientes eran el calorazo y la pedazo de humedad que había en el ambiente. Las sudadas sobre la bicicleta fueron históricas. Sin duda alguna puedo decir que la segunda mayor sudada de mi vida fue en Bagan. Sí, la segunda. Porque la primera fue en este viaje pero todavía no hemos llegado. No me sean impacientes. Todo llega. La calda era tan, tan, tan seria, que un tío que curraba en el hostal y se hizo colegui nuestro, nos llevó una tarde a bañarnos al río. Sí. Río. Sí. Asia. ¿Ya sabéis por donde voy, no? Era un río bastante ancho y caudaloso, y sus aguas eran de color marrón. Muy marrón. Más oscuro de como yo me hago el Nesquick, vaya. Ahí debajo podía estar de vacaciones Nessy, el monstruo del lago Ness, y no se enteraba ni el Putas. Pero qué leches, hacía un calor del horror, a 50 metros había unos críos en pelotas gozándosela en el agua, y quieras que no, cuando llevas 9 meses de viaje por donde habíamos estado, el asco al barro y el miedo a los cientos de reptiles y miles de bichos que estaban pasando por ahí al lado, habían menguado hasta casi desaparecer. Y allí nos bañamos, muy tranquilos y disfrutando, tanto que al final nuestro colega nos tuvo que sacar del río porque empezaba a propagarse la oscuridad.<br />
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Otro de los momentazos de Bagan y de las dos semanas en Myanmar, fue la visita a una pequeña aldea de gente local. Ellos realmente ya estaban muy acostumbrados al turismo, y que la gente se pasee por su diminuta aldea y por su casa no les afectaba lo más mínimo. Todo lo contrario. Nos enseñaron su hogar y cómo vivían y se ganaban la vida. Cómo tejían el algodón, cómo cocinaban y cómo fabricaban el aceite de cacahuete. Convivían allí una o dos familias, y como cuatro generaciones distintas. Estuvimos jugueteando un rato con los niños peques, y luego nos sentamos con la bisabuela. La vieja era una auténtica jefa. Estuvimos bebiendo te y fumando con ella unos purazos que liaban y vendían ellos mismos, y que te ponían la cabeza bien guapa.<br />
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No hablamos con ella. O no sabía inglés o directamente sudaba de hablarlo. Pero su mirada era limpia; y daba más calor que los puros que se liaba. En la vida se me va a olvidar la cara de esa mujer. Una cara llena de arrugas bien marcadas, como esculpidas en piedra con cincel. Una cara que transmitía buen rollo, serenidad, Historia y belleza. Exactamente lo mismo que transmitía el lugar donde llevaban viviendo cientos de años y donde nosotros pasamos tres días de ensueño. Era la cara de Bagan. <br />
<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-70020959140473419452013-09-23T11:11:00.000-07:002013-09-23T11:11:31.766-07:00Días 244 - 260: Myanmar (II)Los birmanos, en general, son gente de campo. Dos tercios de su población se dedican a la agricultura. Hombres, mujeres y niños, sin excepción, se machacan cada día, durante horas y horas, trabajando sus verdes tierras. El arroz como eje de la economía, su sudor como moneda y una sonrisa perenne como bandera.<div>
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Los birmanos te llegan al corazón, y ya nunca se van. Son unos entrañables okupas que van a conseguir siempre perdurar en nuestro recuerdo. ¿Todos? Por supuesto que no. Los que viven en la gran ciudad, Yangón, ya están de vuelta de todo. Si ayudan al turista es para sacarle todos los Kiats (moneda local) que puedan. El dinero, Occidente o su propio Gobierno corrupto los ha envenenado para siempre. Digamos que son ya otros habitantes del mundo más. Como tú, como ella o como yo. Los que de verdad te llegan son los más humildes, los que viven en el campo o la montaña, en sus pequeñas aldeas construidas a mano por ellos mismos. </div>
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Estos campesinos, estas personas, que parece que viven anclados en el tiempo, como si al último siglo se le hubiese olvidado hacer la ronda por aquellos lares, que no saben lo que es un Iphone y que no tienen un espejo para poder mirarse, son los que hacen que el viaje a Myanmar pase de algo bonito e interesante a una experiencia inolvidable. Sólo estuvimos dos semanas allí y mi sensación es de haber pasado más tiempo. No sé muy el porqué. Quizá es que conectamos con ellos.</div>
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Comimos su comida, dormimos en sus casas, paseamos por sus campos, "escuchamos" a los viejos y mayores, bebimos y hablamos de amor con los jóvenes, jugamos y dibujamos con los más peques, y lo que nunca dejábamos de hacer era sonreír. Una sonrisa como medio de comunicación, como señal de eterna gratitud, como mero acto reflejo ante la suya. ¿Cómo una persona que ha sufrido tanto puede sonreír de esa manera? ¿Por qué me tratas tan bien si no me conoces de nada? Preguntas que asaltaban mi mente cada dos por tres.</div>
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Y entonces te das cuenta de lo que te enamora de esta gente, porque buenas personas hemos conocido bastantes a lo largo del viaje, y tratarnos de lujo también. Pero en este país, y en estas personas especialmente, descubrí algo que no tenemos ya los demás. Algo que a mí se me quedó grabado, y que luego cuando lo pensé después me di cuenta de que lo teníamos ahí delante de nosotros desde el primer momento, ese algo que se reflejaba con un intensísimo brillo en sus miradas y en sus sonrisas. Eso que todo el mundo conoce el nombre pero que nadie ha visto. Sí, estoy hablando de la Inocencia, de una inocencia bestialmente pura. </div>
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Viejos, mayores, jóvenes o niños, daba igual que tuvieran setenta o siete años, que tuvieran arrugas en su frente y callos en las manos o que no, esa mirada y esa sonrisa inocente eran común a todos ellos. Y me pareció algo sobrecogedor. Nadie, absolutamente nadie te va a mirar así en nuestro país. Tan sólo algunos críos que todavía casi no saben ni caminar bien solos. Esa inocencia, plenamente pura, sin dobleces, novedosa, ¡real! era como una fortísima dosis triple de pura vida en vena. Te sentías orgulloso por unos días de ser un ser humano. Todavía quedan buenas personas en este planeta, pensabas, buena gente que te lo puede demostrar simplemente mirándote a la cara durante dos segundos. </div>
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Yo estoy muy agradecido de haber podido pasar momentos con esta gente. Eran tan diferentes a nosotros, en el buen sentido, tan buenos, que tú sentías que debías ser mejor persona, al menos esos días. Porque no nos engañemos, nosotros los de Occidente, nunca podremos expresar esa candidez, esa ingenuidad, esa belleza con una mirada. Imposible ya. Nunca pensé que algo así me podría resultar tan bello y tan atractivo. Pero así fue. La arruga es bella, y la inocencia pura, más.</div>
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Y no, no hay que irse hasta el sudeste asiático para encontrar buenas personas. Lo mismo que no hay que ir hasta Rusia para beber vodka. Pero, amigos, sí que hay lugares en este planeta donde la tele, la prensa, internet, la radio o el móvil no han llegado. Donde conservan unos valores ancestrales que les hacen únicos. Y por los cuales merece la pena pasarse unos días, para que te recuerden lo que verdaderamente importa en esta vida, que no es otra cosa que intentar ser feliz siendo buena persona, para contigo mismo y para con los que te rodean. ¿¿Correcto??</div>
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joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-86338246248336825832013-05-28T12:58:00.005-07:002013-05-28T12:58:59.528-07:00Días 244 - 260: Myanmar (I)Llevo varias semanas pensando en escribir un post sobre Myanmar, la Birmania de toda la vida, pero siempre lo iba dejando. Está claro que esto es un blog, y que debería de actualizarlo puntualmente para que la peña a que le gustaba, no dejase de leerlo. Pero yo no le he dado un trato de blog a esta movida. Son mis crónicas personales de un viaje que duró exactamente un año, pero que se perpetuará en nuestras cabezas (y pieles) para el resto de nuestros días. Así que voy a la marchica.<br />
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¿Por qué me ha costado arrancarme con este país? Sencillamente: porque me enamoró. Su gente, no sus tierras. Y por eso les tengo muchísimo respeto. Pero antes de chuparnos las pollas, como diría Tarantino, hablemos de la dramática situación en la que se encuentra esta nación atrapada en el tiempo.<br />
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Es una dictadura. Y no hay mucho más que decir. Robin, un guía que tuvimos en un trekking de 3 días, gran tipo y muy sabio, nos contó detalles de cómo están malviviendo miles de personas actualmente en Myanmar, de cómo es la situación real actual. Mucha gente se muere de hambre en un país donde su maldito Gobierno destina el 60% del presupuesto nacional para el ejército. ¡El 60% para un ejército ya de un millón de soldados! Es una locura, y una triste realidad. El ejército rebelde, que se estima en unos 100.000 hombres, ya tienen incluso sus propias fábricas de AK-47. Aunque parece que no termina de pasar nada, el clima de una posible guerra civil se palpa en los campos y montañas birmanos.<br />
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El 70% de la extensión total de Myanmar es prohibida para los extranjeros. Ninguno puede pasar. Para nosotros, el país es muchísimo más pequeño de lo que se ve en los mapas. Es una pena, pero es lo que hay. Este Gobierno corrupto y corrosivo no puede mostrar al mundo entero todo lo que hace a escondidas. Su tráfico de armas, heroína, opio y vete a saber de qué más, sigue funcionando en las sombras, impune a cualquier organismo internacional que parecen que miran a cualquier otra parte. Un Gobierno que además de para su enorme ejército, invierte todo su capital en la creación de una nueva capital donde quiere instaurarse y no sirve para nada. Todos los recursos van a parar allí.<br />
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En una nación donde hay apagones en todas partes y a todas horas, donde la velocidad de Internet, si es que hay, es propia de cuando vivíamos todavía en cavernas; una nación donde mucha gente se muere de hambre, donde a muchas miles de personas les han expulsado de su casa, de su ciudad, Yangón, para dividirlos, para alejarlos de las universidades, porque los jóvenes con sus estudios y la fuerza de sus manifestaciones podrían convencer al pueblo para reaccionar de alguna manera y eso, claro, no les interesaba. Una nación que hace lo mismo con los monjes y sus monasterios, que no los quieren desperdigados por el país, porque al final, con el contacto con el pueblo, acabarían respetando más a los monjes y no al puto Gobierno de mierda que tienen ahora. Cabrones. <br />
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Una nación que ya no sabe qué hacer porque los que mandan están construyendo esa nueva capital a base de talonario. Una ciudad completamente nueva donde van a vivir los jefes, los altos cargos del ejército y todos aquellos a los que les obliguen residir allí. Una ciudad sin apagones. Una ciudad a la que puedes acceder por carreteras de 8 putos carriles por donde casi no pasa ni un sólo coche. Una ciudad donde están construyendo una réplica exacta de la gran estupa Shwedagon de Yangón, que es simplemente asombrosa. Una ciudad que está a tan sólo 200 kilómetros al norte de la vieja capital Yangón (antes Rangún), y que, al menos, como nos contó el barbudo Robin, les está saliendo por la culata. Porque por lo visto debe de ser un fuerte foco de malaria y dengue, infestado de mosquitos. Ahí se pudra el Gobierno y su ejército millonario.<br />
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Lo triste, y lo sabemos todos, es que al final volverán a perder los que no han hecho nada. Los que llevan generaciones y generaciones currando como bestias en el campo. Los que no utilizan Internet ni lo necesitan. Los que no han visto en su vida una cámara de fotos. Los que realmente merecen ser felices y que les dejen en paz. Los campesinos, el pueblo. Ellos son Myanmar. No la gentuza de la que he estado escribiendo. Ellos son los que nos han enamorado. Los que nos han dado todo y no tienen nada. Y de ellos voy a hablar y no parar, en caluroso homenaje. Porque se merecen tantas y tantas cosas buenas...<br />
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Pero tendrá que ser... Después de la publicidad.<br />
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<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-78471614425687056342013-03-11T14:06:00.001-07:002013-03-11T14:06:46.333-07:00Días 235-243: Koh Phangan y Koh TaoKoh Phangan (o Koh Pha Ngan, lo mismo da) fue la tercera isla tailandesa que visitamos. De mayor tamaño que Phi Phi pero más pequeña que Phucket, este pedazo de tierra rodeado de agua se encuentra al otro lado del país, al sudeste, en el golfo de Tailandia.<br />
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Reclamo para miles de mochileros por la celebración de la internacionalmente famosa Full Moon Party, allí que fuimos para, sí, no lo voy a negar, disfrutar de ese fiestón que se organiza en la playa de Haad Rin cada noche que la Luna nos muestra todo su poderío sin vergüenza ni reparo alguno. Fuimos sólo el Equipo, ya que Johann, Nonó, Pilou y Thierry, nuestros amigos franceses que estaban pasando sus vacaciones en Tailandia con nosotros, ya habían estado en la fiesta dos años antes y preferían no repetir y conocer otro lugar. ¿Qué puedo decir de esta supuestamente increíble, loca y memorable fiesta? Que la moon está a tope, sí; que party sí que hay, también; pero que realmente es un auténtico full. ¡No nos convenció para nada! Como bien nos avisaba Johann, es prácticamente la misma fiesta que te puedes encontrar en cualquier isla tailandesa durante cualquier día de la semana. Quizás había algo más de gente, y está el rollico de tunearse los cuerpos con pintura de colores fluorescentes, a lo Coldplay en su última gira, pero no ofrece nada nuevo que otras playas del país no ofrezcan cada noche. A los guiris se les veía motivados a saco, como siempre; pero es que con los pedacos que se agarran desde la hora del té se lo tienen que pasar diver hasta en el dentista.<br />
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Lo mejor de esos días fueron los paseos en moto por toda la isla. Qué gozadica. Alquilamos dos scooters y nos recorrimos Koh Phangan de arriba abajo. De esta manera nos dimos cuenta de cómo era realmente la isla y lo bonita y verde que era. Te encontrabas con elefantes pastando en el arcén, como si fueran ovejas en España. Enormes bicharracos que, a pesar de su cara de facciones bondadosas y del ritmo relaxado de sus movimientos, imponen muchísimo respeto y no hay huevos a acercarse a ellos a menos de cinco metros (quince más bien). En Laos sí que nos acercamos a ellos mucho más, de hecho tuvimos contacto total con ellos, pero ésa es otra historia. Y de las buenas...<br />
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Por último y para acabar con nuestras andanzas por Tailandia, estuvimos en la pequeña isla de Koh Tao. Situada en el mismo golfo de Tailandia, al norte de Phangan, esta diminuta extensión de tierra tenía tanto encanto como Phi Phi y algo más de tranquilidad. Tao significa tortuga, y por lo visto, hace años debía de estar plagada de estos tranquilos animales, surcando sus mares con esa elegante parsimonia que les caracteriza. Actualmente es más complicado toparte con alguna, pero si practicas el submarinismo y tienes suerte, puedes encontrarte con ellas; así como con algún tiburón ballena, ese escualo que es prácticamente herbívoro e inofensivo pero que con sus 10 metros de longitud tiene que dar más miedo que Freddy Krueger en un lunes chungo.<br />
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Toda esta gente bajó un día a hacer submarinismo, yo me rajé porque el monitor no terminaba de asegurarnos que la visibilidad iba a ser la correcta y sobre todo porque quería invertir esa pasta en algo que llevaba tiempo metido en mi peluda cabeza: hacerme un tattoo al estilo tradicional del país. Para los que les interese el tema, hay que decir que se hace con tinta aplicada a una especie de punzón de bambú, y que absolutamente todo es a manubrio, aquí no hay nada eléctrico que valga, a base de pequeños, rápidos y precisos golpecitos. Acabé muy contento con el resultado, y aunque el estilo sí fue tradicional, el diseño del tatuaje no lo fue, no fue nada budista. Pero sí que le hice un pequeño homenaje a mi sista Inés, que se lo debía... Mis dos hermanicas ya están marcadas en mi cuerpo serrano. Por último, me comentan por el pinganillo: ¿dolor? ¿ Si duele? A saco. Mogollón. No sé si era por el bambú o por la zona del cuerpo elegida, o por ambos, pero estuve más de una hora agarrado a la camilla de cuero negro como si fuese el último ser humano en la Tierra, y reprimiéndome con todas las fuerzas del mundo para, primero, no llorar a lo Anne Hathaway (odio a esa pava), y segundo, para no meterle un viaje al artista que estaba hurgando con un palito en mi suave abdomen. Pero como dicen los clásicos: sarna con gusto no pica.<br />
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Hubo dos momentazos más a reseñar en esta isla tan peque pero tan molona, y los dos pasaron dentro del mar. El mar, como la mujer: ese gran desconocido. Contratamos para todos una vueltilla en barco para que nos llevase a una zona donde hacías snorkel con tiburones. Thierry ya lo había hecho en otra ocasión y nos contaba que se nadaba sobre los bichos; tú te mantenías pegado a la superficie, con tus gafas y tubo, y ellos nadaban cerca del fondo, a unos siete metros de ti. Pequeños tiburones, de un metro de longitud, aparentemente inofensivos, pero repito: TI-BU-RO-NES. Pues ahí estuvimos, 45 minutos nadando de un lado para otro, haciendo caso a las indicaciones del cachondo que llevaba el barco, y ahí no apareció ni Flipper. Ni uno. De hecho ahí casi no había ni peces. Excepto... Puede haber una posibilidad: ¡el señor Piña nos dijo que vio uno! Tuvo un cara a cara (eso lo dice él) con uno de ellos; desde muy lejos (eso lo digo yo). El caso es que Javi dice que le miró al gepeto, hizo el Moonwalker en el agua, media vuelta y pa casica. Y aunque los demás no vimos ni uno, tan solo nadar en mar abierto y pensar que lo puedes estar haciendo junto a unos pequeños cabroncetes como pueden llegar a ser los tiburones, ya la cosa tenía su miga. Era una sensación extraña, contradictoria, algo masoquista: te morías de ganas de verlos nadar debajo de ti, libres, y tan de cerca, pero por otra parte no podías reprimir ese miedo a que apareciesen realmente y a que alguno de ellos no le hiciera especial gracia compartir esas cálidas aguas contigo.<br />
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El otro rato brutal que no se me va a olvidar nunca fue cuando contratamos otra barca y nos llevaron a una zona especial para hacer snorkel. Acojonante. Yo me pegué una hora flipando en el agua. Un agua transparente, yo creo que la más clara que he visto nunca. Y un agua llenísima de vida por cada centímetro. Estaba repleto de peces de cientos de formas, colores y tamaños diferentes, y había unos corales gigantescos que se te iba la olla. Era de película, de reportaje o de ciencia ficción, al menos para mí que no soy un entendido de esto. Pero sí que a lo tonto he estado en muchas playas de bastantes países, y no había visto un lugar como éste para ponerte unas gafas y unas aletas y alucinar tanto. Era el sitio que habías visto en la tele desde el sofá de tu casa, o en las fotos de esa revista, tantas veces. Y pensabas que no existía, que ese color del mar era falso, que de eso no hay, que ahora lo trucan todo, que es Photoshop. Ay, almas de cántaro, incrédulos todos. Ahí estuvimos, en ese sitio, justo en donde estás pensando ahora mismito.<br />
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<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-10290090570436322152013-02-28T12:54:00.001-08:002013-02-28T12:54:19.450-08:00Días 228-234: Koh Phuket y Koh Phi PhiEn Tailandia, además de en su capital, estuvimos en cuatro de sus múltiples y encantadoras islas. El centro y norte del país finalmente no lo visitamos; el tiempo no sobraba y Bangkok, como ya he contado, atrapa.<br />
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La primera de ellas y la que menos me gustó fue Koh Phuket (para los menos vivos: sí, Koh significa isla en tailandés). Una pedazo de isla bañada por el mar de Andamán, que éste a su vez linda con el océano Índico. Creo recordar que sólo pasamos allí dos noches y dos días. Suficiente. La isla al ser tan grande, tiene numerosas playas y pueblecitos costeros repartidos por toda su extensión, pero a la playa que fuimos a parar nosotros, no era la más bonita ni de lejos. Bang Tao Beach creo que es donde nos alojamos, con una playa larga pero no muy atractiva, con un mar no tan limpio y claro como te esperabas y con (ya) un par de edificios altos rollo Benidorm que más que subirte el ánimo lo que te daban era bajona levantina.<br />
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Eso sí, nuestro pueblo era el santo y seña de la fiesta en la isla. Pero qué fiesta... Hasta que no llegamos a Phuket no había presenciado en persona lo que podemos denominar como sordidez máxima. Una calle solamente llena de garitos y discotecas a los dos lados, y entrando y saliendo de ellos, decenas, cientos de mujeres, chicas, niñas, el noventa por ciento prostitutas y bastantes de ellas travestidas. Una calle que al pisarla por primera vez da casi hasta miedo... Con incontables extranjeros de pelo rubio, tez pálida y llamativas pieles abrasadas por el Sol, borrachos y drogados, agarrando por el culo a las diminutas niñas locales con su mano de ventosa y sus más de 190 centímetros de altura. Fue algo chocante. Grotesco. Difícil de asumir de primeras. Y no soy un moñas, la verdad, ni el mayor de los románticos, es cierto, pero ese ambiente tan perverso, tan sucio y vicioso, a mí, sinceramente, no es lo que más me llama. Ni mucho menos.<br />
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La segunda isla, y ésta sí que molaba, fue Koh Phi Phi. Está al lado de Phuket, en el mismo mar, a unos 50 kilómetros. Mucho más pequeña y mucho más bonita. Considerada una de las mejores islas del planeta, Phi Phi sufrió como ninguna otra el fatídico tsunami del 2004, y la gran mayoría de viviendas y locales fueron literalmente arrasados por la fuerza del mar. Ocho años después no queda rastro del horror, la isla sigue creciendo y las construcciones, pequeñas y grandes, no paran. La bienvenida fue de aúpa, no queríamos salir del barco: cielo negro y tenebroso, rayos y relámpagos retorciéndose por el aire y una tromba de agua cayéndonos sobre nuestras perplejas cabezas y nuestras pesadas mochilas. No pintaba bien la cosa, no. "Bienvenidos a Koh Phi Phi. Felices vacaciones. Sois unos jamadores". Pero la lluvia a las horas cedió, y el Sol surgió en el cielo como el ave Fénix. Y brilló. Vaya si brilló.<br />
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La peña viene aquí (allí) a hacer submarinismo, a relajarse en sus bonitas playas y a salir de fiesta por las noches en los garitazos que tienen montados a pie de playa. Aquí en Tailandia ya no tienen nada que envidiar a Ibiza. Llevan muchos años recibiendo a millones de turistas en sus islas y saben muy bien lo que se hacen. Un placer para los cinco sentidos: mientras estás saboreando el último cocktail de moda en Manhattan, o estás ingiriendo un auténtico bucket lleno de hielos, pajitas y el peor y más agresivo whiskey del planeta, tus pies descalzos están jugando con la fina arena, ya que tu mesa está en plena playa, con el aroma del mar a tu lado, si eres capaz de concentrarte en ello ya que la música atronadora con el hit veraniego del momento no para ni un segundo, y, además, tus ojos no pueden dejar de mirar el llamativo espectáculo de fuego que están montando al lado tuyo, justo ahí, entre las mesas atestadas de guiris con una sonrisa perenne y ese oscuro y somnoliento mar, que parece que es el único que descansa cuando cae la noche en este país.<br />
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Para acabar con Koh Phi Phi, un gran lugar donde te puedes pegar 6 meses tranquilamente sin ni siquiera enterarte, tengo que hablar de la Monkey Beach. Después de media hora en kayak con el Piña (y paliza que nos metieron Anita y Leo que no es momento de analizar), llegamos a esta playa apartada y muy poco frecuentada por lo complicado de su acceso. Nos habían prometido monos y ahí no había ni un jodido simio. Llevaba 7 meses de viaje por toda Sudamérica, haciendo trekkings, por selvas y bosques, y no había visto ni un maldito antepasado nuestro. Y me molestaba mucho, la verdad. No molaba. Hasta que de repente, bajó uno de la selva hasta la playa. De lejos. Y luego otro. Y luego... ¡Oh, sí, oh, sí, los monetes están aquí! En pocos minutos había decenas de monos. ¡Una locura! A mí me hizo una ilusión tremenda, ya ves tú, y me pegué todo el rato que estuvimos en la Monkey Beach con ellos. Flipándola. Dándoles de comer, de mano a mano, y sacando más fotos que en Tokio, que ya es decir. Me senté a dos metros de ellos, en frente de una gran roca plana a la sombra donde estaban 10 ó 12 criaturas. Son muy guay. Era mucho mejor que ver cualquier documental que me he podido tragar cien millones de veces. Ahí estaban, comiendo, desparasitándose, dándose mimos, charlando, y jugando. Los peques no paraban de liarla, y había un enano muy cabroncete que no paraba de morderle los huevos a su colega. Literalmente. A ése me lo hubiera llevado a casa encantado... Ay, los monetes. Qué majetes. Y con los años, en lo que se han convertido...<br />
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Nos quedan dos islas más aquí en Tailandia. Y tengo que hablar de los franceses que compartieron estos relajados y divertidos días con nosotros, que no me olvido de ellos. Pero ahora no. Ahora me voy a cenar. Y eso que no tengo hambre. Y es que siempre que me pongo a escribir sobre el viaje (a recordarlo), me quedo un rato en un estado un poco catatónico. Sin poder hacer prácticamente nada. No sé muy bien el porqué. Pero sé que es bueno.<br />
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<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-52000628147057158712013-02-13T06:55:00.001-08:002013-02-13T06:55:37.768-08:00Días 210-227: Bangkok II<br />
Los tailandeses (generalizando de nuevo) son gente muy abierta, divertida, charlatana y bastante cachonda, pero también es cierto que hay que tener ojo y no fiarte de todo el mundo que parece majo, porque hay mucho timador que va de tu nuevo amigo en la ciudad y lo único que intenta es clavártela por ser extranjero. Y ésa es la parte negativa: mucha gente en este país vive desde hace mucho tiempo del turismo y hay gran parte de la población que sólo te ve como un billete de Dollar andante. Supongo que es normal, y hasta cierto punto inevitable, nosotros, los occidentales, les hemos convertido en lo que son ahora. Porque no nos engañemos: Tailandia (y mucho menos Bangkok) no es tercer mundo; ni de coña.<br />
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Aquí te lo puedes pasar pipa, salir de fiesta todos los días de la semana al reventón (por ejemplo, en la mítica Khao San Road) , comprar de todo y para todos, probar comidas típicas de todo el planeta, perderte horas y horas en una locura de barrio como es Chinatown, dar un paseo en barco por el río al atardecer, asistir a un conciertazo de una estrella mundial del Pop, disfrutar de un salvaje combate de Muay Thai en directo o saciar todos tus oscuros e incontables deseos sexuales en cualquier antro de los muchos que hay... Hay cientos de cosas que puedes hacer en Bangkok, pero como todo en esta vida, en muchas ocasiones lo mejor es lo más simple. Y sentarte en el suelo, con una lata de cerveza fresquita, rodeado de gente a la que quieres, simplemente mirando cómo unos chavales locales le están pegando (magistral y espectacularmente) al futboley, es un planazo se mire por donde se mire.<br />
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A los tailandeses les gusta comer y comen mucho. A diferencia de Japón, aquí además de palillos te suelen dar tenedor y cuchara. Con el tenedor cortas y con la cuchara te metes el sustento en el gaznate. Presumen de cocina buena y variada, pero eso, una vez más, para un español, suena a un poco a coña. Se come bien, sí, y puede que no frecuentásemos los garitos de mayor nivel, eso está claro, pero es que al cabo de un tiempo todo parece lo mismo... En Asia, el pollo y el arroz me salían por los ojos.<br />
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Algo que nunca olvidaré de esta ciudad es que cumplí en ella mi trigésimo aniversario como ser humano. Vamos, ¡que me caían 30 palos! Ese momento cruel, doloroso y jodido de la vida en el que dejas de ser un veinteañero. ¡Y fue un día y una noche imposibles de olvidar porque me pasó de todo! Por la tarde lo empecé a celebrar con Piña. Nos emborrachamos a base de White Russians caseros, en la habita del hostal, con Anita de testigo. El Gran Lebowsky estaría orgulloso, y un tío como él hubiera sido muy bienvenido, por otra parte. Luego ya nos juntamos los cuatro a celebrar el cumple en la viciosa, divertida, animadísima y sonámbula calle de Khao San. Y fue un locura muy entretenida. Resumiendo un poco, yo esa noche la acabé con dos tattoos más en mi cuerpo, con varios insectos fritos en mi estómago, con una herida en mi frente por el ataque del hijo de perra del chucho del tatuador, y con una sonrisa en la boca al acostarme con la sensación de haber pasado un treinta cumpleaños como se debe.<br />
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Bangkok, una ciudad donde a lo tonto, pasamos bastantes días. Una ciudad a la que cuesta pillarle el punto. Una ciudad que puede parecer muy estresante, agobiante y hasta agresiva de primeras. Pero es un lugar que cuando estás un tiempo te va gustando más y más, y al final, cuando te tienes que ir, sin darte cuenta, ya le has cogido cariño. Y piensas en cuándo volverás. Porque volverás.<br />
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Dicho esto, aún así, no tiene la magia de otras partes de Asia.... Y es que nadie ni nada es perfecto. Nadie ni nada lo tiene todo. La manta no es kilométrica, no puede llegar a taparte entero. Cabeza o pies, tú eliges. Locura, diversión y fiesta salvaje... O paz, encanto y espiritualidad. Nosotros, intrépidos afortunados, lo tuvimos todo.<br />
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<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-89105714700176419732012-11-27T09:52:00.003-08:002012-11-27T09:52:59.936-08:00Días 210-227: Bangkok ILo primero que piensas al aterrizar es que no te encuentras en el sudeste asiático, en un lugar del llamado tercer mundo: el aeropuerto está realmente bien y sorprenden sus modernas prestaciones. Lo segundo que pasa por tu mente, acto seguido de salir del mismo, es: "Este lugar no es para mí". ¿Por qué? Porque la humedad es asfixiante, indescriptible, casi insoportable. La bofetada caliente y húmeda que recibe todo tu cuerpo es muy, muy intensa. Al principio no te lo crees. Piensas que estás debajo de alguna salida de aire caliente del aeropuerto (y de hecho miras arriba y hacia todos los lados buscando ese extractor gigante del infierno), pero no, no encuentras nada. Es de noche y hace una calda de cojones. Estamos en Bangkok y es mayo. Y punto. Toca sudar.<br />
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La capital de Tailandia (y centro neurálgico de todo el sudeste de Asia), a su manera, también tiene la capacidad de combinar pasado y futuro, como hace Tokio. Hay zonas de la ciudad con construcciones viejas, de viviendas de pequeña altura y callejones de otra época, pero hay otros barrios donde abundan los altos y modernos edificios, los gigantescos centros comerciales, las boutiques de moda de primeras marcas y los hotelacos de lujo para gente bien. Sí, de nuevo es una gran ciudad llena de contrastes, y siguiendo con la comparación de Tokio, todas las calles en general están muchísimo más sucias, y, por qué no decirlo, casi todo, generalizando también, es bastante más turbio.<br />
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Aquí en Tailandia las ciudades y pueblos se dividen en calles y callejones. Las calles pueden ser grandes o pequeñas, o incluso pedazo de avenidas. Pero los callejones son exactamente como te los has imaginado, como los que salen en las películas ambientadas en países asiáticos: muy estrechos (pueden tener un metro de ancho), oscuros, sórdidos, con puestos callejeros que te venden de todo, generalmente comida (a veces inclasificable), y vapores que surgen del alcantarillado y olores que te dejan noqueado... Todo lo contrario es meterse en sus amados centros comerciales (¡tienen muchos!). Estos inmensos e impersonales lugares están atestados de extranjeros, todos paseando con bolsas de compras en las dos manos y con las mismas camisetas de tirantes, las mismas gorras y las mismas gafas de sol. La verdad es que se encuentran gangas, hay de todo en materia de ropa y de papeo, y sobre todo, se está fresquito, y por unas horas te refugias de la tremenda y pegajosa humedad del exterior.<br />
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Uno de los rasgos más significativos de Bangkok y que llama mucho la atención del occidental de turno es el tráfico. ¡La locura de tráfico! Hay momentos que la ciudad se colapsa, y entonces se forman unos atascazos que los de Madrid parecen de Micro Machines. Coches, motos y tuk-tuks surgen de la nada, de cualquier esquina y ángulo muerto, y pululan hacia cualquier dirección imaginable. ¡Es divertidísimo! Y la experiencia de que te lleven en un tuk-tuk (vehículo típico de Asia que consiste en una moto con un remolque incorporado, básicamente) es imperdonable perdérsela. Incluso por los callejones y callejuelas más estrechas, donde no cabe ni un alma del tráfico de gente, animales y cosas que hay, tienes que dejar paso a una moto que avanza (inexplicablemente) entre la multitud de incansables comerciantes y turistas flipados. Conducen como locos, llevan en sus motos hasta neveras (really!), ves familias enteras de cinco miembros subidos en una misma moto (y sin un solo casco puesto), se meten unas cruzadas impensables cada dos por tres, pero, a la vez, te da la impresión de que todo lo tienen bajo control. Es su día a día, y no se les ve estresados ni sorprendidos por las suicidas maniobras del colgao de al lado. Es el caos ordenado.<br />
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Otro detalle que nunca se me olvidará de esta enorme ciudad (y de Asia en general) será el olor de algunas calles. Mi sentido olfativo se ve que no estaba preparado para cierto nivel de olisma asiática. Junto con el calorazo, se añaden determinados tufillos de alcantarillado y de los puestos callejeros de comida que convierten algunos tramos en momentos jodidos y, personalmente, el hedor puede llegar a ser nauseabundo. Si acabas de comer y vas con la tripa llena puede llegar a ser bastante desagradable. Eso no quita para renunciar a ello siempre y renegar de por vida, porque a la comida callejera le pegamos sin problemas, y es aquí, en Bangkok, donde alguno de nosotros se lanzó a probar delicias callejeras como grillos fritos, escarabajos y algún que otro insecto que murió incinerado en la hoguera; por hereje. ¡Y es que hay que probar de todo! Y como dice el Rey: a la parrilla, todo sabe mejor.<br />
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Los templos y los monjes budistas son otra característica de esta ciudad y de este país. Hay muchos templos en Bangkok, no sabría decir cuántos. Visitamos varios, como el del Black Buda o el del Lucky Buda, y algún otro más que no me quedé con el nombre. Se parecen todos bastante, variando un poco en tamaño y en años que lleva levantado. En todos ellos debes descalzarte y no hacer prácticamente ruido, hablando entre susurros con el Equipo y comunicándote con miradas, sonrisas y gestos con la gente que mantiene el edificio. Aunque a decir verdad, casi todo el mundo habla inglés, mejor o peor, pero se defienden. Y es que llevan ya muchos años recibiendo a turistas extranjeros de todas las partes del mundo. A los monjes se les trata con el mayor de los respetos. Aunque ellos viven con mucha austeridad y comen de las limosnas que van recolectando cada mañana. Es un espectáculo ver a primera hora de la mañana, cuando sale el Sol, a filas indias de monjes descalzos, con sus túnicas naranjas y los cuencos en la mano para pedir dinero. A ellos, la mayoría de la población, les tratan como si fueran la clase más alta de la sociedad, y si en su familia, alguien se hace monje, es un gran honor para todos.<br />
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Hay más que hablar sobre nuestra estancia en esta ciudad, pero no quiero que se haga largo. Así que lo dejamos por el momento. Además, estoy descalzo, como los monjes. Pero no estoy en Bangkok. Estoy en Zaragoza, en la gran MañoLand, y aquí sí que hace fresqui en noviembre. Así que me voy a por los calcetines. Los malditos calcetines...<br />
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<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-13735478135579767292012-10-19T07:03:00.000-07:002012-10-19T07:03:03.894-07:00Días 206-209: TokioDamas y caballeros, señoritas y chavalicos (tú, niña, atiende), bienvenidos a la ciudad del futuro, a la ciudad del pasado, a la ciudad del manga y de los videojuegos, a la ciudad del sushi y el neón, al lugar que siempre soñé conocer y al que muero de ganas por volver. Bienvenidos a Tokio, una metrópolis donde conviven 36 millones de seres humanos, haciendo de ella la mayor aglomeración de personas de todo el planeta.<br />
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Lo primero que recuerdo de Japón es el baño del aeropuerto: ¡vaya tela! Tenía más botones e instrucciones que el propio avión. Al principio flipas con la movida, pero los tíos se lo curran y te ponen las explicaciones también en inglés. Cuando le pillas el truco al asunto, las sesiones en el lavabo son una auténtica gozada. ¡Qué listos son los japos! Mientras cagas puedes escucharte a los Beatles tranquilamente, y no preocuparte por si el de al lado va a escuchar tu propia banda sonora intestinal. Y, como colofón, después tienes una serie de chorros de agua perfectamente orientados para que tu ojete acabe aseado, agradecido y contento. Sin duda alguna, una experiencia muy recomendable.<br />
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Tokio es caro, ya lo sabíamos, y es una realidad. Te das cuenta nada más llegar: tienes que soltar 40 eurazos para pagar un tren que tarda 40 minutos en llegar a la ciudad desde el aeropuerto. El rollico va a ser mucho patear, mucho mirar, y poco tocar. Y eso es lo que hicimos: andar, andar y más andar, y bastantes viajes por su extensa pero manejable red de metro. Yo reconozco que no soy muy de andar. No me pone andar por el campo, la verdad. Pero me encanta pasear por una gran ciudad. Recorrer sus calles y avenidas, perderte en ellas, ser un desconocido entre millones de personas, descubrir nuevos bares y tiendas, tomar el Sol en sus plazas y parques, mirar a la gente cómo se mueve, qué hace, cómo se viste, y escuchar los cientos de sonidos que surgen de cada esquina. Me apasionan las grandes urbes, su murmullo, sus incesantes latidos de intensa vida durante los 365 días del año. Y Tokio es una de esas ciudades donde no te cansas nunca de observar, porque siempre hay algo o alguien que capta tu atención, y donde hay siempre algo que hacer a cualquier hora del día o de la noche y cualquier día de la semana.<br />
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Es una ciudad futurista (para ellos ya presente), con su metro pasando por encima de tu cabeza, con sus incontables y modernísimos rascacielos, y con las pantallas gigantes de última generación colgadas de cualquier fachada; con sus peculiares habitantes, que prácticamente cada uno de ellos lleva entre las manos el último juguetito tecnológico, capaz de mover satélites enteros flotando en el espacio exterior simplemente presionando un botón de su smartphone. Pero a la vez, y ello es parte de sus muchos encantos, la ciudad también tiene un muy marcado lado tradicional (para ellos también muy presente). Entre esos altísimos edificios de cristal, o enormes centros comerciales o calles comerciales repletas de luces de neón, te encuentras, sin esperártelo, un estrecho y oscuro callejón donde parece que el tiempo no ha transcurrido en sesenta años; por no hablar de los silenciosos, bellísimos, tranquilos y espirituales templos que hay desperdigados por toda la ciudad. Es chocante pasar en tan sólo dos minutos, de la calma absoluta, de la paz y sosiego máximo que se respira en un templo, a la locura, intensidad, vitalidad y bullicio de una calle comercial algo conocida.<br />
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La gente de Tokio se parecen bastante en eso a su ciudad: son personas de contrastes. Te puedes encontrar al hombre más recatado, sobrio, serio y anodino de toda la Tierra, y, en el mismo instante, darte de bruces con las y los personajes más notas que te puedas echar a la cara. Me sorprendió ver en algún barrio a gente joven con unas pintas muy, muy locas. Puedes ir paseando por una calle de Shibuya con un maldito orinal en la cabeza que nadie te va a mirar mal. De hecho, quizás ni te miren. Ahí vale todo. Les chifla la moda y llevan modelitos más salvajes que en London o Berlín, que ya es decir. Pero la verdad es que tienen un estilazo que alucinas. Ellas y ellos. Joder, ¡molan mucho! Y lo más importante, es que, todos ellos, vistan como vistan, sonrían más o sonrían menos, todos son supermegaextraeducados, respetuosísimos, silenciosos, muy simpáticos (algunos a su manera) y te ayudan en todo momento en aquello que esté en sus manos.<br />
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Sus calles me recordaban, me trasladaban, me hacían pensar en Haruki Murakami, en sus libros, en sus personajes, en sus increíbles historias, muchas de ellas localizadas en este lugar. Me flipa Murakami. Qué tío, el japo, cómo escribe. Lo recomiendo a todo el mundo. Pero, cuidadín, su estilo opiáceo (como leí de un crítico) es una droga poderosa, y hará siempre que quieras más y más relatos suyos. Paseando por Tokio, veías y escuchabas decenas, cientos de cuervos volando bajo, posándose en semáforos, balcones y terrazas. Algunos inmóviles y silenciosos. Vigilantes. Otros gritones y burlones. No podía dejar de pensar que estaban tramando algo. Algo importante, siniestro quizás. E imaginaba que si salía a pasear una noche a solas, podría cruzarme con uno de ellos y, tal vez, entablar una conversación. Y Señor Cuervo por fin me explicaría qué estaba ocurriendo, cuál era el propósito escondido por toda la clandestina sociedad de los cuervos durante cientos de años. Él me hablaría en perfecto español, o puede que en inglés, para que yo le entendiera, porque no hablo japonés. Y sí, me parecía algo tan maravillosamente mágico y, a la vez, tan anormalmente normal. Como las historias de Murakami.<br />
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Como ya he dicho, pateamos sin control el centro de Tokio, y vimos prácticamente todo lo que queríamos conocer. Vamos, lo más conocido, lo típico. Porque para conocer a fondo una ciudad de semejante envergadura y tantas posibilidades de acción, hay que vivir en ella, al menos, unos mesecitos. Veamos, un pequeño resumen: Shinjuku (joder, ¡es que me molan hasta los nombres!): una de las imágenes típicas y símbolos de la ciudad. Luces de neón por todas partes, por ello es mejor ir de noche. Tiendas, bares, karaokes, moderneo y ambiente a cualquier hora del día y de la noche. Y los rascacielos más altos están por este barrio. Nos pilló lloviendo y cansados, pero es imposible pasear por esos callejones sin dejar de mover el cuello a un lado y al otro observando a extraños viandantes y turbios lugares de ocio (con entrada prohibida para no japoneses). Ginza: el barrio pijo y lujoso. Es la zona más cara y sus grandes avenidas están repletas de tiendas de primeras marcas, de ejecutivos con trajes, y de mujeres con clase envueltas en vestidos muy, muy talegueros. Akihabara: centro neurálgico de la electrónica y la tecnología, y también cuna del manga. Centros comerciales y cientos de tiendas repletos de cualquier gadget imaginable y de hasta la más freak figurita de manga, desde los 5 centímetros de tamaño hasta el metro y medio, y desde los dos euros hasta las más exageradas (escandalosas) cantidades de dinero. Realmente a mí el manga me da absolutamente igual, me quedé en Akira y ahí sigo. Y el barrio es muy friki, sí, pero también es muy divertido y auténtico y te puedes pegar ahí horas rebuscando en las tiendas y viendo personajes de toda calaña. Roppongi: zona de marcha por excelencia. Llena de bares y discotecas, donde locales y extranjeros se juntan para beber, cantar y bailar. Hay fiesta casi todos los días de la semana, sólo hay que acertar con el garito de moda o con la mejor fiesta de esa noche. Nosotros salimos una noche en Tokio, entre semana, y fuimos a esta zona. No recuerdo el nombre del sitio, pero sí recuerdo lo bien que lo pasamos Piña y yo y las risas que cayeron con los japoneses, ellas y ellos. Éramos la atracción de la pista de baile, y nunca se me olvidarán sus extrañas (para nosotros) formas de moverse o de relacionarse. Son muy divertidos y se lo saben pasar de de lujo. Otro rollo, pero de puta madre. Asakusa: retrocedamos al pasado. Cambiamos neones por incienso en los templos. Estuvimos en el templo Sensoji y nos encantó. Atestado de visitas, pero en un clima de extraña tranquilidad. Las purificaciones, los estanques con las carpas, los jardines... El Japón tradicional. Otro mundo completamente diferente en la misma ciudad, ¿alguien da más? Y por último, dejándome alguna cosilla más que omito por no cansar al personal: Shibuya. Un barrio muy molón, quizás mi favorito en los tres días que pasamos allí. Centros comerciales, cientos de tiendas de ropa guapísimas, y mucho, muchísimo ambiente por sus calles a todas horas. Lleno de gente joven, el barrio marca tendencias. Es una delicia perderte por sus calles y espiar al joven habitante de Tokio en todo su esplendor. Otro de los símbolos de esta vertiginosa ciudad está aquí: el cruce de Hachiko. La mítica intersección donde varios pasos de peatones sincronizados forman un espectáculo digno de sofá, manta y palomitas. ¡Cuánta peña cruzando al mismo tiempo y qué bien lo hacen! Un caos controlado a la perfección, únicamente gracias a su civismo, buena educación y saber hacer.<br />
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Capítulo especial (se merecen un post entero) es para la mujer de Tokio. Vaya espectáculo. Yo ya sabía del tema, pero al llegar allí nos quedamos (los cuatro) alucinados con lo buenas que están las niñas por esos lares. ¡Frescor nipón! Y lo que más llama la atención es que no son ni dos ni tres, ni varias docenas, ¡vimos cientos de mujeres preciosas! Un no parar. Yo iba to loco, lo reconozco. Pero es que la gran mayoría tienen tipito, son una monada de cara, y tienen un estilazo al vestir que cada una podría luchar por el mejor blog de tendencias sin despeinarse. Anita nos llevó de la mano a un centro comercial en Shibuya, y simplemente por ese gesto le estaré eterna y plenamente agradecido. El Shibuya 109, siete plantas como siete soles mañaneros, un Corte Inglés dedicado exclusivamente al público femenino. ¡Una locura, señores! Dar vueltas, subiendo y bajando, paseándonos entre las clientas y las jóvenes, encantadoras y bellísimas dependientas, era como estar el paraíso. En un paraíso asiático donde sus saludos, miradas y sonrisas te elevaban unos centímetros por encima del suelo, volando bajo, ensimismado, aturdido y feliz. Un lugar donde poder pasarte horas, días, años, siglos... Un lugar donde la rutina no existe, donde no hay crisis ni hay guerras, un lugar donde todos los males de este mundo se han evaporado, y que, únicamente vuelven a aparecer cuando a las nueve de la noche apagan las luces, te mandan a casa, y tienes que salir de ese edificio con olor a rosas frescas. Porque sí, Borjita, es la hora. Y porque ya vale de manchar el suelo de babas, tío guarro.<br />
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En fin, creo que he vendido bien el viaje a Tokio, ¿verdad? Lo sé, cuánto amor. Qué le vamos a hacer, no soy objetivo, y es que siempre he sentido atracción por este país, esta ciudad, sus gentes y su cultura. No sé muy bien el porqué, pero así es. Y con tantas ganas que traía, no me ha decepcionado. Todo lo contrario: quiero más. Así que a ver si engaño a alguien cuanto antes y aparecemos de nuevo por la capital del Sol Naciente. Porque yo voy a volver, y lo antes que pueda. Aunque sea, para ver si me echo novieta. O algo.<br />
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<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-53478825630920583972012-10-03T03:16:00.000-07:002012-10-03T03:16:07.281-07:00D'ias 200-205: USADespu'es de M'exico nos tocaba el gran cambio del viaje, una especie de ecuador: pasar de un continente a otro, de Am'erica a Asia. Realmente para nosotros, y ya lo hab'iamos comentado, era como un nuevo viaje, otro diferente. Un nuevo comienzo.<br />
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El caso es que nuestro vuelo programado era de DF a Bangkok, Tailandia. Pero dicho vuelo ten'ia que hacer dos (benditas) escalas: una en Dallas y la otra en Tokio. Dallas, y Tokio!!! Fue ya lo que nos faltaba: ten'iamos vuelos gratis a USA y Jap'on!! As'i que decidimos aprovechar esa suerte y pasar unos d'ias en los States y en la capital del Sol Naciente, retrasando nuestros dos vuelos de escala durante unos d'ias, sin tener que pagar ni un euro m'as por ello. Fatal!! En una sola semana estuvimos en M'exico, USA y Jap'on. Lo escribo, varios meses despu'es, y todav'ia me cuesta asimilarlo. Pero antes de hablar de Asia, vamos con los yankees!<br />
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Llegamos al aeropuerto de Dallas, y r'apidamente nos dispusimos a alquilar un coche para llegar a nuestro objetivo: la singular e inimitable ciudad de Las Vegas!! Quer'iamos un Cadillac descapotable (el rollico en este pa'is era fliparse, sabes?), pero el presupuesto nos dio para una van familiar de marca Dodge. Mucho glamour para pasearnos por la highway no ten'ia, no. Pero eso s'i: sitio de sobras para los cuatro y nuestras mochilas y c'omoda de pelotas. Nada que ver con los apretad'isimos viajes en coche de Argentina o Chile.<br />
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Fueron unas 18 horitas de viaje, s'olo parando para poner gasofa y para comer y cenar. Surcamos los estados de Texas, Nuevo M'exico, Arizona y Nevada. Pasando muy cerca de sitios m'iticos como Memphis, Alburquerque (Breaking Bad) o Vernon (cu'antas millones de veces has escuchado el nombre de esa ciudad en pelis norteamericanas sin tener ni idea de d'onde se encontraba???!!), y por lugares de nombre tan freak como el pueblo Two Guns o la Meteorit Crater Road. Un viaje muy guapo. Vimos el amanecer en el desierto de Nevada, que es mucho m'as desierto de lo que yo me hab'ia imaginado. Es incre'ible c'omo han conseguido montar esa ciudad, Las Vegas, en mitad de la nada. Y, finalmente, llegamos a nuestro destino. Las Vegas, baby!!! Y s'i: es tal y como te la hab'ias imaginado; es como lo que has visto cientos de veces en las pelis de Hollywood. De d'ia te impresiona, pero de noche te deja aturdido, alucinado, enganchado...<br />
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Las calles de la ciudad estaban limp'isimas (y lo poco que vimos de Dallas despu'es, tambi'en). Todo perfecto: las paredes, jardines, suelos, fachadas, columnas y esculturas, todos ellos impecables, impolutos. Es como otro mundo, como si estuvieses en el rodaje de un pel'icula, o como si paseases por las calles de EuroDisney. Las Vegas es la DisneyLand del vicio. Cuando vas viendo las fachadas que se han montado los grandes casinos, te quedas perplejo: que si una r'eplica perfecta de una parte de Venecia, que si otra r'eplica de la Fontana de Trevi de Roma, otra de la torre Eiffel, que si montanhas rusas, barcos piratas con su mar y su pueblo costero y su cueva del tesoro, la fuente de los mil millones de chorros de agua... A t'o lo que da. Todos estos casinos, Bellacquio, Circus, Casino Royal, Caesar Palace, Wynn, Treasure Island, Mirage, Venetia, etc... Son una barbaridad de edificios. Son enormes, seres autosuficientes con vida propia. Lo tienen todo: casinos, hotel, bares, restaurantes, tiendas, discotecas, cajeros autom'aticos... Puedes llegar a uno un lunes, y no salir del mismo en toda una semana, y no sentir'as necesidad alguna. Puede que de alg'un signo de vida real en el exterior, de ver la luz solar y respirar aire puro, pero eso ya depende de cada uno. Y, por cierto, parece que la crisis a esta loca y extranha ciudad no haya llegado, porque no paran de seguir levantando casinos y hoteles gigantescos. Son tremendas las inversiones que se meten por aqu'i, la cantidad exagerada de d'ollares que mueve este lugar creado en mitad de un jodido desierto.<br />
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Bueno, a ver, a qui'en le gusta la comida basura?? A m'iiiiii!!! C'omo nos pusimos de burgers esa semana! De burgers y de patatas fritas, batidos, pizzas, Dr. Pepper... Gocico. Wendy's, Jack in the Box, Burger King, Denny's, Carl's Jr., McDonalds... Y alguno m'as que ahora no recuerdo. Good shit, brotha! El mejor de todos, calidad-precio, sin duda alguna: Wendy's!!! Uuuummm, qu'e rico! A ver si alguno se lanza y trae la franquicia a Espanha. Pensando en ello me entra el hambre, que todav'ia no he desayunado. Hace ya m'as de dos meses que no catamos un McDo, desde Bangkok. Hay ganitas. Pero tambi'en he de decir que me hace ilusi'on y felicidad el haber conocido pa'ises en los que la maldita mutinacional americana todav'ia no ha desembarcado. Porque lo har'a. Y el sudeste asi'atico perder'a encanto y magia, como ya lo ha perdido la explotad'isima y casi occidental Tailandia.<br />
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En Las Vegas hicimos el pack completo (o casi): dorm'iamos en el t'ipico motel de carretera americano, que era de peli tambi'en, y en el que seguro que hab'ia vecinos convictos y gente perdida que hab'ia llegado a la ciudad no para vivir, sino para morir, como Nicolas Cage en Living Las Vegas; jugamos en varios casinos a las cartas y los dados; nos fuimos de fiestuqui a varios clubes; tuvimos nuestra jornada de (humildes) compritas; jugamos al beer-pong en mesas ''oficiales'' y las dos veces les metimos a los yankees, que no se cre'ian que nosotros no jug'abamos en Espanha a su deporte favorito no profesional; y finalmente, gracias a Dios, fuimos a un club de striptease. Qu'e divertido! Aunque las atrapadas en los casinos te limitan mucho el tiempo para hacer otras cosas. All'i dentro no hay horarios, est'an abiertos 24\7 (24 horas al d'ia, 7 d'ias a la semana), y en las paredes no hay nunca ni una sola ventana para que entre la luz narutal, ni un solo reloj para comprobar qu'e hora es. Es como un bunker de lujo, donde lo 'unico que quieren es que te sientas bien, pases muuuucho tiempo sin darte cuenta, y, ya de paso, que pierdas todos tus ahorros. Si te gusta el juego, Las Vegas puede ser tu perdici'on. Adem'as, mientras juegas en las mesas, van pasando camareras a diestro y siniestro que te ofrecen bebidas gratis. As'i que si has perdido todas, al menos vas mojando tus penas en el alcohol. Dependiendo del croupier que te toque, las partidas pod'ian ser muy risas o un largo infierno. A veces, en 5 fatales minutos hab'ias perdido la pasta que supuestamente te ten'ia que durar unas horas, y otras veces, un solo dollar te pod'ia durar casi toda la noche. La suerte, le llaman. Nosotros cuatro, en los tres d'ias que pasamos all'i, perdimos todos pasta. Unos m'as que otros, dependiendo de lo que le gustaba jugar a uno, y de la dichosa fortuna. Excepto Anita, que la 'ultima manhana se fue sola a otro casino y pudo recuperar toda la pasta que hab'ia perdido esos d'ias. Yeaah! Yo la verdad es que tampoco perd'i mucha pasta (ninguno lo hicimos), pero es que tampoco me apasiona el juego. Aunque tengo que decir que all'i s'i me gust'o. La puta movida engancha. Hay que tener mucho ojo y una cabeza fr'ia para no liarte y perderlo todo.<br />
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He dicho que no hicimos el pack completo por poco. Qu'e nos falt'o?? Un tattoo y un bodorrio!!! La ciudad, adem'as de casinos, hoteles y tiendas donde venden todo tipo de alcohol, est'a plagada de estudios de tatuajes y de pequenhas capillas para casarse modo expr'es. Lo del tattoo lo barajamos, y preguntamos, pero al final no nos lo hicimos. Los tipos son listos y abren toda la noche, como las capillas, de ese modo, toda la penha que va toda ciega, pasa por un garito de 'estos a las 3 in the morning y se viene arriba. Ya sab'eis el lema de la ciudad, no? ''What happens in Vegas, stays in Vegas''. Lo que me parece muy bien y muy acertado. Saben c'omo venderse. Pero no tengo tan claro, y seguro que miles de persona que han pasado por all'i estar'an ahora de acuerdo conmigo, que, en caso de casarte con alguna p'ajara o p'ajaro, o de volverte a casa con un pedazo de tattoo en la espalda tipo: ''Yo amo el jam'on, huntadito con tomate. Yo amo el jam'on, es la hostia y el cop'on'', todo lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas... Porque te lo llevas contigo a casica!! Cuidadooorrr!!! Y, por eso mismo, no hubo boda!!! Oooooh..... Anita y Javi, Javi y Anita, hab'ian hablado del tema boda en Las Vegas. Estuvimos como dos meses hablando del asunto, aunque hay que decir que antes de pisar los States ya ten'ian claro que de boda nada de nada. Hubiera sido tremens: los cuatro vestidos anhos 70 (rollo la peli de Blow), con bigotes, flequillos y toda la pesca, Leo siendo el padrino de Anitosss, yo siendo el de Pinha, un cura vestido de Elvis, un par de homeless borrachos y otras tantas stripers como invitados, camisetas, gorras y hasta tazas de caf'e con las fotos nupciales... Todo el kit! Lo m'as t'ipico y grotesco de Las Vegas reducido a 10 (inolvidables) minutos de esperp'entico casamiento. Qu'e le vamos a hacer, pero a m'i me dio pena que no se casasen.<br />
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Aunque, a falta de tattoos y boda, ya he dicho que s'i fuimos a un club de striptease, y vaya club, senhores! Era uno de los dos mejores de la ciudad (porque hay muchos y de toda calanha), y ten'ia un premio de hace un par de anhos de ser el mejor del pa'is (o algo as'i). Vaya garito! Y la llegada al mismo no pod'ia ser de otra manera, oigan: llegamos los cuatro en una limusina negra que te mueres!! As'i s'i!! Nos recogi'o a las 4 de la manhana en la puerta de un casino, y 5 escasos minutos despu'es, ya est'abamos en la puerta del club. Cinco minutos, cien fotos que sac'o Anita. Qu'e despliegue! Sacando la cabeza por la ventanilla del techo, tumbados de todas las maneras posibles, cualquier foto val'ia en esos instantes de subid'on. Lo que no hab'ia ni media birra en toda la limusina, aunque ya lo esper'abamos. Porque no os cre'ais que pagamos este servicio, no. La limusina para llegar al club era gratis, las entradas para el club tambi'en las sacamos gratis, y hasta alguna consumici'on m'as. No nos lo pod'iamos creer!!! Pero claro, luego entras, ves el percal, y ya entiendes por qué te dejan casi todo gratis hasta llegar all'i: las mujeres que trabajan en ese celestial lugar est'an buen'isimas, no, lo siguiente. Bufff!!! Creo que nunca en mi vida hab'ia visto a tanta fresca junta, en persona, y en el mismo lugar y al mismo tiempo. Nos faltaban ojos (a Anita tambi'en). Por eso mismo, los t'ios pueden entrar todo lo gratis que quieran, porque los duenhos saben que luego se las van a dejar todas en consumiciones, propinas, bailes privados y dem'as servicios ofrecidos en el amplio, oscuro (y<br />
lleno de cortinas) local. No miento ni exagero, y ya acabo con esto, pero all'i hab'ia mujeres preciosas, tremendas, que parec'ian actrices o modelos, y que bailaban y se mov'ian en la barra de una manera espectacular, que te dejaban mirando sin pestanhear y sin poder cerrar la boca. Y ya no hablemos de cuando se te acercaban a charlar...<br />
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Fueron tres d'ias muy divertidos y de no parar. Y nos hubi'eramos quedado m'as tiempo all'i (danger, danger!), pero era imposible, y creo yo que fue suficiente. As'i que los cuatro a la furgoneta y camino de vuelta. Quer'iamos ver el Gran Canh'on, pero no puedo ser: a la ida llegamos muy pronto, amaneciendo y sin informaci'on suficiente, y a la vuelta necesit'abamos descansar despu'es del ritmo de Las Vegas, y nos quedaba de nuevo un largo viaje hasta Dallas. No vimos el Gran Canhon pero s'i que tuvimos la oportunidad de ver bien de cerca a la polic'ia norteamericana: multica que me metieron saliendo de Las Vegas. Que no falte! Bueno, hay que decir que solo fue un warning por correr un poquito, y no hubo sanci'on. Pero qu'e susto me di'o el amigo madero! Para que el viaje hubiese sido completo del todo y totalmente yankee, s'olo nos hubiera faltado que nos pillase un tornado de camino por alguna de esas interminables llanuras. No hubo twister esta vez, tranquilos.<br />
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Deshaciendo el camino que hicimos a la ida, y tras otras tantas horas de coche, llegamos a Dallas, y m'as concretamente al American Airlines Center con tiempo de sobra. Qu'e hac'iamos all'i? Nada m'as y nada menos que ver un partido de la NBA. I love this game!!! Vimos a los que eran los actuales campeones de la Liga, el supuestamente mejor equipo del mundo de ese anho: los Dallas Mavericks!<br />
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Los norteamericanos tendrán muchas cosas chungas, pero una de las buenas que tienen es que son unos amantes del deporte, y otra de ellas es que saben cómo montar un buen show. Un claro ejemplo de ello es un partido de la NBA. El himno nacional cantado por una pájara, las presentaciones de los jugadores como si fuese el último partido en la Tierra, el speaker que tiene más tablas que una plaza de toros, los concursos y juegos con el público en cada parón del juego, las cheerleaders que a diferencia de España sí que saben bailar, la mascota molona e hiperactiva que hace mortales con un trampolín para luego acabar en mate, las escopetas que lanzan camisetas a las gradas, las birras gigantescas y las bandejas de nachos con queso XXL... Todo es parte importante del partido, del espectáculo, y la verdad es que te pegas ahí dentro como cuatro horas en total y ni te enteras.<br />
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Vimos auténticos jugones como Dirk Nowitzki, Shawn Marion, Vince Carter, Delonte West, Terry, Jason Kidd y Thompson, un blanquito de los Pacers que no conocíamos pero que enchufaba tripes con una facilidad pasmosa. Al final los Mavs cuando apretaron un poco el acelerador en el cuarto cuarto, ganaron de diez sin problemas y Dirk sin hacer ni el huevo, de vacances. Pero bueno, ¿¿a quién le importaba el resultado??<br />
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Y ahora sí, después de esta vertiginosa semana en los States, cruzamos el Pacífico, algo que nunca había hecho, y por fin llegamos a Asia. Y más concretamente a Tokio. Uuufffff... Amigos, hay veces que los sueños se hacen realidad. ¡Hay que perseguirlos! Y escribiendo esto, cinco meses después de estar allí, se me ha puesto la piel de gallina en todo mi cuerpo.<br />
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<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-41187182695194588702012-08-23T21:45:00.000-07:002012-08-23T21:45:06.694-07:00D'ias 170-200: M'exicoVoy a empezar pidiendo disculpas a M'ejico, si es que una persona puede pedir perd'on a un pa'is, que creo que s'i, aunque no lo tengo muy claro. Pido perd'on porque voy a escribir sobre nuestra estancia all'i, pero lo voy a hacer de manera bastante resumida, as'i, como a bote pronto, porque me apetece y porque hay que darle canha a esto (que me dicen que voy con ligero retraso).<br />
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M'ejico es un grand'isimo pa'is. Cojonudo. Estuvimos en DF, Pachuca, Playa del Carmen, Palenque, San Cristobal de las Casas, Puerto Escondido y Mazunte. El norte no lo tocamos porque el horno no est'a para bollos por ah'i, y nos recomendaron mejor no pasar, y porque no hab'ia m'as tiempo, dicho sea de paso. Pero tengo que decir que, en ning'un momento, tuvimos noci'on ni rastro del horror que est'a sufriendo el pa'is por culpa de la escandalosa y sangrienta guerra de narcos durante los 'ultimos anhos. Nos trataron de maravilla.<br />
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M'ejico lo tiene absolutamente todo: historia, cultura, una gente encantadora, una comida tremenda, playas impresionantes, buenas fiestas, y todo, todito, todo a muy bien precio. Nos sorprendi'o mucho, para bien. Para m'i ha sido el pa'is de mejor calidad-precio donde hemos estado. Gran alojamiento, gran servicio, de muy buena calidad y a precios muy bajos. Una gozada de mes que pas'o muy, muy r'apido, y un lugar donde no nos hubiera importado pasar m'as tiempo. Ten'ia muchas ganas de M'exico, personalmente, y como con Argentina, ha cubierto mis altas expectativas, y con creces. Ha sido, sin duda alguna, una de las mejores paradas de este viaje. Espero volver a verte, M'ejico lindo!!! Y ahora, voy a hablar de 'el en forma de c'apsulas, de pequenhas burbujas, de lo que m'as me gust'o o m'as impresion'o en el mes que pasamos all'i. Y de mis perladas. Que no falten. Vamos con los bullets:<br />
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<li>Vuelo Sao Paulo-M'ejico DF: ya soy fan de American Airlines. Qu'e nivelaco! Me sent'i como un cr'io con juguetes nuevos: pantalla personal delante de cada uno, pel'iculas, series, videojuegos, m'usica... No pegu'e ojo en toda la noche que dur'o el viaje. Y es que, comparado con Iberia, todo sabe a gloria.</li>
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<li>Ruinas: M'ejico es un pa'is con una rica historia, y 'esta se ve reflejada en las numerosas ruinas mayas, aztecas y de otras 'epocas que hay diseminadas por todo el territorio. Estuvimos en tres de ellas: Teotihuac'an, Chichen Itz'a y las de Palenque. Las primeras est'an a las afueras de DF y son las de mayor extensi'on de las tres. Lo m'as destacable es subir a las pir'amides del Sol y de la Luna. Y desde all'i arriba, contemplar todo el paisaje de la antigua ciudad, y cargar de nueva y positiva energ'ia tu maltrecho esp'iritu. Tambi'en caminamos por la Calzada de los Muertos donde (supuestos) chamanes te ofrec'ian r'apidas y bastante dudosas purificaciones. La verdad es que subirse a una de esas pir'amides y descansar un rato en lo alto, sobre sus milenarias piedras, le deja a uno muy tranquilo. Lo 'unico negativo de ese d'ia fue el calorazo exagerado que hac'ia, y la cantidad de penha que hab'ia. Demasiada. Para subir a la del Sol, tuvimos que hacer cola durante un rato, como en las rebajas. Y esa masificaci'on de gente hace que todo pierda encanto. Las de Chichen Itz'a las vimos de camino hacia Palenque (creo). Y no tuvimos mucho tiempo, porque llegamos justos y casi nos cierran. Lo que m'as ilusi'on me hizo fue ver otra pir'amide, quiz'a 'esta sea la m'as famosa del pa'is. Es la de Fukulam. Tengo su foto como fondo de escritorio del port'atil desde el primer d'ia que ten'ia claro que iba a hacer este viaje. Tambi'en me hizo mucha gracia el poder ver d'onde jugaba esta gente a su m'itico juego de meter un bal'on por el arco. S'i! Ese arco de piedra, pegado al muro, en lo alto. No s'e c'omo se la apanhaban estos gachos parar meter una bola por ese agujero, porque no es muy grande que digamos, porque est'a como a unos 8-10 metros de altura, y porque no utilizaban las manos para jugar! Que los notas le daban con la cadera!! Muy fieras, punter'ia de diez. Y por 'ultimo, pero no por ello menos mol'on: las ruinas de Palenque. Fueron las que m'as nos gustaron. Por qu'e? Porque estaban en mitad de la jungla. As'i de simple. La frondosidad, lo salvaje y el verde de la selva, le dan mayor belleza, encanto y rollo a los antiguos templos. No es igual que pasearse por un secarral, lleno de arena, polvo y r'ios de gente. Nada que ver. El ninho de la selva!!!</li>
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<li>La vieja palmera: ese d'ia, mirando a una vieja y seca palmera, me puse a pensar en las horas, en los d'ias, quiz'a semanas, en que no hab'ia llovido. Y me preguntaba si la marchita palmera, adem'as de sentirse necesitada, sedienta, ansisosa por recibir ese agua que le da la vida, no se sentir'ia tambi'en sucia, fea y acomplejada. Y quise pensar que s'i. Y que cuando lloviese y recibiese ese l'iquido para nutrirla por dentro, tambi'en la limpiar'ia por fuera, y le quitar'ia esa inc'omoda capa de polvo, arena, humo y suciedad que la cubr'ia, y ella, la vieja palmera, volver'ia a sentirse m'as bella, limpia, radiante y feliz. Y entonces, volver'ia a estirarse erguida, toda recta, orgullosa, hacia el cielo de azul claro.</li>
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<li>Papeo y bebercio: tacos, quesadillas, burritos, tortas, alambres, guacamole, chapulines, fajitas, enchiladas, chelas, pulque, mezcal y tequila. Todo lo probamos, todo est'a riqu'isimo, y casi todo pica! C'omo les gusta lo del picante a estos t'ios. Recuerdo que un d'ia me pille unas Ruffles Queso. Bueno, no s'e d'onde se dejaron el sabor a queso, pero las putas patatas picaban como el demonio! Despu'es de sufrir como un masoca, s'olo me ven'ia una pregunta a la cabeza: ''C'omo diablos ser'an las Ruffles Jalapenho????''. El caso es que nos pusimos las botas durante todo el mes. Puestos callejeros, restaurantes, chiringuitos o cantinas, todo vale y cualquiera te ofrece buena calidad. Durante esos 30 d'ias empezamos a recuperar parte de los kilos que nos hab'iamos dejado en Brasil. Lo que no vino naaaaada mal.</li>
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<li>Agabe: cap'itulo especial para esta planta sagrada, que es del tipo del c'actus, para el que no lo sepa. De ella se extrae, nada m'as y nada menos que, el pulque, el mezcal y el tequila. No te digo n'a y te lo digo t'o. Y por favor, mejicanos: no dejen que desaparezca el pulque! Nos contaron que estaba de capa ca'ida, que ya casi ni se toma ni se produce, pero a nosotros nos encant'o. No se deben de perder las tradiciones de un pa'is; al menos, las buenas. </li>
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<li>Frida Khalo: visitamos su Casa Azul (y la de su marido) en DF. Yo, sinceramente, no conoc'ia la vida de esta buena mujer. Me impresion'o. Vaya cojonazos que ten'ia la amiga. Qu'e fuerza, qu'e personalidad, y qu'e carisma. Me gust'o mucho una frase suya que solt'o cuando le preguntaban por las continuas infidelidades de su marido: ''Quizá esperen oír de mí lamentos de ‘lo mucho que se sufre’ viviendo con
un hombre como Diego. Pero yo no creo que las márgenes de un río sufran
por dejarlo correr''. Ojito con Frida!</li>
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<li>Los amigos de Pachuca: les conocimos cuando est'abamos a punto de irnos de Teotihuac'an. Nos empezaron a hablar y nos ofrecieron de su pulque. Y ya no nos separamos hasta el d'ia siguiente. Qu'e majos! Nos invitaron a Pachuca a pasar la tarde y la noche y all'i que nos fuimos todos metidos en su coche. 'Ibamos 8 en uno de 5 plazas. Con bien de pulque en las manos para el camino, y con la polici'a al lado y sin decir ni m'u. Moooola. Con ellos bebimos pulque, cerveza y tequila, charlamos, nos emborrachamos, cantamos y bailamos. Fue una inesperada pero gran noche, como suele pasar en estos casos. La gente acab'o a cuatro patas (literalmente). Adem'as de simpatiqu'isimos y de ser muy buena gente, eran una familia de artistas. Juan Manuel es escultor, Greta Luz es una magn'ifica pintora (t'enganla en cuenta, ya est'a en la Red, vean su obra), y su hija con tan solo 14 anhos ya es una pedazo de escritora, buen'isima. A ellos, y al resto de la tropa, y a todos los mejicanos buenos y carinhosos que hemos ido conociendo en todas partes del pa'is: muchas gracias, un placer!! "Salud, salud, salud!!''.</li>
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<li>Monos aulladores: est'abamos paseando por las ruinas de Palenque, en mitad de la jungla. Cuando empec'e a escuchar un sonido de fondo, cada vez m'as alto. No sab'ia qu'e pod'ia ser. Ven'ia de cerca, detr'as de los largu'isimos y frondosos 'arboles. Parec'ia que era el sonido producido por los dichosos juguetitos que vend'ian en cada esquina, y que, soplando, imitaban los rugidos de un jaguar. Pero entonces, un gu'ia pasaba con dos guiris, y yo puse la oreja como de costumbre, que siempre se rasca algo y nunca viene mal. El sonido que proven'ia del interior de la selva lo estaban haciendo unos monos! No me lo pod'ia creer: era un zumbido bestial. Me emocion'e, empec'e a gritar a 'estos, que estaban subidos a otra ruina diferente a la que yo estaba, y r'apidamente, nos dirigimos corriendo hacia el ruido. Bueno, pues no vimos a los monos aulladores. Shit! Pero los pod'iamos escuhar perfectamente, estaban ah'i, cerquita. Flipamos mucho. Parec'ian m'as los rugidos de un felino que el sonido de un mono. Impresionante. No se me olvidar'a nunca esa extranha sensaci'on de inquietud al escuchar ese eco tan peculiar. Hac'ia un calor tremendo ese d'ia, con el Sol castigando fuertemente en todo lo alto. La legi'on de monos aulladores clamaba al cielo por un poco de agua que los refrescase.</li>
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<li>Lucha libre: fuimos una noche en DF a presenciar varias peleas. No pod'ia faltar! Despu'es de pasar media tarde en una cantina, con tequila de por medio, y con las entradas y las m'ascaras ya compradas desde por la manhana (y ya puestas en el taxi de camino al pabell'on de deportes), est'abamos totalmente preparados para una noche de lucha libre mexicana. Y, amigos, qu'e malos eran!! Muy, muy paquetes. Hubo varias peleas, de peor a mejor nivel, y menos los 'ultimos, all'i no se salvaba nadie. Nos dijeron que hab'iamos pillado un d'ia flojo. Joder, flojo. Si yo tengo m'as gracia peg'andome: al menos me caigo mejor. Aun as'i el level de los luchadores era lo de menos, porque la gente que va all'i no va a ver lucha. No, senhor. Ah'i la penha va a quitarse el estr'es, va para insultar al personal, para desquitarse de sus males cag'andose en todo lo que pueda sacar por su linda boquita. Para meterse con los luchadores buenos, los malos, el 'arbitro y las familias de todos ellos. As'i, de esta manera, se quitan todo el mal rollo acumulado de la semana, los agobios, la hipoteca, el jefe nazi, o la falta de sexo. Pero es que la movida est'a muy guapa!! Cuando llev'abamos dos minutos y vimos el percal, empezamos a hacer como ellos, y eso fue un no parar de burradas y cebatiles varios. Se me da bastante bien, la verdad. Dejamos buenas perlas en el ambiente y los mejicanos de cerca nos las aplaudieron con muchas ganas. A m'i no se me olvidar'a nunca una frase escuchada all'i. Que no ten'ia mucha miga, la verdad, pero es que un pavo que ten'iamos justo delante no paraba de gritarla como un loco, puesto de pie, cada cinco martilleantes minutos: ''Referee!!! Chingas a tu madreee!!!''. </li>
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<li>Playa del Carmen: Recuerdo sus aguas c'alidas y completamente celestes. Un mar de revista de viajes. Y los partidos de f'utbol-playa contra los mejicanos, que les d'abamos pal pelo, como no pod'ia ser de otra manera. Y me acuerdo tambi'en del MegaChiringuito. Ojito. El m'as grande del mundo. Monstruoso. Ten'ia como dos cocinas, mesas en la playa, terraza interior, una barra de 360 grados repleta de pantallas planas como para regalar, m'usica en directo, pantalla gigante al fondo del todo, otra terraza exterior arriba, carta de men'u y buffet libre, y todo lo que se te pueda pasar por la cabeza ahora mismo. Vaya garitazo. Ese chiringuito playero ten'ia m'as staff currando a la vez que toda la FNAC de Callao. </li>
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<li>El bicho de mi pie: podr'ia escribir un post enterito s'olo hablando de mi bicho, El Bicho, porque vaya movidote. Todo empez'o en Playa del Carmen, una noche que salimos y algo me debi'o de picar o de morder en mi pie izquierdo. No tuve el gusto de conocer al insecto en cuesti'on, ni siquiera le pude ver su m'as que probable cara de alien'igena, pero algo chungo deb'ia de ser. La cuesti'on es que a partir de esa noche, mi pie no era el de siempre, algo hab'ia cambiado: un extranho veneno recorr'ia uno de mis dedos, dejando una marca, una especie de vena color rojo, como recuerdo. No ten'ia buena pinta la cosa, ni mucho menos, pero el asunto parec'ia estar controlado. Lo parec'ia. De pronto, el maldito veneno (o el mism'isimo bicho desplaz'andose bajo mi piel, que no lo ten'ia yo muy claro) empez'o a correr m'as r'apido, y cuando me quise dar cuenta, ya se hab'ia extendido al resto de los dedos del pie, uno por uno, exceptuando el gordo, que resist'ia como un jabato. La movida acojonaba. Ahora s'i. Daba un poco de miedo porque era algo nuevo, y desconocido, y la verdad es que no me apetec'ia que me amputasen un pie por culpa de un puto bicho cabr'on. Lo mejor (de mejor nada) estaba por llegar: el rastro rojo que dejaba el veneno (o el bicho), pronto se torn'o cada vez m'as grueso y asqueroso, con volumen, de un color trasl'ucido... El rastro del veneno se estaba convirtiendo en ampollas. Flipas. Mu rico. Movidote. Suena fatal, lo s'e, pero visto todav'ia era peor. Todo este proceso dur'o varios d'ias, semanas, y cada vez ten'ia peor pinta el enfermo, porque el veneno (o el bicho!) se extend'ia por toda la parte superior del pie, como trazando pequenhas carreteras de un mapa, de un lado hacia otro, como buscando algo, hasta llegar a la altura del tobillo. Mi pie daba asco. Y 'estos, el Equipo, flipaban mucho, claro. Yo les ve'ia c'omo miraban mi pie, las caras que pon'ian, y digamos que tranquilidad no me transmit'ian. Pero yo, aunque repito que alg'un d'ia que otro s'i que me llegu'e a rallar un poquinho, como soy bastante huev'on para estas cosas, y como las medicinas no es lo que m'as gracia me hace, sab'ia (confiaba) que en el fondo no era grave, porque ni me dol'ia, y que tarde o temprano mi sistema inmunol'ogico acabar'ia con el veneno y lo expulsar'ia de mi cuerpo. Quer'eis saber el final??? Acert'e!! OEOEO'E! Mi pie volvi'o a tener un aspecto normal, al menos el de un ser humano. Eso s'i, como tres meses tard'o en desalojar mi pie el okupa y macarra veneno. Lo que tengo claro es que no me olvidar'e nunca de esa picadura, y tengo varias fotos muy guapis durante el proceso para aquellos intr'epidos que est'en intereados. Pero desde Myanmar ya estoy bien. Mis pies volvieron a ser Happy feet. </li>
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<li> Cenote Dos Ojos: cerca de Playa del Carmen fuimos a un cenote a hacer snorkel. Qu'e es un cenote? No, no es una cena a lo grande. Es una masa de agua dulce que puede estar al aire libre y bajo tierra, como en una cueva. Con un gu'ia, las gafunis, las aletas, y una linterna cada uno, nos sumergimos en el medio l'iquido y nos metimos en la m'as oscura cavidad. Grutas estrechas, salas m'as grandes, zonas al aire libre donde los rayos del Sol golpeaban en el agua para mostrar su color azul claro, otras zonas realmente oscuras donde daba miedete meterse, estalactitas y estalagmitas, pequenhos y miedosos peces, y siempre presente, un agua totalmente cristalina. Oh yes, el cenote fue un pasote! Otra gran experiencia, que al principio daba un poco de cague porque nunca sabes a qu'e tipo de bicho te puedes encontrar paseando bajo tierra, pero que luego te vas relajando, te olvidas de todos tus miedos, y disfrutas como una sirena buceando entre cuevas de piratas. </li>
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<li>Terremoto: segundo se'ismo serio que sufrimos este viaje (el primero fue en Santiago), y segunda vez que no nos enteramos de nada. Y en 'este no 'ibamos borrachos. Conste! Fue en DF, a media manhana, y nosotros est'abamos en el hostal al punto de salir. 7,8 grados!!! Senhores, eso es un cebatil. En el anho 85 hubo uno tambi'en en DF, de 8,1, y mat'o a 10.000 personas. Esta vez s'olo hubo un herido. El epicentro estaba m'as alejado de la ciudad, y era mucho m'as profundo que en el del 85. Menos mal. No hubo muertos pero s'i que se reflej'o en el mobiliario de la ciudad. Nosotros no d'abamos cr'edito cuando lo vimos luego en la tele, o las fotos de los peri'odicos, o cuando la gente nos contaba lo mal que lo hab'ian pasado cuando se tambale'o todo su edificio, como si fuera una torre de naipes. Una vez m'as (y que siga la racha), tuvimos bastante suerte. Y qu'e conho! Hace falta m'as que un 7,8 para derrocarnos!</li>
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<li>El entierro de la tortuga: una manhana, en la playa de Mazunte, hab'ia un tortuga en la arena. Como de un metro de largo y unos 30 kilos de peso. Muerta. Y all'i mismo que la enterramos, el vigilante de la playa y tres curiosos m'as que le ayudamos. Nadie sab'ia de qu'e hab'ia muerto, pero la verdad es que daba penita. Tal vez volvi'o a morir a esa playa porque es donde iba a poner sus huevos; o, simplemente, fue la marea la que la deposit'o all'i, ya muerta; o, quiz'as, en esta misma playa se enamor'o de una bella y graciosa tortuguita, cuando era joven (como 150 anhos antes), y desde ese mismo d'ia, se jur'o a s'i misma que, con su amada o sin ella, volver'ia a esa playa, y yacer'ia en esa arena. Por qu'e no? Hay que ver lo rom'antico que me pongo con las tortugas.</li>
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joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-85610587390868847392012-08-16T02:11:00.003-07:002012-08-16T02:11:56.669-07:00Días 164-167: ItacaréDespués de diez días, Leo y yo conseguíamos salir de la isla. Más parecía Shutter Island que Morro, de lo complicado que era escapar de allí. Nos fuimos un poquito hacia el sur, a otro lugar que todos los que lo conocían lo recomendaban, esta vez en el continente. Se llama Itacaré. Es un pueblo de pescadores, muy tranquilo, y bastante humilde, aunque poco a poco va atrayendo a más turistas. Y no siendo una isla, también está repleto de playas muy bonitas. Además, es el sitio de Brasil más barato en el que hemos estado, con unos precios bastante aceptables y que daba gusto estar después de tanta punhalada. Por otra parte, es totalmente diferente a Morro: esto estaba lleno de brasucos, y no de argentinos!<br />
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Si Morro fue playa, fiesta y convivir con mucha gente nueva, Itacaré fue m'as playa pero muy relajado y mano a mano. Se estaba muy bien y nos hubiese gustado pasar allí algún día más. Las puestas de Sol eran también impresionantes, y como ya he dicho, las playas eran pequenhitas, pero muy bonitas y coquetas (odio esa palabra). Estuvimos en varias, como en la de Tiririca, pero la mejor de todas era Prainha. Playaca! Para llegar hasta ella, había que cruzar de nuevo la jungla, y para variar hubo un momento en que nos perdimos, porque había mil caminos posibles y allí no había un maldito cartel de senhalización ni pasaba ningún lugarenho por el camino. La diosa Fortuna estuvo esta vez con nosotros, y llegamos bastante rápido y sin jamada alguna. Y eso: que la playa se las traía. Qué guapo. Era como la de Lopes Mendes en Ilha Grande: virgen. Una gozadica! Ni chiringuitos ni ná de ná. Casi ni gente había porque estábamos cuatro! Una playa no muy grande, limitada a izquierda y derecha por grandes rocas, con arena fina y blanca, con la jungla como telón de fondo, y con un mar muy molón! Por fin unas olas guapas de verdad! Bien de olas y bien grandes. Me recordaba a cuando viví de peque en Viveiro, Galicia. Allí sí que había olas! Es mucho mejor, más divertido, un banho con unas olas que te den respeto, que te men'een bien el cuerpo, y no hacerlo en un mar que parece una sopa: no hay color!<br />
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Y es que allí, en Itacaré, sí que le meten mucho y muy bien al surf. Tienen las olas perfectas, y parece que tiempo libre les sobra a los colegas. Joder, cómo viven algunos brasucos de relajaos! Qué bien se lo montan. En comparación con ellos, hasta los espanholes parecemos más estresaos que una hormiga china. Sí, sí, sí, vimos varios tíos jóvenes que surfeaban de puta madre, mucho level. Manejaban la tabla como si fuese un skate. Pero también se veía al típico madurete tomándoselo con calma encima de su tabla larga y gozárselo a saco. Y ninhos también. Recuerdo que le hice una foto a una mocosa brasileira, que no paraba de intentar pillar una ola tras otra ya cerca de la orilla. No pillaba una. Pero esa ninha, con su traje de banho de princesita, y su pelazo a lo afro, en cinco anhos hará trucos encima de la tabla que no los hemos visto ni en la tele.<br />
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Qué tíos. Es que si me pongo a pensar, no es que le pegasen bien sólo al surf, es que allí todo quisqui también jugaba de lujo al fútbol y también hacían casi todos capoeira. Unas máquinas, te lo digo! Daba gusto verlos. Playa, atardecer, y capoiera. Los cuerpos que tienen (es as'in), la velocidad, agilidad y exactitud con que realizan todos sus movimientos. Es impactante la primera vez que ves un espectáculo de capoeira en directo. Impresiona. Van mucho más rápido de lo que te imaginas, y el margen de error con el que trabajan es mínimo. Fue una pena no tener más tiempo (el puto tiempo!) , porque quer'iamos recibir tres o cuatro clases y no pudimos. Lástima. Next time!!<br />
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La falta de tiempo... Y eso que al final pudimos retrasar dos días nuestro vuelo a México. Si no lo llegamos a hacer, lo perdemos. Vaya estrés esos días con el cambio de vuelo, sus muelas! Eso nos pasó por atraparnos más de la cuenta en Morro... Pero, como casi siempre, todo nos salió a pedir de boca. Pudimos estar dos días más en Itacaré; pudimos pillar un bus hasta Sao Paulo, en lugar del vuelo interno que costaba un ojo de la cara; y como colofón, pudimos pasar una última noche de farra en la ciudad, y con unas chicas espanholas, muy majas, que conocimos en Morro y que una de ellas nos dejó instalarnos en su piso esa última noche en el país de la samba.<br />
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Después de un completísimo e involvidable mes y medio, abandonamos Brasil. Y dejábamos atrás también a Sudamérica. Qué pasada, qué rara es la percepción del tiempo. A veces me parece que hace sólo un mes aterrizábamos en Bogotá, nuestro primer destino, y otras tantas veces, parece que hayan pasado ya tres anhos. Colombia, Panamá, Ecuador, Per'u, Bolivia, Argentina, Chile y Brasil. Siento la expresión (bueno, no, realmente no la siento), pero casi me pongo palote al recordar todo ello. Inolvidable, irrepetible, y casi seguro que, inmejorable. Sudamérica: qué gran continente. Muchas gracias por todo! Y sobre todo: millones de gracias, besos y abrazos a toda la gente maravillosa que hemos ido encontrando por el camino. Gracias!! Gracias por todas las experiencias vividas y por todo el amor compartido. <br />
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Y, ahora qué?? Ahora, VIVA MÉJICO, CABRONES!!!!<br />
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<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-82150613112648171622012-07-31T17:52:00.002-07:002012-07-31T17:52:52.559-07:00Días 154-163: Morro de Sao PauloMorro es una isla pequenha, muy bonita, muy divertida, y que tiene algo que te impide salir de ella con facilidad. Ahí la vida es tan cómoda, simple y fácil... Tienes, andando dos minutos, todo lo que necesites: la playa, el bar, el súper, los puestos de comida, la fiestaca nocturna, la pequenha colina para ver los atardeceres... Todo, absolutamente todo, está a tan sólo dos pasos. Y, lo mejor de lo mejor, es que, nuevamente, se puede vivir únicamente con el banhador puesto! Bieeeeen! Banhador, dinero en el bolsillo y el balón. Eso es lo que llevábamos Leo y yo para pasar todo el día. Parecíamos Oliver y Benji en modo naúfrago. Qué feliz, qué vivo se siente uno andando descalzo a cualquier parte. Sentir la Tierra bajo tus desnudos pies no tiene precio.<br />
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La vida en esa isla consiste en playa cuando hay Sol, y fiesta cuando no lo hay. Todos los días. Es simple, pero nunca falla. Pasábamos las horas del día metidos en el mar, tirados en la arena, pegándole al balón, buscando monos, dándonos banhos naturales de arcilla, o trepando por las palmeras. Y siempre, siempre, siempre, con el mar presente. Ese mar calentito y limpio. Había un paseo hasta la playa de Gamboa, la más alejada (porque había varias y todas a mano), que era un pasote. Precioso. Ibas andando por la costa, pisando la arena de la playa (o nadando directamente si la marea estaba muy alta), con el mar turquesa a la derecha, y la isla con sus rocas y palmeras a la izquierda. El paisaje era tremendo, uno de los más bonitos de todo el viaje. Te sentías feliz de estar allí, de poder verlo, de estar presente entre ese arema, ese mar, esas rocas, plantas y palmeras que, en su conjunto, formaban la perfecta postal. Un paraíso.<br />
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Y cuando el Sol caía y llegaba la noche... Ay, m'ama, cómo lo pasamos! Salimos todas y cada una de las diez noches que allí estuvimos. Y lo hicimos todo el grupo del hostel, que allí no se escaqueaba ni el Putas. Sí, sin duda alguna, éste es un nuevo y claro ejemplo de que el alcohol une. Y tanto! Nuestra historia, nuestro cuento en Morro podría empezar así: "Érase una vez, una botella de cachaza se abrió en una islita del Brasil...". Y se abrió una y se abrieron treinta, y todos fuimos felices y comimos perdices. En efecto, la caipirinha hizo que nos conociésemos todos, y nos mantuvo juntos, y nos mantuvo bien.<br />
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Esos días en Morro se formó en el hostel un grupo de gente de puta madre. Éramos en total unos doce, más o menos: algún espanhol más, gente de Chile, de Brasil, y sobre todo, muchos argentinos, y casi todos de Buenos Aires. El caso es que engrasamos todos muy bien desde el principio y ya casi no nos separamos en diez días: playeábamos juntos, cenábamos y bebíamos juntos, y después nos 'ibamos todos juntos de farra la mar de bien. Esos días lo pasamos muy, muy guay. Y eso que sólo estábamos Leo y yo del Equipo! Pero ese factor, sin duda alguna, permitió que conociéramos a más gente y fuéramos más abiertos y sociables. Porque al estar siempre cuatro, hay veces que pasas del resto del mundo y no haces el mínimo esfuerzo por conocer a otros. Así que como casi todo en esta vida, la desarticulación del Equipo por unos días tuvo sus pros y sus contras. Pero esta vez le sacamos partido el estar los dos solos, y Morro ha sido el lugar donde más gente hemos conocido y con la que hemos convivido en el mismo sitio.<br />
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Además de lo bonita, cómoda y divertida que es la isla, ése fue el motivo por el que nos atrapamos tanto tiempo en Morro: por la buena companhía. Íbamos para 4-5 días y nos quedamos diez. Pero es que es realmente complicado salir de las islas brasucas!! Pensaréis: "Borja, manho mío, vete al puerto, te pillas un maldito barco, y te piras!". Ya. Tiene sentido. Parece fácil, pero no, no es tan simple. De verdad que no lo es! Yo tenía la teoría de que si te quedabas en la isla un mes seguido, ya no salías nunca. Jamás en la vida. Y había ejemplos de ello, porque teníamos fichados ya varios personajes muy peculiares. Dignos de novela. Vaya cracks! Ésos se quedaron una semana de vacaciones más de la cuenta y allí siguen, 30 anhos después. Viejunos locos, artesanos, hippies con rastas blancas a lo Gandalf, fiesteros y borrachos... Existía una pequenha fauna de unos 50 anhos de edad media que era muy curiosa, por decir algo. Y algo les daba la isla, está claro. Algo nos daba a todos. Ellos eran ''los ninhos perdidos". Que ya no eran ninhos, pero que seguían muy, muy perdidos. O no tanto...??? Uuuummmm.... (Y me meso las barbas).<br />
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El hostal estaba muy bien, y aunque cada noche nos teníamos que pelear con el seguranza, que era un puto nazi y nos bajaba la música súper pronto, merecía la pena ya sólo por el patio interior, con sus bonitos y olorosos árboles y sus hamacas de luxe. Joder con las hamacas! Qué gran invento, y cómo atrapan las jodías. Son como telas de aranha de dos metros: como caigas dentro ya no sales. Tambi'en me acuerdo mucho de las fiestas en la playa, que eran gratis (no había que pagar entrada) y eran las mejores. Los banhitos al amanecer, después de salir y antes de dormir. Los sensacionales atardeceres que había cada día, y que se veían de fábula desde la terraza de un garito que estaba en lo alto de una colina, con tu birrita en la mano. Recuerdo a Jefferson, el ninho Dios. Que nos honró una vez con su presencia, ya que fuimos sus elegidos, y compartió con nosotros su inmensa, pura e incomparable felicidad. Recuerdo también las risas que caían con los palabros en castellano y en argentino, porque hablamos igual pero siempre salen cositas. Aprendiendo todos tacos a marchas forzadas.<br />
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Además de las noticias llegadas de Espanha por las que Javi se había ido hace días, también me llegaron algunas otras tristes por parte de mis padres. Malas noticias en forma de enfermedades, pérdidas de amigos... Una mierda, vamos. Y recuerdo, perfectamente, hablar con ellos por teléfono desde Morro, contándome todo eso, y diciéndome que aprovechase a tope el viaje, que había hecho muy bien por emprenderlo, y que intentase ser lo más feliz posible en cada momento, porque nunca se sabe qu'e te depara la vida. Aunque me dio pena lo que me contaron, también me alegré por otra parte. Mis padres ya me habían apoyado en su momento con lo del viaje, y aunque yo ya tenía claro que había hecho bien haciéndolo, me alegraron mucho sus palabras. Y es que, gente, lo del Carpe Diem no es hablar por hablar: lo es todo. De verdad lo pienso. En cualquier momento te puede pillar un puto cáncer de mierda, un maldito accidente, o un jodido tsunami. Es así. La vida es corta, demasiado corta para algunos, y puede sonar a una frase ya hecha, pero es que no nos damos cuenta realmente de lo efímera y breve que es. Hay que vivir la vida, exprimirla, sacarle todo el jugo, cada uno a su manera, haciendo lo que de verdad te guste, te motive y te haga feliz, y por eso cada día estoy más contento de haber emprendido la aventura de este largo (o corto?) viaje. Al final es otra vez lo mismo, es lo de siempre: el Tiempo. Todo gira en torno a ese segundo que pasa infinitas veces y que nunca se para ni nunca mira hacia atrás. Administrar, gestionar, aprovechar al máximo ese segundo que pasa, lo es Todo. Ni más ni menos.<br />
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<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-35544149180020957812012-07-25T00:47:00.000-07:002012-07-25T00:47:09.271-07:00Días 149-153: Salvador da BahiaAbandonamos, por fin, Río. Y digo por fin porque ya es lunes, han pasado nueve intensísimos y locos días, y en la ciudad ya no hay ni rastro del carnaval. Y lo siento, pero yo no entiendo a Río sin el carnaval y al carnaval sin Río.<br />
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Aun así, no llegamos hasta nuestro destino hasta el miércoles casi de noche. Después de tener que pasar el lunes por la noche en la estación de buses porque no quedaban billetes (te sale gratis la noche pero yo dormí cerete), nos tocó pegarnos un viaje eterno, donde hubo como tres roturas de motor (ya son todo un clasicazo) con sus respectivos cambios de autocar. Y ahí ni te devuelven parte de la pasta que has puesto, ni te piden disculpas, y ni siquiera ves a la gente quejarse. Tienes que hacer de la paciencia tu bandera y la resignación como respuesta, no queda otra. Y menos mal que todavía no nos ha tocado un conductor de éstos que se quedan Soppinstant al volante, o un completo maníaco que se cree Carlitos Sainz cuando se va al Dakar, porque los hay.<br />
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Entonces, finalmente, eso es: después de un día y medio metidos en buses varios, llegamos a Salvador. Esta ciudad es completamente diferente a Sao Paulo o Río. Es bastante más pequenha y en 2-3 días puedes visitar todo lo interesante. Y eso es lo que hicimos. Queríamos conocer el noreste de Brasil porque habíamos leído y nos habían dicho que era otro rollo totalmente diferente a lo que habíamos visto, y la verdad es que así es. La música, la comida, la religión, las costumbres de la gente cambian por estos lares. Digamos que es un Brasil más auténtico, más negro, donde sus raíces laten más fuerte.<br />
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Dicho esto, no viviría jamás en Salvador. Unos pocos meses, como mucho. Tiene sus zonas para vivir muy agradables, pero son pocas, ya que es una de las ciudades con mayor porcentaje de favelas que hay. Es un lugar muy interesante y divertido para conocer y visitar unos días, pero imagino que es un conhazo pasarte allí más de un anho. Eso sí, el centro histórico de la ciudad es muy, muy interesante. Pequenhas y estrechas calles adoquinadas, llenas de artistas vendiendo sus cuadros, de artesanos armando a mano bongos y timbales, pequenhos museos, bares con encanto de todo tipo, y grupos de percusión y de capoeira ensayando en las plazas. Muuuuuy guapo. Ese barrio tiene un rollo especial, donde se respira arte y mucha música por cada vieja esquina.<br />
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Un día fuimos a visitar una iglesia que estaba en un barrio en la otra punta de la ciudad, pero mereció la pena. No soy muy fan de las visitas a las iglesias (creo que me he hinchado ya), pero ésta tenía algo diferente. Es una iglesia donde veneran a un cristo desde hace anhos, y que es famoso en todo Bahia y en medio Brasil, ya que, supuestamente, realiza milagros. Es el cristo del Bom Fim. Gente de todo el país (y de fuera) va hasta allí para dejar su petición al cristo, o para dar las gracias por la ayuda recibida. Es el santo y senha de la religión Candonblé, que se practica mucho por esta zona y es uno de los símbolos de esta sociedad. Esta religión es afro-brasilenha, con algún aspecto católico, y la trajeron aquí los esclavos africanos que llegaron a Bahia. Su nombre significa "baila en honor a los dioses", los Orishas, y el baile y la música son muy importantes en esta religión, y por lo tanto, en esta ciudad. También practican ceremonias afro-brasilenhas de vudú, pero a eso no llegamos... Aunque no hubiera estado nada mal presenciar una sesi'on.<br />
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El caso es que me intrigó la historia del cristo, y allí que fuimos. Es realmente impresionante llegar allí y ver toda la reja, de dos metros de alto, que rodea el recinto de la iglesia, completamente llena de cintas de colores que te venden allí mismo, y que van atando las miles de personas que acuden allí anho a anho. Esas cintas son el símbolo de la fé del ser humano, ni más ni menos. Aunque, lo que de verdad es sobrecogedor, es meterse dentro del edificio, y llegar hasta un pequenho cuarto que hay al final del edificio, en el ala derecha. Un cuarto de unos 16 metros cuadrados, lleno hasta arriba de fotos, cartas, dedicaciones, cuadros bordados... Todos ellos dando las gracias al cristo por los milagros recibidos. Y hablaban de enfermedades realmente chungas. Pero lo más brutal estaba en el techo: totalmente inundado de piernas y brazos ortopédicos, de personas que los hab'ian llevado all'i porque ya no los necesitaban gracias al senhor de Bom Fim. Tenía que ser un sitio que desbordase felicidad, y así lo era, pero a mi ese cuarto me daba un mal rollo que te cagas. Aunque no podía dejar de mirar y mirar sus paredes, de leer y leer las milagrosas historias. En fin, yo no creo en nada de todo esto, o me cuesta horrores llegar a creeerme algo. Pero allí sentí algo, no sé el qué. E hice como siempre que he pedido algo: cosas buenas para la gente buena. <br />
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Por el norte sí que le dimos fuerte a la comida típica de la zona. Seguíamos sin poder ir de restaurantes, pero practicamos mucho, Leo y yo, los puestos callejeros. Acarajé, acaí, tapiocas y varias movidas más muy ricas, baratas (para ser Brasil) y típicas de Bahia. Otro punto a favor de Salvador fue el hostal. Aunque estaba muy bien situado, justo delante de la playa, con un terrazote brutal para beber caipirinhas hasta el amanecer (que me pasaba siempre), lo de verdad bueno fue la gente que conocimos allí. En un par de noches hicimos colegas y ya formamos un pequenho grupo para irnos juntos a Morro. Porque allí, todo el mundo que estaba en Salvador, se pasaba siempre unos días por Morro. Morro de Sao Paulo es una islita de Bahia que estaba en nuestros planes y que a mí ya me habían recomendado. Así que después de tres noches y dos días en Salvador, pusimos rumbo de nuevo a otra isla brasileira. Y, amigos, casi no salimos de ella!!<br />
<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-85845681386067825982012-07-18T05:14:00.000-07:002012-07-18T05:14:03.857-07:00D'ias: 139-148: R'io de Janeiro (Carnaval)''No, no hay que llorar,<br />
que la vida es un carnaval<br />
y las penas se van cantando...''.<br />
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Es una de mis canciones favoritas de siempre; lo extranho es que me di cuenta de ello durante este viaje. Y no lo hice en R'io, sino mucho antes: en ese pequenho para'iso en la Tierra que es Capurgan'a (Colombia). Pinha y yo todav'ia hablamos de esa playa, sentados en nuestro banco de madera frente al mar, y respaldados por nuestro amigo el 'arbol. Ah'i, al anochecer, de vez en cuando, sonaba esta peazo de canci'on, cantada por la grand'isima Celia Cruz. Desde esos d'ias (hace ya como medio anho) no puedo quitarme de la cabeza (y ahora Leo tampoco) ese ritmo, esa letra, con ese mensaje tan alegre, optimista y buenrollero.<br />
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Lo primero que haces nada m'as llegar a la ciudad es buscar el famoso Cristo. Y no tardar en verlo, aunque la primera impresi'on es que no es tan grande como te lo esperabas. Error: m'as tarde te dar'as cuenta de que es enorme pero que t'u ahora mismo te encuentras a tomar por culo de la conocida estatua.<br />
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Estamos en R'io, qu'e emoci'on; pero no tardas en bajar del cielo: el susto que te mete el primer taxi que pillas desde la estaci'on al piso en cuesti'on es de quitar el hipo. Senhoras y senhores, prep'arense, porque vienen curvas. Al final acabamos en esta ciudad y no en Salvador gracias a las gestiones de un amiago brasuco de Javi, que nos consigui'o a 'ultima hora un piso all'i. Si Brasil est'a carete (c'omo est'an los t'ios de a tope, eh? compr'andonos deuda como locos), imaginad c'omo puede ser la ciudad de R'io y en la semana de carnaval... Un cebatil. As'i que para combatir (y sobrevivir a) los abusivos precios, hay que mont'arselo como uno pueda, como nosotros, que dorm'iamos cinco personas en un piso de una cama. Al despertarnos cada d'ia eso parec'ia un campamento de refugiados. Estaba gracioso. Y sucio. Qui'en me iba a decir a m'i un anho antes que iba a pasar el siguiente carnaval en R'io de Janeiro , y viviendo en el mismo piso con dos franceses y dos ingleses (Justin y Sham, los que conocimos en Sao Paulo). Adem'as, los chicos de London, uno es negro de or'igenes caribenhos, y el otro es de raza india. Vamos, que cuando nos hac'iamos las fotos en el piso antes de salir de farra eso parec'ia una anuncio de United Colours of Benetton.<br />
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Junto con el hecho de sobar con el saco en el suelo e ir rot'andonos la 'unica cama, todos los d'ias deb'iamos de practicar el mismo ritual para no vaciar nuestros bolsillos en media hora. Consist'ia en hincharnos de comer algo muy, muy consistente, y en preparar ''los biberones'' mezcladitos de alcohol. Una vez bien comidos, duchaditos, y con provisiones para la larga jornada, ya pod'iamos abandonar el pequenho cuartel general para afrontar un nuevo d'ia en las calles de la ardiente R'io.<br />
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El carnaval de R'io es una locura, una gigantesca fiesta en las calles, plazas, parques y playas de esta ciudad. No he ido a otros carnavales, pero s'i he estado en muchas fiestas multitudinarias de pueblos o ciudades, o en muchos festivales de m'usica llenos de gente al aire libre; pero, seguramente, el carnaval de R'io es la fiesta en la que con m'as miles de personas me he juntado. R'ios, mares, oc'eanos de personas! Daba igual que fuesen las dos de la noche, las cuatro de la tarde o las nueve de la manhana: si hab'ia un bloco tocando, hab'ia gente, hab'ia carnaval. Los blocos son los grupos de m'usica, generalmente de percusi'on y algo de viento, que van tocando por partes de la ciudad a diferentes horas y d'ias. A ellos se les van uniendo miles de personas durante varias horas, sin parar. Los blocos son el carnaval y el carnaval son los blocos.<br />
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Vimos varios, claro, pero el mejor fue uno que lo pillamos desde el principio hasta el final. Eran las jodidas 14.00 horas, con un calorazo insoportable, un solaco que te dejaba KO, y todos, miles de personas, bailando como posesos en un parque, y mirando al cielo de vez en cuando, pidiendo por un poquito de lluvia para refrescar ese intenso (pero genial) infierno. No llovió, pero ahí estuvimos como cinco horas bailando con ese bloco, engullidos por la marea interminable de gente, sin ninguna gana de querernos salir de all'i, pero, sin ser conscientes de que aunque hubi'esemos querido irnos, quiz'as tampoco hubi'eramos podido. Locur'on m'aximo. Gente y m'as gente, disfraces, alcohol, sudor, colores, calor, marihuana, m'usica, risas, empujones, miradas, pisotones, vapores, serpentinas, y besos, muchos besos...<br />
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Aayy... Y la m'usica, la M'USICA!!! C'omo tocaban esos pavos! Era el bloco m'as canalla de todos, el m'as punky, el m'as pirata; y tocaron aut'enticos temazos, rollo jazz, y temitas muy funky. Muy buenos! Me recordaron a otro m'itico carnaval al que tambi'en me encantar'ia conocer alg'un d'ia: el de New Orleans. Al que le guste la m'usica, y m'as en concreto las bandas de jazz, de R&B, de Funky... Por favor, que se baje la serie Trem'e, ambientada en un m'itico barrio de esa ciudad despu'es del Katrina; se lo gozar'a mucho.<br />
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Toda esa combinación de factores es el carnaval a pleno d'ia, a pleno rendimiento. Un no parar de energ'ia, de amor, de ritmo, de sexo, m'usica y alegr'ia. Y he dicho antes lo del tema de los besos, no? Debe de ser que se ha ido poniendo de moda lo de los besos en R'io por el carnaval, porque all'i todos los tipos van pidiendo besos o metiendo el morro directamente muy a saco. Esta todo el mundo s'uper c'erder esos d'ias en esa ciudad. Cachondismo a tutipl'en. No s'e c'omo ser'a el resto del anho por esos lares, pero puedo asegurar, porque estuve una semanita rondando por all'i, que todo quisqui, que hasta el m'as tontico que por all'i pasaba, pill'o (al menos) un beso, un piquito. S'i! Pilló beso todo el mundo! Menos yo! Qué canha me metía Anita! Jaja! Aqu'i anuncio, p'ublicamente, que, con casi toda seguridad, puedo afirmar que fui el 'unico trucho que no se bes'o durante esos d'ias en R'io.<br />
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A pesar de esta falta superlativa de 'osculos hacia mi persona, tengo que decir que me lo pas'e como los indios. Cojonuten! Muy, muy divertido. Cómo lo pasamos. Hay cientos de fotos que dan fe de ello. Y no, no me llegué a enamorar de R'io, como le pas'o a Anita desde el principio (ella quiere vivir all'i en el futuro); ni Brasil me ha dejado tanta huella como pensaba que me iba a dejar; pero por supuesto que no puedo negar que es una bell'isima ciudad, y que cuando llega el carnaval, s'i que se lo saben montar y a lo grande. Y es que festejar en la calle, al aire libre, siempre es lo mejor. El ver miles de personas de todo el mundo, alegres, bailando, cantando, borrachos, disfrazados, eufóricos, crea un buen rollo enorme, y entonces toda esa energ'ia se concentra, se va transformando y se vuelve poderosa. Es una fuerza de energía difícil de controlar. No entiendo c'omo, en el anho 2012, todav'ia hay mucha gente que subestima el asombroso y tremendo poder que puede llegar a ejercer la M'usica en una masa de gente.<br />
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Entre bloco y bloco, paseo y paseo, bus y bus, y porque al final nos quedamos m'as d'ias all'i, pudimos ver y conocer pr'acticamente todo R'io. El barrio de Botafogo que es donde estaba nuestro primer piso, Copacabana, Ipanema, Leblon, Fluminense, Santa Teresa, Lapa... Realmente es una ciudad cinco estrellas. La playa que va de Copacabana hasta Leblon pasando por Ipanema es una aut'entica pasada; un lugar donde perderte cada d'ia de la semana al salir del curro, donde sentarte y sentir la arena en tus pies desnudos y contemplar ese bravo (y curiosamente siempre fr'io) mar; o ver a ellos jugar al f'útbol, o a ellas, simplemente, caminar. Otro día, "había que hacerlo", llegamos a subir al Corcovado, al famoso Cristo. Y despu'es de subir en un tranv'ia muy mono, y de pagar el pastizal para entrar, llegas all'i arriba y... Y yo no sent'i nada. Nada especial. Quiz'as algo de v'ertigo cuando me asomaba hacia abajo, pero nada m'as. Hab'ia gente ah'i arriba que estaba como en 'extasis, a punto de estallar de placer. Pero no fue mi caso. Me fliparon las vistas, porque se ve todo R'io a la perfecci'on. Te haces una buena idea de cómo es realmente la ciudad. Y me gust'o mucho subir justo al atardecer, y sentir all'i arriba el cambio del d'ia a la noche. El cambio paulatino de colores, las luces... Pero nada m'as, podr'ia haber estado all'i cualquier estatua; me parece a m'i que los jesu'itas no llegaron a inculcarme muy a fondo todo lo que ellos hubieran querido.<br />
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Santa Teresa es otro barrio muy guapi de la ciudad. Est'a en plena colina y subirlo y bajarlo a pie con cuarenta grados a la espalda es bastante movidica. Pero es muy bonito. Tiene pequenhas tiendas de arte, garitos guapos, y muchos grandes casoplones antiguos que le dan mucha clase a sus calles. Casonas viejas, con jardín, bonitos patios, y verdes y vivas enredaderas recorriendo sus muros, como tatuajes en la piel. En lo alto de este barrio pasamos nuestras dos 'ultimas noches, en una posada que estaba en plena favela... Pero eso lo cuento luego, antes no puedo retrasar m'as el hablar de nuestro verdadero barrio, donde no dorm'iamos, pero en el cual acabamos todas y cada una de las 9 noches que pasamos en la ciudad. El aut'entico e inimitable barrio de Lapa. Lapa Rules! Qu'e tiene este barrio? Fiesta callejera, brasilenhos, el verdadero y real carnaval. Es un barrio obrero, humilde, con ra'ices. Es el barrio donde muchos guiris no quieren ir o al que algunos brasucos tampoco van y te dicen que no lo pises ni loco. Es un barrio un poco especial , s'i, pero tampoco es para tanto. Acabamos all'i la primera noche y ya no dejamos de ir nunca m'as. Aunque se acabase todo en la ciudad, aunque no hubiese ni un bloco m'as, sab'iamos que siempre habr'ia gente, siempre habr'ia algo en Lapa. La primera noche recuerdo un pequenho grupo de percusi'on que ya estaba acabando, en una estrecha calle del barrio, y hab'ia un t'io en el centro dirigi'endoles a todos, anim'andoles, manteni'endoles cachondos. Era brutal, porque fue el primer contacto de verdad con el carnaval. El t'io era un crack, como un jefe loco de una tribu africana. 'El era su cham'an, y ellos tocaban lo que los dioses a 'el le indicaban.<br />
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Siempre acabámos en Lapa, era como un imán. Allí conocimos al Caipirinha Master; ése era nuestro apodo para él, porque su nombre sigue desconocido y, adem'as, no interesa. Qué tío! Preparaba las mejores caipirinhas de la ciudad, y las más baratas! En su puesto callejero las preparaba por doquier y nosotros fuimos sus clientes VIP por una semana. Lapa molaba. Tiene carácter. Mucha música. Y la gente iba fina, pero eso también pasaba en todos los barrios. Lo que en éste, sí recuerdo un olor muy fuerte, intenso, interminable, hechizante... Como si fuese el olor del jabalí que atrapaba siempre a Obelix. S'i, ese tipo de olor, como si fuera una espesa manta que te cubre. Nunca había olido a tanta marihuana en plena calle en toda mi vida. Ni Zaragoza, ni Medellín, ni Amsterdam ni leches. Esa calle del barrio de Lapa parecía una convención internacional por el progreso del cannabis.<br />
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Bufff... Hay miles pequenhas historias que contar, pero esto se hace mu largo. Vamos rápido: latas, latas, latas por todas partes! Dios mío, qué esta pasando, nos invaden las latas! Así te sentías por la calle. Había millones de latas (casi todas de birra) esparcidas por todo Río. Exagerado. Me encantaría poder darle a un botón y saber cuántas se recogieron sólo en esa semana y en esa ciudad. Estoy seguro de que ninguno os lo creeriais. Era el Imperio de la lata, y cientos, quizás miles de personas curraban recogiéndolas, para cambiarlas luego por cuatro centavos que les darán. Otro tema: los ninhos de la cancha de fútbol-sala que teníamos justo debajo del primer piso, en Botafogo. Uno jugones! Mucha clase, casi todos descalzos, jugando muy rápido, y mofándose y picándose los unos a los otros con regates imposibles. Luego les pierde la samba, pero cómo juegan estos brasucos. Y como hablo de los ninhos, también hablo de las ninhas: me flipan los pelazos que llevan algunas por aquí! Esos pelos rizados, hacia arriba, rollo afro. Ummm... Molan mucho. En otro orden de cosas, tambi'en habría que comentar que la última noche me atracaron, en Lapa, pero que no me pasó nada. Esa noche, la última de fiesta, acabamos los tres separados, sin saber muy bien cómo. Y bueno, a mí me pasó lo que podía pasar perfectamente: un tío blanco, solo, borracho, de noche, en carnaval de Río, y en Lapa, es más que una probable presa para un atraco. Mucha gente ni lo sabe pero es que no fue nada grave: me tiraron al suelo por detrás, me fui a volver, me dieron una bofetada en la cara, me gritaron algo en brasuco, me quitaron el dinero de un bolsillo, y se piraron corriendo. Nada más. Reminder: no pasear solito por donde no debo. En fin, en este especie de cajón desastre de recuerdos del carnaval, me dejo para el final, nada más y nada menos,que mis preciosos pies. Cómo llevo los pies, senhores! Brasil, y el carnaval, es lo poco que les faltaba para estar más asilvestrados que nunca. Son mis nuevos pies, mucho mejores, tiene nosmbre, son los: Happy feet.<br />
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Decía antes (que me pierdo) que las dos últimas noches las pasamos en una favela, en Santa Teresa, arriba del todo de la colina. A ver, era una favela muy peque, y parece que tranquila, sin guerras de droga ni nada de eso. Por lo menos de momento. Todo el mundo sabía dónde estabas alojado y todos te saludaban y no hubo ni el más mínimo problema. Ni siquiera llegando solo y por la noche. Fue una gran elección: un sitio tan diferente, en aquel curioso lugar. Me encantó. Aunque seguía siendo caro, era barato para ser carnaval. Y tenía un terrazote que era muy crema. Lo mejor del sitio. Se veía medio Río. Teníamos debajo todo Santa Teresa, y al fondo, el Pan de Azúcar. Se estaba de lujo. <br />
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La última noche, ya sin farra, nos quedamos tirados en el suelo de la gran terraza. Descansando, con una temperatura muy agradable, mirando a las estrellas. Al final, de lo bien que se estaba (y de la tremenda reventada que llevábamos en el cuerpo), ni bajamos hasta la cama, nos quedamos sobados, tirados en el suelo de la terraza. Y yo me acuerdó que me dormí pensando en perros. En los perros de la favela, que estaban callados, y de repente, sin saber por qué, empezaron a aullar todos ellos. Las decenas de perros que había empezaron a ladrar, se estaban contando cosas, los unos a los otros, y yo me preguntaba el qué. Qué se contarán los perros? Se reirán a veces de nosotros? Tienen diferente acento según sean de una zona del planeta u otra? Cosicas... Y así me sobé, y así acabé mi primer e inolvidable carnaval de Río: pensando en perros con acento portugués.<br />
<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-88354464845051024732012-07-10T04:57:00.000-07:002012-07-10T04:57:02.313-07:00Días 134-138: Ilha GrandeDejamos todos Flor el mismo día, pero por separado: Anita y Javi salían algo antes hacia Sao Paulo para que Pinha pillase el vuelo a Espanha. Allí nos reuniríamos el resto con ella para ir todos juntos a Paraty. Ése creo que era el plan inicial, pero no salió así. Al final, por problemas de escasez de billetes de bus en Sao Paulo, los altos precios, y la deficiente comunicación vía Facebook con Anitosss, nosotros acabamos (las canadienses, Leo y yo) en otra isla, mientras que Anita pudo llegar a Paraty y prefirió quedarse allí unos días.<br />
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Nosotros, tras un bus eterno, tras hacer una escala de varias horas que aprovechamos para dar largos paseos por Sao Paulo, después de otro trayecto en bus, y un último viajecito tumbados en la parte de arriba de un lento barco, llegamos a nuestra siguiente parada, una nueva isla: Ilha Grande.<br />
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Ilha Grande es bastante más pequenha que la anterior Ilha Santa Catarina, y tampoco hay ningún puente enorme que la mantenga pegada al continente americano. Está situada bastante más al norte que Flor, muy cerquita de Río de Janeiro. Es una isla más bonita, con más encanto, menos explotada y, por lo tanto, con su parte más salvaje. Pasamos allí tres noches, puede que cuatro, y lo hicimos todas ellas en un camping, lo que nos vino de perlas pal bolsillo. Llevábamos con nosotros la tienda de campanha de Chile.<br />
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La isla, como todas las de Brasil, tenía su fiesta por la noches, pero como en Flor, aunque siempre dábamos una vueltica por la noche y palpábamos el ambiente (hombre, por favor), nos lo tomamos con bastante calma y no nos liamos mucho. El carnaval se acercaba peligrosamente (sólo quedaban 3-4 días!) y había que guardar fuerzas y pesetas. De este modo, al siguiente d'ia, nos despertábamos pronto y con ganas de patear, conocer y descubrir los secretos que escondía la isla. Y aprovechábamos a tope todas las horas diarias de Sol. Además, en Ilha Grande la recompensa era doble, ya que los paseos por ella eran de dejarte boquiabierto en seg'un qu'e tramos.<br />
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Un día fuimos a la famosa playa Lopes Mendes. Preciosa. Brutal. Después de meternos en la selva, pasar otras dos playitas por el camino y adentrarnos dos veces más en la jungla, y tras andar en total más de dos horas, llegabas, por fin, a la maravillosa Lopes Mendes. Una de las mejores de Brasil (dicen), y una de las mejores de este viaje y de toda mi vida. Una playa larga (de varios kilómetros), ancha (donde no hay problemas de espacio aun cuando sube la marea a tope), respaldada por la jungla detrás, con la arena m'as fina y más blanca que hubiera visto jamás, con un mar limpio y claro, de pequenhas y medianas olas perfectas para iniciarse en el surf. Y lo mejor de todo: permanecía vírgen. Sin edificios, hoteles, tiendas, bungalows, casetas o quioscos. Sólo la jungla, la arena, el mar y el cielo. Casi ná. Eso sí, había en toda la playa como cinco vendedores ambulantes. Unos tíos que vendían todos los mismos productos (bolsas de patatas fritas, latas y bocatas), al mismo precio (una jodida barbaridad), y que cuando atardecía (y después de vender casi todo), recogían sus carretillas, no dejaban ni un solo rastro de su presencia, y volvían al día siguiente para hacerse otro fajo de billetes. Eran ricos, de verdad; y una puta mafia. Que no se te ocurra ir a vender una sola piruleta a esa playa porque al segundo día no sales de la jungla. Vaya business tenían los colegas. Lo bueno es que la playa seguía intacta, sin edificación alguna, sin un solo papelito de basura, sin un solo rastro del hombre. Ahí la dejamos, casi al anochecer, sola, descansando. Cogiendo fuerzas para deslumbrar de nuevo al siguiente amanecer.<br />
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En la caminata por la jungla me di cuenta de dos cosas: una, es que Tamara es el ser humano más rápido que he visto moviéndose a través de la selva. Flipas con la ninha, iba volando bajo. Parecía Depredador (Predator?). Me daba miedo seguirla y empezar a encontrarme en lo alto de las palmeras a tíos desnudos, muertos y con la piel quitada, como en la peli. La segunda cosa es que no estoy teniendo suerte con los monetes, y me jode. Llavábamos casi cinco meses de viaje por Sudamérica, recorriendo varios tramos de jungla en diferentes países, donde supuestamente en todos hay monos salvajes; lugares donde la penha les ha oído, les ha visto, e incluso les ha sacado buena fotos... Allí, en esa isla, durante ese camino, también todo cristo pudo ver a los monos. Pero yo seguía sin ver un solo mico!! Sé que nos llevaríamos muy bien, no entiendo qué pasa. En fin, una jamadica. Al final voy a volver a Espanha y voy a contar que he dormido hasta con gorilas, para no quedar como un pringui.<br />
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Ese día en Lopes Mendes lo aprovechamos a saco, y apuramos tanto en la playa, tanto, que al final... Al final se nos fue de las manos, como siempre. Cuando nos dimos cuenta había que largarse pitando porque ya estaba anocheciendo y nos íbamos a quedar a mitad de camino, en la jungla, sin luz. Y así fue. Cómo no! Esta vez no nos perdimos en la jungla, como en otras ocasiones, ya que había una especie de caminillo bastante bien marcado debido al paso de turistas y nativos, pero sí que nos quedamos medio atrapados en ella por falta de luz. Sin poder ver, sin linternas (en el camping, guardadica en la mochila; muy bien, sí), sin nada de nada. Sólo la más oscura, negra y aterradora oscuridad de la noche en la espesa jungla nos envolvía. Un camino invisible bajo nuestros pies descalzos, lleno de rocas grandes, piedras pequenhas, ramas, raíces, agujeros y bichos. Y muchos, mogollón de ruidos y sonidos de desconocidos animales, cerca y a lo lejos, que se mezclaban con nuestros jadeos y nuestros juramentos cada vez que nuestros dedos de los pies chocaban con alguna puta roca.<br />
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Así estuvimos más de una hora, Leo y yo solos, hasta que pudimos atravesar la selva y llegar de nuevo a la civilización. Los bares y sus luces, qué alegría, Leoncio, estamos salvados. Las canadienses iban detrás de nosotros, pero iban todas juntas con una linterna (chicas listas). Jodo, pero Leo y yo pillamos que da gusto. El último rato lo hicimos con mi cámara de fotos. Poniendo una foto con mucha luz, servía como pequenha linterna y alumbraba mínimamente el camino para poder seguir avanzando. Despacico y con buena letra, que no era poco. Yo acabé con el dedo menhique izquierdo reventado (creía que estaba roto), y habiendo recitado varias veces la lista completa de improperios, insultos y juramentos que conozco (una gran lista, hay que decirlo). Creo que, Leo, en algún momento, temió por su vida. Y no por si un jaguar o una serpiente venenosa se la quitaba, sino por el maníaco espanhol que tenía al lado y no paraba de cagarse en todo lo presente.<br />
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Otro día hicimos un tour en barco por la isla, con más gente. Duraba todo el día y hacía varias paradas guapas: lagoa verde, lagoa azul... Estuvo de lujo. De esta manera podías hacerte a la idea de cómo era realmente la isla, y te llevaba a los mejores sitios donde tú solo no podías llegar. El color del mar era impresionante, cómo iba cambiando sus tonalidades: verde, turquesa, azul... Y siempre muy limpio. Y peces, muchos peces, en el mar, y también en el barco. Vaya fest'in! Nos daban de comer en la embarcación y nos pusimos finitos. "Sólo" había una parrilla y montones de peces recién pescados. Hasta el culo. Leo y yo no paramos de engullir pescaditos frescos recién salidos de la parrilla. Y sobraban, y más que caían. Qué fácil: un plato de papel, montones de peces y tus manos pa trabajar. Y ya vale. Más feliz que una perdiz.<br />
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El último día, jueves (algo), ya sin las chicas porque ellas se iban a primera hora a Río porque que tenían su hostel reservado para ese día, Leo y yo nos dimos más paseos por la isla, esta vez probando diferentes rutas. Y hay que volver a decir que esta isla tiene unos parajes, unas vistas, unos rincones muy, muy bonitos. Estuvimos en otra pequenha y preciosa playa, llena de grandes rocas planas donde te podías tumbar para secarte al Sol. Después, yendo hacia el interior, dimos a parar a un pequenho estanque, unos banhos naturales de agua dulce en mitad de la jungla, donde darse un chapuzón después del paseo y de la sal del mar, era una gozadica. En definitiva, esa isla es un lugar muy guapo, para recordar, con muchos rincones que te quitan el hipo. Un lugar donde te puedes perder en mitad de la jungla, en plena naturaleza, y que está a tan sólo hora y media de una de las grandes ciudades del pa'is, del continente, y, seguramente, de todo el mundo: Río de Janeiro.<br />
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Ése era nuestro siguiente destino: la llamativa, famosa y sensual Río. Y creo, me suena, que íbamos justo ese viernes porque algo pasaba... Sí, algo pasaba y algo pasó: COMIENZA EL CARNAVAL.<br />
<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-48448632747033104402012-06-29T01:12:00.001-07:002012-06-29T01:12:32.045-07:00D'ias 129-133: Ilha de Santa CatarinaNo estaba en nuestros planes, pero como mucha gente nos hab'ia hablado muy bien de ella, y como nos sobraban d'ias antes del carnaval, nos juntamos con las canadienses y los siete pillamos un bus direcci'on sur, rumbo a la isla de Santa Catalina, a Florian'opolis (Flor para los amigos).<br />
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Despu'es de descartar un hostel donde ellas ten'ian hecha un reserva y d'andonos un buen garbeo por media isla buscando algo que nos encajase a todos para instalarnos, al final dimos con lo que quer'iamos: una casita s'olo para nosotros y a buen precio ya que esta vez 'eramos siete y no los cuatro de casi siempre. El sitio estaba genial y el hombre que nos lo alquil'o, un brasuco de all'i llamado Joao, era un tío muy risas.<br />
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Antes de seguir deber'ia presentar a nuestras tres nuevas amigas: las hermanas Mourin y Chantal Gougain, nacidas en Bolivia (o Chile?), y Tamara Starcevic, nacida en Serbia. Todas ellas residen en Vancouver desde muy peques, aunque creo que las tres hablan todav'ia en sus casas el idioma de sus respectivos pa'ises de nacimiento, es decir, castellano y serbio. Vamos, que ah'i estuvimos varios d'ias chapurreando de todo un poco y d'andole al spanglish que daba gusto. Ya est'a: presentaciones consumadas.<br />
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Flor me gust'o mucho. Quiz'a no tenga la belleza deslumbrante de otras islas de este interminable pa'is, pero sin duda alguna era un bello lugar, y pasamos all'i cinco d'ias muy tranquis y de relax. Es una isla bastante grande, para recorrerla entera necesitas coche o tienes que pillarte buses de varias horas de trayecto si quieres verlo todo y tienes que dormir en el mismo sitio. As'i que todo no lo vimos: es un conhazo estar pillando buses todos los d'ias en una isla cuando lo que quieres es arena, mar y selva.<br />
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Lo mejor de Flor, para m'i, adem'as de la nueva, divertida y bella companh'ia que tuvimos esos d'ias, era que pod'ias salir de casa s'olo con el banhata puesto y absolutamente nada m'as. Quiz'as un par de billetes en el bolsillo lateral. Y ni una bolsa, ni camiseta, ni chanclas, nada! Sensacional. La casa estaba justo delante de un canal que llegaba directo desde el mar, desde nuestra bonita y largu'isima playa. Sal'ias de casa, bajando por la escalera de madera, tocabas el césped de la orilla con tus pies por un segundo, y te tirabas al agua! Pod'ias ir nadando hasta la playa, hasta el pueblo o hasta donde tus piernas y brazos dieran de s'i. Qu'e sensaci'on m'as agradable de completa libertad.<br />
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Y 'esa es otra parte buena de las playas, de las islas: que puedes disfrutar todo el d'ia de ellas sin gastar ni un reai (real). Porque, amigo, Brasil no es caro, es car'isimo. Ya no es que est'e muy por encima de la media de los precios sudamericanos (aunque Buenos Aires tampoco est'a mal...), es que en muchos aspectos es m'as caro que Espanha, m'as caro que Madrid, concretando un poco m'as. S'i, hemos ido a las grandes ciudades; s'i, hemos ido a los lugares quiz'as m'as tur'isticos; no, no hemos ido a los pueblos del interior donde sabemos que los precios son m'as bajos; pero aun con todo ello, nos hemos quedado boquiabiertos con los alt'isimos precios de este p'ais. El transporte, la cama del hostal en dormitorio compartido sin nada de nada, la comida incluso del supermercado: todo ello, que son los gastos b'asicos y necesarios, est'a subid'isimo a la parra. Con sobar, comer y cenar, y pillar un par de billetes de metro o de bus, ya se te iba todo el presupuesto diario. Ni hablar ya de ir a comer a un restaurante, ir a una discoteca o realizar alguna actividad guapi de pago. Imposible. Y menos mal que hemos ido este anho, porque ahora que van a albergar el Mundial de f'utbol y las pr'oximas Olimpiadas, la inflaci'on va a ser acojonante, y para poder disfrutar de Brasil te vas a tener que dejar todas toditas como en Londres, Par'is o Mosc'u. <br />
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Brasil es un pa'is donde pr'acticamente no existe la clase media, donde como casi siempre, unos pocos sinverguenzas se llevan casi todo el pastel. Bueno, aqu'i no es un pastel, aqu'i es un pedazo de tarta de boda de diez pisos. Las diferencias son abismales. Miles de personas viven en las famosas favelas, y millones de ellas, no viven en ellas, pero se encuentran tambi'en en precaria situaci'on. Por otra parte, los cuatro ricos no es que tengan mucha pasta, es que son millonarios, con un nivel de gasto que r'iete t'u de la clase alta de algunos pa'ises europeos. Es un canteo el contemplar una supermegaurbanizaci'on de lujo del copet'in, y junto a ella, separado por una simple carretera, una m'isera favela, con todo lo que ya sabemos que puede conllevar. Brasil tiene tant'isimos recursos que podr'ian vivir perfectamente todos sus millones de habitantes, que son un huevo; pero bueno, qu'e chorradas digo, si es lo de siempre: la Tierra tambi'en tiene todav'ia suficientes recursos para todos los seres humanos y estamos como estamos. En general, casi todos somos unos mierdas.<br />
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Me he ido un poco del tema en cuesti'on. Retomo el relato y vuelvo a situarme en Flor, y en c'omo molaba nuestra casita justo al pie del canal. Ten'iamos un kayac en la orilla y el duenho de la casa nos lo dejaba utilizar. Un d'ia, nos fuimos los tres "machos" canal arriba, direcci'on contraria al mar, para ver ad'onde pod'iamos llegar. Llegar no llegamos muy lejos, lo que pasa es que casi no volvemos. Vaya cebatil! Qué matada. No s'e qu'e conho hicimos que no paraba de entrar agua en el kayac, y eso contracorriente no lo meneaba ni el equipo de remo de Oxford. Qu'e risas. Se nos descojon'o medio pueblo. Jajaj! El canal daba para mucho. Otro d'ia estaba yo solo, tumbado en la oriila, y un pato nadaba todo el rato delante de casa. Y cada dos por tes, se sumerg'ia en el agua, buceando durante varios minutos, vete t'u a saber buscando qu'e. Me fui corriendo a por la c'amara porque quer'ia bucear con 'el y sacarle una foto guapa debajo del agua. Bastante. Fue imposible: el jod'io nadaba r'apido como un tibur'on y se me escapaba todo el rato.<br />
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Por las noches, los visitantes eran otros. Volaban y volaban delante de nuestra terraza, planeando muy bajito, a ras del canal, con sus largas y anchas alas, majestuosos. Eran unos cacho murci'elagos que alucinas. Batman da menos miedo, te lo digo. Pero era su canal, nosotros sólo estábamos de alquiler. Tambi'en tuvimos la companh'ia de un buho (gran animal). Se pos'o una noche en nuestro tejado mientras est'abamos jugando a un juego que nos ensenhó Tamara. Estuvimos hablando con 'el, pregunt'andole si alguna vez en su vida hab'ia visto la luz del Sol, aunque s'olo fuese en un breve y bonito amanecer... Pero todo el mundo sabe que los buhos son parcos en palabras. Se march'o como hab'ia venido: silencioso como un ninja; sin que nos di'esemos cuenta.<br />
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Nuestro canal daba juego, pero la playa tambi'en. Banhos, interminables juegos con el bal'on, largos paseos, caipirinhas y caipiroskas, y tambi'en le dimos un poco al voley-playa con los brasucos locales. Un juego muy diver en el que lo que m'as me gusta es que te puedes tirar a la arena en plancha a lo loco y no te sueles hacer danho. En plan Casillas. Los brasucos nos met'ian pal pelo, claro, pero tambi'en sentimos que si lo practic'asemos durante un tiempo, le podr'iamos meter bien a ese deporte. En la playuqui tambi'en se pod'ia pescar, pues al caer la tarde, al atardecer, el final del canal, justo ya en la playa, se llenaba de gente que iba all'i con su canha, y seguramente la gran mayor'ia se volver'ia con un buen pescadito fresco para cocinar en la parrilla esa misma noche. Estuvimos también en otra playa que fuimos con las chicas, Leo y yo, como a una hora de paseo de nuestro pueblo. Ahí no hac'ia falta ni pescar. Dabas un paseo hasta el extremo izquierdo de la playa, donde hab'ia unas rocas enormes por las que pod'ias trepar, y que eran muy bonitas; sí, lo sé, he dicho que sólo eran unas rocas, pero es que quedaban genial allí, en la arena, y banhadas por la espuma del mar. Ah'i mismo, entre las piedras gigantes, medio escondidos, hab'ia hombres cocinando en pequenhos cazos al fuego algunos de los cientos de mejillones que hab'ian pescado ese mismo d'ia. Unos mejillonacos muy senhoriales. Te los daban a probar sin pedirte nada a cambio (no s'e si es porque iba con las chicas o qu'e, pero muy guay). Estaban brutales. M'as fresco que eso imposible: s'olo te queda com'ertelos vivitos dentro del mar.<br />
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Lo pas'e muy bien esos cinco d'ias en Flor. Y las chicas eran encantadoras, y qu'e bien educadas (c'omo es Canad'a! jaja!). Tengo ganas de conocer Vancouver, todo el mundo habla maravillas de esa ciudad, y no son pocos los canadienses que hemos ido conociendo por el camino. Fueron grandes d'ias, una vez m'as, aunque acabaran con un triste final: Javi se piraba a Espanha para unas 3-4 semanas. Qué pena nos dio. Ahora ya es pasado y podemos sonre'ir al recordarlo, porque todo acab'o bien. Pero s'i, Javi se fue, y como siempre he pensado desde el principio de este viaje (y sigo pens'andolo), 'el es el pegamento de este grupo, de este equipo. Él es el SuperGlue que nos mantiene a todos unidos, por mucho que todos nos queramos. As'i que esas semanas en adelante, nos acordamos mucho de ese pequenho cabezudo, y lo echamos mucho de menos. Como tambi'en nos acordamos mucho de su padre. Alberto: te mandamos un abrazo muy fuerte, otro m'as, desde aqu'i, desde el sur de Camboya, desde Sihanoukville. <br />
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En cinco horas pillamos un bus de unas doce para llegar a Siem Reap, o lo que es lo mismo: la ciudad que está justo al lado de los templos de Angkor, el orgullo y símbolo del país, y un lugar que esperamos sea tan guapo como Bagan y sus templos, en Myanmar. Pero, me temo, que no va a ser para tanto. Y no lo digo por los templos, lo digo porque Myanmar en general (su gente), fue espectacular e irrepetible. De lo mejor del viaje. Algo diferente. Y sonrío.<br />
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Espanha en la final y jugando a medio gas. VAMOSSSSS!!!!<br />
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<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-86005506931392168652012-06-16T03:30:00.001-07:002012-06-16T03:30:42.008-07:00D'ias 125-128: Sao PauloDespu'es del tour por Chile, pasamos d'os d'ias m'as en la capital (d'ias 123 y 124 del blog, m'as o menos, porque esto no son matem'aticas, sabes?), y nos despedimos de ella, de Ube, de Dami'an y de Diego como se merece: con otra gran cena y con una fiestaca posterior en toda regla. De esa noche loca s'olo comentar que nos hicimos colegas de Fernanda "La 'Unica", una personaja muy bestia. Mucha tela. Hubo momentos surrealistas e irrepetibles, con documentos gr'aficos que es mejor que nunca salgan a la luz.<br />
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Por la manhana, sobando muy poco (o nada), Dami'an y Diego nos llevaron al aeropuerto. Bueno, nos llev'o Dami'an y Diego nos acompanhaba. Nos despedimos con sinceros abrazos y pillamos nuestro vuelo previsto. Cumpl'iamos ya cuatro meses de viaje: c'omo pasa el tiempo. Corre, vuela, a la velocidad de la luz, sobre todo cuando no paras de disfrutar. Lleg'abamos a nuestra 'ultima parada en Sudam'erica: nada m'as y nada menos que Brasil, y m'as concretamente, Sao Paulo.<br />
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Lo primero que recuerdo de Brasil, justo al salir del aeropuerto al exterior, es una nube. Eso es. Una nube inmensa, de proporciones gigantescas, pendida, flotando en el cielo. Hay semejantes nubes en Espanha? Creo que no, pero quiz'as es que no me he fijado lo suficiente. El caso es que, como los 'arboles, me gustan mucho las nubes, aunque no me inspiren tanto. No el t'ipico cielo gris encapotado, que me da una bajona tremenda. Me refiero a esas nubes blancas, con mucho volumen, como algodones de az'ucar, que van cruzando lentamente el cielo azul. Bueno, pues esta nube era antológica, cósmica, brutal.<br />
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Sao Paulo es enorme. A m'i me gustan las grandes ciudades, y perderte en sus innumerables calles, pasando desapercibido entre miles de diferentes seres humanos. Pero creo que esta magnitud ya es algo demasiado. Diecinueve millones de personas (19!). Una jungla de asfalto llena de edificios, coches, m'as edifcios y muchos m'as coches. Lo tiene todo, c'omo no, con semejante tamanho. Pero la verdad es que aunque de primeras te agobie, te engulla y te pueda sacar de quicio, es una ciudad que tiene sus encantos y un lugar donde se puede vivir bastante bien. Eso s'i: con pasta, con muuucha pasta. Eso que nadie lo dude.<br />
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Recordando nuestra llegada hasta el hostal desde el aeropuerto, que fue una jodida odisea, pienso en la locura que es llegar a un sitio nuevo, que no conoces, con las peazo mochilas a cuestas, con las pequenhas bolsas en la mano, meti'endote en un metro o en un bus abarrotado de gente, donde no cabes y donde todos te miran con cara de asesino por molestarles con tu macuto, cansado, perdido, sin duchar, y sin saber muy bien cua'l es tu parada ni qu'e direcci'on tomar: definitivamente, 'esos son unos de los peores momentos del viaje. En ese instante, podr'ia morder la yugular de cualquier desconocido al m'inimo roce, y dejarlo seco en el suelo, desangrado, blanco, con cara de zombie.<br />
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No, la llegada a Sao Paulo no fue la m'as agradable de todas. Y menos mal que una chica boliviana, medio sordomuda, y otro chico chileno, nos ayudaron un poco a situarnos, porque los brasucos iban todos a su bola. Parec'ian europeos estresados, carajo. Por no hablar del gremio de conductores de autob'us! Y esto es extendible a todo Brasil: en general, son todos unos cabronazos. As'i, hablando clarinete. Maleducados, groseros, bordes, y nazis; tienen las entranhas podridas y envenenadas, y morira'an lentamente, con un intenso dolor, debido a un est'upido rencor interior que no s'e de d'onde les viene.<br />
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Aunque la llegada al pa'is y a la ciudad no fuese lo que se dice id'ilica, guardo un muy buen recuerdo de Sao Paulo. El barrio Liberdade, que es el barrio japon'es, donde hay una fuerte comunidad japo arraigada all'i desde hace d'ecadas, y que al darte un paseo por sus calles, parece que est'es en otra ciudad, en otro continente. La Plaza de la Rep'ublica, en el centro de la ciudad, muy bonita, donde se estaba fresquito incluso a pleno d'ia, rodeado de pequenhos canales con sus diminutos puentes, y donde hab'ia plantados varios 'arboles con anch'isimos troncos. El mercadillo de Vila Madalena, una especie de rastro, much'isimo m'as pequenho, metido en una plaza rodeada de bares, pero que ten'ia cierto glamour, y que lo ten'iamos a cinco minutos de paseo desde nuestro hostal. Ese barrio, nuestro barrio, molaba, mola: tiene un cierto aire bohemio, art'istico, con edificos bajos, y lleno de boutiques de moda (prohibitivas), de tiendas de ropa de segunda mano, y de bares y garitos guapos para salir de fiesta por la noche, o simplemente para estar de canhejas en una terraza.<br />
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En ese hostel lo pasamos muy bien. Pronto hicimos grupo, y a nosotros, al ser ya cuatro, se nos iba juntando m'as penha: un espanhol, un brasuco, un mexicano, dos ingleses, otra brasilenha, y tres chicas canadienses. All'i hicimos nuestras primeras caipirinhas caseras: no muy aut'enticas pero pasables. Hasta unas semanas m'as tarde no aprender'ia a preparar una caipirinha como Dios manda. Pas'abamos bastante tiempo en el hostal, porque com'iamos siempre ah'i comida que nosotros cocin'abamos, ya que los precios en este pa'is est'an por las nubes. Exceptuando un pollo hecho a la lenha, en un garito en el mismo barrio, que estaba de muerte. Compet'ia codo a codo con el pollo asado de San Gil en Colombia. Uuummm... Se me hace la boca agua.<br />
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Recuerdo pasar alguna manhana metidos en una min'uscula piscina de pl'astico (las peques de jard'in) que hab'ia en el patio. No cabr'ian m'as de seis personas a la vez, pero era una gozadica. Te librabas del intenso calor, pod'ias tomar el Sol o leer un rato, o beberte una cervecita fresca del bar; y adem'as, era un buen sitio para conocer gente del hostal y establecer una conversaci'on. A Pinha y a m'i, despu'es de desayunar, nos costaba mucho salir de esos 9 metros cuadrados de pl'astico azul.<br />
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De Sao Paulo tambi'en tengo el recuerdo de patear, patear y patear. Pero es as'i como descubres una ciudad, as'i es como la conoces de verdad, y no movi'endote en buses, metros o taxis. Por el centro, hab'ia grupos callejeros de m'usica y de baile: qu'e ritmazo! J'ovenes, viejunos, nihnos, todos mov'ian el culo sin parar. Y t'u te quedabas ah'i pasmado, mir'andolos durante minutos, sin querer (y sin poder) seguir andando hasta tu destino. Con las chicas, las canadacas, que hicimos muy buenas migas desde el minuto uno, tambi'en visitamos el Mercado Municipal y el parque m'as grande de la ciudad. El mercado estaba muuuy bien, ten'ia mucha clase, pero era muuuy caro. All'i prob'e y durante esos d'ias, gracias a estas chicas, frutas que en la vida hab'ia probado, frutas que ni sab'ia su nombre ni sab'ia ni siquiera de su existencia. La verdad es que mi ignorancia supina en el mundo de la fruta deber'ia hac'ermela mirar. Y como dec'ia, estuvimos un tarde en el parque, que suele ser una de los mejores escapes de cada gran ciudad. Un parque grand'isimo al que nos cost'o llegar como dos horas andando desde Liberdade. All'i nos tumbamos, delante del lago, de relax total. Y al rato, apareci'o un cisne, un cisne negro (por cierto, otra gran pel'icula de un crack de director y con un papel'on de una preciosa actriz), un animal que no todos hab'iamos visto. El ave, muy elegante y parsimonioso, orgulloso y caprichoso, le gustaba que le mirasen, ser el centro de atenci'on; porque ten'ia todo el lago para poder plantarse, sin gente, y decidi'o pavonearse durante un buen rato justo delante de nosotros, esperando nuestros cumplidos y posando para nuestras fotos.<br />
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Despu'es de pasar cuatro d'ias y cuatro noches en la capital financiera y cultural del pa'is que es Sao Paulo, nos dispon'iamos a dejar a un lado el ladrillo, el humo, el metro, los sem'aforos, los coches y el estr'es de la gente, y cambiarlo por lo que realmente est'abamos buscando, y por lo que para m'i es verdaderamente este interminable pa'is: sus maravillosas e impresionantes playas y sus cautivadoras y salvajes islas. <br />
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<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-21278831187568005042012-06-05T23:12:00.000-07:002012-06-05T23:12:38.620-07:00D'ias 115-122: pase'ico por ChileDespu'es de ese finde en la playa tan divertido y entranhable, el Equipo y Diego (ahora parte del mismo) nos dispon'iamos a emprender una nueva aventurilla de una semana hacia el sur del pa'is. Los cinco metidos en una pick-up que alquilamos para esos siete d'ias. Cogimos un bus hasta Tomuco, haciendo noche, y all'i pill'abamos el coche y comenz'abamos la ruta: carretera y manta.<br />
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Hab'ia un plan muy trazado para aprovechar los siete d'ias (de nuevo gracias a Dami'an), aunque lo que m'as motivaba era que nos 'ibamos a parar donde m'as nos apeteciese y en el momento que fuera: llev'abamos dos tiendas de campanha que nos daban la libertad de plantarnos donde fuera menester. La primera parada fue en el Parque Nacional Conguilio (creo), al menos el lago donde justo acampamos se llama as'i. Un paraje espectacular. A m'i fue lo que m'as me gust'o de toda la semana. La zona de acampada era cojonuda, y teniendo un poco de suerte y ech'andole un poco de morro, dormimos all'i dos noches y no pagamos ni un peso. Fet'en.<br />
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Por la noche hac'iamos una hoguera, como de peques en campamentos, y por el d'ia, te despertabas y ten'ias el lago a tan s'olo dos minutos de paseo. El paisaje era de postal: un cielo celeste salpicado de esponjosas nubes blancas, las montanhas cubiertas de verdes 'arboles y coronadas en los picos por la nieve perenne que no desaparec'ia en ninguna de las cuatro estaciones, el suelo volc'anico color ceniza, y por 'ultimo, un precioso lago color turquesa, tremendamente tranquilo y reposado, como si estuvese 'el tambi'en perplejo observando el bonito paisaje.<br />
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Me encant'o ese lugar. Su belleza, su silencio, su aire puro, su calma. Mientras Anita, Javi y Leo sub'ian hasta lo alto de la montanha, hasta las nieves eternas, Diego y yo nos quedamos a mitad de camino y decidimos bajar de nuevo hasta el lago porque hac'ia una clada muy seria. All'i estuvimos un par de horas, en la orilla del algo, sentados en ese suelo volc'anico, rodeados de troncos de 'arboles ca'idos y ya muertos, que yac'ian en el suelo como si fuesen grandes esqueletos de unas bestias prehist'oricas. Y el banho posterior fue una gozada ya que el agua era cristalina y pudimos sacar alguna fotuqui bien guapa con la c'amara acu'atica.<br />
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Me gustan los 'arboles. No s'e si ya lo he dicho, pero me gustan mucho. Hay 'arboles preciosos, hay otros que desprenden un olor muy rico, hay otros que son muy sabios, y hay otros que guardan grandes secretos. All'i, en ese parque, est'abamos rodeados de unos llamados Araucalias. Muy chulos y novedosos para nosotros, ya que son t'ipicos de es zona. Recordaban a los pinos, pero son bastante m'as grandes, y sus largas ramas son como tent'aculos de un pulpo, o como las patas de una tar'antula gigante. Muy molones.<br />
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Por la noche, la hoguerica, y as'i pas'abamos el rato y nos calent'abamos, porque hac'ia una rasca que no sufr'iamos desde el camino Inka. Y nos atrap'abamos con el fuego. Totalmente. Qu'e tiene el fuego que no puedes dejar de mirarlo durante horas, que te hpnotiza, que te deja ah'i clavado delante de 'el sin poder dejar de mirarlo durante ni un segundo?? Igual es porque lo tienes ah'i cerquita pero no puedes tocarlo; o por el agradable calor que desprende; o porque es imposible de copiarlo, de dibijarlo, porque tiene formas mil y no para de cambiar; o porque, simplemente, puedes ver en 'el lo que t'u quieras ver en ese preciso momento.<br />
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Antes de dejar de lado este cautivador lugar, me acuerdo de repente, no s'e por qu'e, que all'i pas'e uno de los instantes m'as terriblemente duros, intensos y dolorosos del viaje: la puta ducha infernal de ese camping. Sus muerts! Tocaba ducha, s'i o s'i, era inevitable y necesaria. Y apetec'ia, claro. Apetec'ia hasta que me met'i debajo de ese chorro de agua congelada que ten'ia que provenir directamente de un jodido iceberg. La madre que la pari'o qu'e mal que lo pas'e. Se me agarrotaban los m'usculos de la espalda de la fuerza que yo hac'ia y de los espasmos que me daban. En serio, si alg'un d'ia tengo alg'un archienemigo, alg'un cabronazo al que saldar cuentas pendientes, no le har'e pasar por semejante trago. Ser'e bueno y misericorde y le perdonar'e el pegarse un ducha en el Parque Nacional Conguilio.<br />
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Dos noches despu'es, abandonamos ese lugar y pasamos del lago y la montanha al mar y la playa, y en tan s'olo dos horitas conduciendo. Chile es un pa'is muy, muy estrecho, aunque tambi'en es muy, muy largo. Es como si fuese un pasillo de esos antiguos y grandes pisos, o como un angosto y largo callejon en el plano de una ciudad. Llegamos a un pueblo llamado Niebla, al menos eso dice Pinha porque yo no lo tengo nada claro. Despu'es de un ratico dando vueltas buscando un sitio decente para acampar, triunfamos de nuevo. Encontramos un pequenho camping, justo al borde del mar, regentado por el simp'atico senhor Antonio, y por el que (aunque no nos sali'o gratis como el otro) pag'abamos muy poco dinero entre todos. Regalao. Otro gran lugar para acampar, y totalmente diferente.<br />
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Habr'ias la tienda y ten'ias el Pac'ifico ah'i delante, a escasos treinta metros. Te sent'ias (y lo 'eramos, y lo somos) un privilegiado. Hay pocas cosas tan agradables como acostarse y despertarse con los susurros del mar, a modo de sonajero y de alarma-despertador. Sleeping with the stars, waking with the sun. Un lujazo.<br />
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Nos pegamos todo el d'ia comiendo, privando y riendo. En nuestra parcela ten'iamos nuestra propia barbacoa y eso era un no parar. La cantidad de latas de birra que nos bajamos esos d'ias era diga de la Oktoberfest. Y siempre bien fresquitas, como debe ser. SE deb'ia a que ten'iamos un cooler (una neverica de 'esas de pl'astico), que nos hab'iamos tra'ido desde Santiago. Y chico, qu'e maravilla. Posiblemente uno de los mejores inventos de la historia de la humanidad. C'omo una mierda de cacharro de pl'astico tan simple puede funcionar tan bien y dar tantas satisfacciones? Son esas peqeunhas cosas de la vida que te hacen feliz. Ay, los domingueros y su neverica: joder, son unos sabios de cojones. Pero no s'olo pimpl'abamos, no, no, no. Comimos como curas. Bien de todo! Que no me entero yo que hay un solo cent'imetro sin aprovechar de esa parrilla guena! Nos pusimos hasta el orto de comer, y qu'e rico sal'ia todo. Y es que al fuego todo sabe mejor. Ya lo dec'ia Ner'on.<br />
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C'omo comimos esos d'ias, durante las dos semanas de Chile. Much'isimo y muy bien. Yo ten'ia hambre a todas horas, un hambre atroz. Y aunque nos ven'ia de perlas ya que todos estamos perdiendo peso durante este viaje, ni 'estos ni yo seguimos sin saber d'onde lo meto. Misterios del ser humano. Quiz'as tenga dentro de m'i un bichito, un pequenho gusano. S'i, la tenia es mi amiga, mi nueva inquilina.<br />
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Otras dos noches despu'es y cost'andonos dejar atras ese apacible lugar, seguimos ruta, continuando hacia el sur. A partir de aqu'i, sin explicaci'on alguna, mi memoria se vuelve algo difusa y me cuesta m'as recordar. Casualidad o no, coincide con el brutal cambio clim'atico que sufrimos. Despu'es de cutro d'ias soleados, el viernes empez'o a llover y ya nunca jam'as par'o (igual sigue lloviendo...). No ces'o de llover durante nuestros 'ultimas tres jornadas de escapada. Una locura. Una pena. Y un conhazo. Porque lo de la pick-up molaba, motivaba mucho, pero los perreles que nos la alquilaron, nos dieron una capota para la parte de detr'as que no encajaba bien, no era la homologada para ese modelo. Y fue una cagada. Tres d'ias lloviendo a mares sin parar y el agua entrando por todas partes, calando nuestras mochilas. Tuvimos que meterlas dentro, con nosotros, y fue un incordio m'aximo. Y claro, con semejantes trombas de agua era imposible acampar en ning'un sitio, porque adem'as, la tienda de Anita y Javi se convert'ia r'apidamente en piscina de jard'in. Un culo. La lluvia no mola, se pongan como se pongan.<br />
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El viernes a'un pudimos acampar, no s'e muy bien d'onde, pero el s'abado y el domingo tuvimos que morir al palo y sobar en un hostal y en una cabanha. Esos tres d'ias hicimos muchos kil'ometros , de norte a sur, de este a oeste, y de nuevo de sur a norte. Buscando el Sol, desesperadamente, como animales hambrientos, como el le'on surca la sabana en busca de su presa. Pero no hubo manera: ca'ian gotas a todas hora y en cualquier lugar.<br />
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Lo m'as destacable de esos 'ultimos d'ias, y uno de los objetivos marcados desde el principio, fue llegar hasta unos fiordos que desgraciadamente ahora no recuerdo el nombre. Era impresionante. Despu'es de muchas horas conduciendo por unos caminos de tierra por donde hab'ia que tener mucho ojo porque el coche se sal'ia hacia los lados que daba gusto, con un paisaje a ambos lados muy bonito, lleno de 'arboles y de vegetaci'on, en pleno bosque, llegamos a un punto donde el camino se acababa y ya no pod'iamos seguir. Hab'iamos llegado. El camino mor'ia porque daba paso al mar. S'olo pod'ias darte la vuelta o alquilar un barco, y eso fue lo que hicimos. Era una diminuta bah'ia, y al otro lado, hab'ia cuatro casitas aisladas y nada m'as. Empezamos a gritar como posesos: "fiordos, fiordoooos!!!", sin saber muy bien si est'abamos en el lugar adecuado. Entonces, un ninho nos escuch'o a lo lejos y vino r'apidamente en una barquita. Despu'es de negociar y cerrar el trato, se pir'o a casa y volvi'o con su t'io en un barco m'as grande y con motor. El barco era bastante peculiar, old school, pero es que el notas se lo hab'ia constru'ido el mismo, con sus propias manos, y funcionaba lenta pero perfectamente. Nos dieron una vuelta por el fiordo, nos adentramos en 'el, pasamos cerca de unas espectaculares cascadas y, auqnue llov'ia a saco y hac'ia un fr'io intenso, la experiencia mereci'o mucho la pena porque fue algo 'unico. Estuvo muy bien el fiordo y estuvo muy bien el c'omo sellegaba hasta all'i. Parec'ia el final del mundo. Y me estoy dando cuenta este anho que, muchas veces, lo mejor del viaje no es el destino final que te has marcado, sino el trayecto hasta 'el. El camino andado.<br />
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Fue una grand'isima semana, a pesar de los tres 'ultimos d'ias del diluvio universal. Vimos lugares tan bonitos e interesantes que no me puedo explicar c'omo la gente en general no habla m'as de Chile alrededor del mundo. Ignorancia, desconocimiento, eso debe ser. Una pena no haber tenido m'as tiempo, porque se nos quedaron cositas en el tintero. Como Torres del Paine, que est'a todav'ia m'as al sur, en la Patagonia chilena, y que dicen que es impresionante, lo mejor del pa'is. O como la isla de Pascua, que es algo m'itico, pero que el billete hasta all'i cuesta un pastizal. En fin, todo no se puede, eso es as'in.<br />
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De todas maneras, los 16 d'ias cundieron y mucho. Estuvo guay. Aunque lo mejor de todo, lo que m'as nos gust'o, ya lo dije en su d'ia, fue estar por esos lares con el Cigala, con Diego. Porque Chile mola, pero mis amigos molan m'as.<br />
<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-49651814368089409232012-05-28T00:48:00.000-07:002012-05-28T00:48:03.162-07:00D'ias 112-114: Valpara'iso y finde en la playaDespu'es de pasar cuatro d'ias en la capital, fuimos a Valpara'iso en bus para conocerlo durante un d'ia. Sus casitas de colores colgadas en una colina frente al mar, justo encima del puerto, es lo m'as bonito de ese lugar. Paseamos, comimos, bebimos, y nos dimos cuenta de que algo raro pasaba all'i, porque pasando unicamente unas horas en ese sitio, conocimos a dos o tres personajes muy peculiares (mu locos), que, obviamente, hab'ian regado (inundado) toda su vida en alcohol. As'i que aunque era viernes y nos hab'ian dicho que la fiesta era muy buena en ese lugar, preferimos pillar otro bus a final de la tarde y plantarnos en poco m'as de una hora en otra localidad costera, donde Ube tiene una preciosa casa. All'i pasamos todo el fin de semana tan ricamente.<br />
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Y ahora es cuando, una vez m'as, vuelvo (volvemos) a agradecer efusivamente el trato que nos brindaron Ube, Dami'an y toda la familia de Ube. Qu'e pasote! Nos trataron como reyes. El Equipo est'abamos alucinando constantemente. Nos pegamos todo el finde comiendo y bebiendo exquisiteces. Estaba todo taaaaaan rico! De vez en cuando todav'ia hablamos del pastel de choclo (ma'iz) de la senhora Ube (la madre de Ube). Tremendo. Y de la cantidad desbordante de botellas de vino que abrimos (bueno, Cigala siempre hac'ia los honores, la verdad sea dicha). Fue un festival culinario de 48 horas seguidas en toda regla.<br />
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Pero lo mejor, por supuesto, lo que hizo que pas'asemos un finde perfecto, lo que yo no me pod'ia ni imaginar, fue el trato y la hospitalidad que nos dieron todos y cada uno de los miembros de la familia de Ube. Incre'ible. Est'abamos, repiti'endome un poco, en familia, como en casa. Hab'ia un buen rollo con todos que parec'ia imposible que no nos conocieran desde mucho antes. Porque seamos sinceros: no nos conoc'ian de nada, invad'iamos su casa en fin de semana familiar, y lo normal es que alguno sea majo y agradable, pero que otros pasen del tema y no te hagan ni caso (yo, seguramente, hubiera sido de este segundo grupo). Pero en esta familia, todos, hermanas de Ube, maridos de las hermanas, su madre, sus sobrinas, sus amigos, absolutamente todos nos trataron con un carinho tan sincero y espont'aneo que yo creo que no hab'ia sentido antes. Brutal. Por todo ello, y por la cantidad de favores, consejos, ayuda, traslados en coche, invitaciones a cenas, etc, etc, etc, Ube, Dami'an, resto de esa s'uper family chilena, y Diego: millones de gracias. Puede que por darles tantas y tantas veces las gracias, la expresi'on pueda perder su sentido, pero no lo creo, no pienso as'i. En esta vida, lo primero de todo es ser agradecido (siempre y por cualquier cosa), y lo que hizo esta gente, aunque me empenhe d'andole a las teclas, no tiene palabras.<br />
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Ninguno nos acordamos del nombre de ese pueblo, no s'e por qu'e, pero todos recordamos perfectamente lo precioso que era ese lugar. Amplias parcelas con bonitas casas en cada una de ellas, justo encima de unos vertiginosos acantilados que eran mojados en sus pies por el brutal Pac'ifico. All'i, al borde del acantilado, 'ibamos por las noches despu'es de cenar. Para m'i, era un lugar especial. Me recordaba a la canci'on de Love of lesbian, 'All'i donde sol'iamos gritar' (pedazo de temazo, por ciertor). Un lugar donde no hab'ia nadie, al l'imite del desfiladero, con el oc'eano debajo rompiendo sus olas sin piedad. Un lugar para ir solo o acompanhado, un lugar para gritar. Para gritar de rabia, de pena o de alegr'ia, pero s'i, definitivamente, para m'i, era el lugar perfecto para gritar.<br />
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El murmulo del mar justo debajo, tan cerca, la oscuirdad absoluta que nos rodeaba, y arriba, buah, ah'i arriba estaba el cielo m'as bonito, m'as intenso que he visto en mi vida. Nunca antes hab'ia visto tantas estrellas y con tal intensidad. Si te estirabas un poco, de puntillas, pod'ias alcanzar con la mano alguna de ellas. Estaban tan cerca, estaban tan vivas. Y tampoco se me olvidar'a c'omo se ve'ia la V'ia L'actea. Se diferenciaba en el negro cielo de manera perfecta. Como una gran e iluminada autopista. Como un largo rastro de leche en una inmensa tostada untada de Nocilla.<br />
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Gente maravillosa, un lugar precioso y momentos para recordar. En definitiva, un finde de los que no se olvidan. Nunca.<br />
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La siguiente aventura tampoco tiene desperdicio. Trata de cinco j'ovenes metidos en una pick-up, recorriendo parte del pa'is, en busca bonitos lugares para acampar. Pero todo ello ser'a en el pr'oximo post. Ahora me voy corriendo a comer algo, porque son las 14.13 y a las 15.00 tenemos que pillar un taxi que nos lleva a la estaci'on de buses que debe de estar como a una hora del centro de la ciudad. Ah, s'i: estamos en Yang'on (otrora Rang'un), antigua capital de Myanmar (otrora Birmania). Un lugar fascinante, diferente a todo lo dem'as, anclado en el pasado y dominado bajo el yugo de una jodida dictadura. Otro mundo, otras historias. Pero, de momento, no toca hablar de ello. Continuar'a...<br />
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<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-80274256845571905492012-05-27T23:55:00.000-07:002012-05-27T23:55:06.933-07:00D'ias 108-111: Santiago de ChileCogemos el vuelo que ten'iamos programado de Buenos Aires a Santiago de Chile. Cortito, f'acil, al pie. Y all'i mismo, en el aeropuerto, nos reciben y nos recogen en coche el gran Cigala y su padre Dami'an. Para quien no le conozca, el Cigala es Diego Ci'ercoles, un amigo nuestro de Zaragoza que est'a pasando una temporada en Chile con su padre, que reside en Santiago desde hace ya unos anhitos.<br />
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Lo mejor de los 16 d'ias que pasamos en Chile, fue, sin duda, reencontrarnos con Diego. Y eso que Chile es otro grand'isimo pa'is, sorprendentemente desconocido para much'isima gente, pero despu'es de m'as de quince semanas de viaje, volver a estar con un colega de tu ciudad, no tiene comparaci'on, no hay rival. Fue una ilusi'on tremenda y lo pasamos genial todos juntos. Como siempre.<br />
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En Santiago de Chile estuvimos comod'isimos desde el primer momento, y gracias a los consejos de Dami'an, pudimos ver todo lo destacable de la ciudad en tan s'olo tres d'ias. Me gust'o. Es una ciudad donde puedes vivir muy a gusto si eres capaz de mont'artelo un poco bien. Y como gran ciudad que es, puedes encontrar casi de todo si sabes c'omo y d'onde buscarlo.<br />
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El segundo d'ia de estar all'i, fue uno de los m'as divertidos de todo el viaje. Se puede titular como: el reencuentro con Cigala. Uno de esos d'ias que empiezas de canhas a la una de la tarde, tranquilamente, y sin saber c'omo, acabas volviendo a casa a las siete de la manhana y con dolor de mand'ibula de las risas que te has echado. Adem'as, y no es poca cosa, ese d'ia estuvimos en un gran lugar (recomendado por Dami'an) llamado La Piojera. Un antro de a los que nosotros nos pirran: bizarro, castizo (ya me entend'eis), popular, aut'entico. Hab'ia muchos viejos locales con unas tajas de impresi'on, hab'ia alg'un guiri como nosotros, hab'ia pseudo mariachis animando el cotarro, hab'ia viejunas cachondas bailando y dando el cante... Lo ten'ia todo. Y ten'ia, sobre todo, los Terremotos! Una especie de cocktail, por llamarlo de alguna manera, t'ipico de Chile, que cuando te has bebido el segundo, ya no sabes si es de d'ia o de noche, si tienes diez dedos en los pies, o si est'as en Chile o en una tasca de Zaragoza. Por supuesto, ya sabemos prepararlos, y habr'a que preparar unas rondas en cuanto volvamos a Espanha. En fin, insisto: lo pasamos pipa, fue una jornada memorable, y a m'i ese d'ia y ese garito no se me van a olvidar nunca.<br />
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Por cierto, y ahora que lo recuerdo, ese d'ia, esa misma tarde, mientras est'abamos gozando en La Piojera, hubo un terremoto en Santiago de Chile. Un se'ismo de grado 6.7 (creo), del cual no tuvimos ni noci'on. El primer terremoto de verdad que sufro en mi vida y ni me entero. Y no ser'ia el 'ultimo que sufrimos en este viaje, ya que en M'exico DF sufrimos uno a'un mayor. Aunque, por diferentes motivos, tampoco nos enteramos...<br />
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De Santiago recuerdo m'as cosas, como los perritos calientes con de todo que nos clav'abamos, t'ipicos de all'i. Recuerdo una cena en casa de Dami'an, la primera noche, con Diego (claaaaro) y con Ube, la pareja de Dami'an. As'i a bote pronto, fue la mejor cena de todo el viaje. Est'abamos emocionados, parec'ia que no hab'iamos comido en tres d'ias, y eso que en Argentina comimos muy bien. Pero es que el sushi estaba buen'ismo, y volver a comer jam'on de verdad fue casi org'asmico... Y encima todo invitado por ellos! Una gozada. De Santiago tambi'en habr'ia que destacar el hostel en el que nos hosped'abamos: ten'ia piscina! El primero y 'unico hasta ahora. Adem'as, hab'ia un gran ambiente all'i, y todos los d'ias se preparaban bien gordas por la noche. Muy diver, con su bar en la pisci, su ping-pong y con bien de gente joven de cualquier parte del mundo. Otra movida t'ipica de Santiago es irte a un 'caf'e con piernas'. Sounds good, uh? B'asicamente, son baretos oscuros donde t'u vas a tomarte tu cafelito (o lo que sea) a cualquier hora del d'ia, y mientras te lo tomas, unas simp'aticas muchachas bailan delante de ti en pelotas (en bragas, precisando un poco m'as). Lo m'as gracioso es que debimos de elegir el m'as infame de toda la ciudad: s'olo hab'ia una chica bailando en ese momento, y era una brasuca, negr'isima, de unos 100 kilogramos de peso que parec'ia Godzilla. Nos bebimos el caf'e en un minuto, y mientras nuestro es'ofago ard'ia de dolor, nos piramos de all'i corriendo.<br />
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Hubo de todo esos d'ias, pero sobre todo, muchas, muchas risas, y muy buenos momentos.<br />
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<br />joviakhttp://www.blogger.com/profile/06026828879433206030noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7540664399513485402.post-90951107217132393822012-05-23T06:05:00.001-07:002012-05-23T06:05:18.386-07:00D'ias 101-107: road movieEl lunes en Pinamar alquilamos un coche para una semana entera. Ten'iamos que devolverlo en el mismo lugar siete d'ias despu'es. El objetivo principal era llegar hasta Calafate, para ver el Perito Moreno, y antes y despu'es de ello, conocer todo lo que nos diese tiempo. Por qu'e alquilamos un coche? Porque los billetes de avi'on estaban prohibitivos y el viaje en bus tambi'en sal'ia muy caro; adem'as, lo del viaje en coche podr'ia tener su puntillo.<br />
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Tuvo su puntillo?? Absolutamente S'I! A d'ia de hoy, seguimos hablando de esa semana en coche por Argentina como una de las mejores experiencias de este largo viaje. Es dif'icil de explicarlo, pero supongo que es un poco como lo del camino Inka. Quiero decir que, cuando sufres un poco (o mucho), cuando las cosas se ponen dif'iciles, al final valoras mucho m'as esos momentos. Y es que lo del coche fue bastante durillo! Como bien dec'ia Pinha, poca gente se habr'a marcado el viaje que nosotros hicimos, y c'omo lo hicimos. Nos pegamos unas aut'enticas palizas conduciendo (creo que fueron m'as de 8000 kil'ometros en 7 d'ias); dorm'iamos en el coche, com'iamos en el coche, viv'iamos all'i. Pero mol'o mucho. En mi humilde opini'on, creo que lo conseguimos hacer gracias a la m'usica. As'i como suena. Si no llegamos a comprar el cable para conectar al coche los Ipods de Anitosss y Leoncio, no llegamos. Las canciones eran nuestra gasolina.<br />
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Y es que los turnos de conducci'on eran largu'isimos. Nos peg'abamos todo el d'ia haciendo kil'ometros, d'ia y noche, haciendo turnos de dos en dos para sobar, aunque realmente est'abamos despiertos casi todo el rato los cuatro. Porque s'i, sobar en un coche pequenho y lleno de cosas, es jodido.<br />
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El coche, un Chevrolet muy parecido a un Opel Astra de hace unos anhos, era nuestra casa, nuestra celda en algunos momentos. Y daba bastante que hablar, por decirlo finamente. Parec'ia una leonera. Cajas de galletas, botellas vac'ias, fruta podrida, botes de champ'u, millones de migas, rastros de arena, pelos de toda procedencia, colillas acumuladas, calcetines (horror!), chanclas, libros, gafas, gorras, kleenex... Y un mapa (muy b'asico) de carreteras de Argentina. Cualquier objeto de toda esa lista pod'ia aparecer en cualquier momento detr'as de tu oreja, debajo de tu culo, o rond'andote los pies. Creamos un microcosmos con vida propia, y en tan s'olo unas horas, el veh'iculo y nosotros nos fundimos en un mismo ser. Siempre hab'iamos sido el 'unico y mismo ser. Y as'i lo 'ibamos a seguir siendo hasta los pr'oximos siete (brutalmente aprovechados) d'ias.<br />
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Hay decenas de an'ecdotas que nos vienen a la mente sobre esa semana. Como cuando nos perdimos una noche en mitad de un pueblo y no hab'ia ni un alma trabajando o dando un paseo para poder preguntar. Sin GPS y sin zoora idea de c'omo seguir, deambulamos como yonkies por la ciudad, hasta que unos chavales nos pudieron indicar el camino a seguir. En otra ocasi'on, una manhana, encontramos una gasolinera que ten'ia servicios con duchas. Era nuestra salvaci'on. Precarios y asquerosos banhos, dignos de pel'icula norteamericana, pero que nos dieron la vida. Nos escapamos de la gasolinera sin pagar las duchas: consideramos que pagar por la gasofa ya era suficiente. Y hablando de duchas necesarias... El olor. El olor a Humanidad que hab'ia en ciertos momentos ah'i dentro tambi'en es recordado a menudo. Entre el calorazo veraniego que hac'ia, la falta de un buen aire acondicionado, la escasez de higiene, y que ten'iamos el desodorante menos efectivo y con peor olor de la historia de los seres humanos, el coche apestaba a macho alfa dominante a raudales. Las tertulias manhaneras que manten'iamos los chicos sobre el grado de hedor de nuestros sobacos, al despertar banhados en sudor con todo el solaco en la cara, eran dignas de recogerlas todas ella en una revista cient'ifica. S'i, Anita estaba encantada. Gozando m'aximo. <br />
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Y, como 'ultima an'ecdota, no se me puede olvidar comentar un hecho muy bizarro que nos pas'o a Leo y a m'i. Y es que esos d'ias pas'o de todo: vimos un ovni. UFO, en ingl'es. Los marcianicos, vamos. Una manhana, poco despu'es del amanecer, Leo conduc'ia y yo 'pinchaba' temazos a su lado. Anita y Javi retozaban, y hasta roncaban (qu'e capacidad), en la parte de detr'as. And de repens: una luz muy azul, intensa, de forma dif'icil de definir, pas'o volando, muy r'apido, por encima de nosotros, en direcci'on hacia donde segu'ia la carretera. Flipamos. Nos miramos, y nos preguntamos qu'e carajo hab'ia sido eso. Lo 'unico factible que se me ocurr'ia es que una pequenha avioneta estaba en llamas e iba camino de estrellarse. Pero no parec'ia una avioneta ni de conha, y no encontramos ning'un indicio de accidente en los pr'oximos kil'ometros. Era un puto ovni. Y como suele pasar con estas historietas: all'i qued'o la cosa. Anita y Javi se descojonaron de nuestro relato, claro; pero Leo y yo sabemos lo que vimos. Y tiene sentido, ya que la Patagonia (que es donde est'abamos), es uno de los lugares donde m'as avistamientos se han denunciado desde siempre. Pero si al bueno de Fox Mulder no le hicieron caso con lo pesao que se puso con lo de que la verdad est'a ah'i fuera, a Leo y a m'i, con nuestra lucecica azul, creo que menos.<br />
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Ay, la Patagonia. Qu'e lugar. Aqu'i ya vino Charles Darwin y alucin'o con este sitio. Es muy peculiar. Es raro. Especial. Creo que nos cautiv'o a todos. Y no es un paisaje descomunalmente precioso, ni mucho menos. En muchas partes adopta una forma lunar, parece que est'as en otro planeta. Plano. Gris. No hay edificios, ni personas, ni coches. No hay, ni siquiera, 'arboles. Conduces durante horas y horas, y no pod'ias de dejar de sorprenderte por las interminables rectas. Pod'ias estar sin mover el volante ni un mil'imetro durante minutos, muchos minutos! Y a los lados, grandes explandas, cubiertas por rocas, arbustos y matorrales. Sin ning'un indicio de vida. Ah! Exceptuando a los conejos. Los conejos suicidas de la Patagonia. Decenas, cientos de ellos bordeaban constantemente la carretera. Nunca hab'ia visto tantos. Muchos de ellos, de pie, en el arc'en. Otros muchos yac'ian muertos en el asfalto, atropellados. Nosotros matamos cuatro o cinco sin poder evitarlo. Me recordaban a la peli espanhola Intacto. Estaban ah'i, los conejos, al borde de la carretera, para quererla cruzar. Estaban ah'i, al borde de la muerte, ri'endose de ella, como en la peli, jugando con sus vidas para ver qui'en de todoss ellos ten'ia el don de la Suerte, para ver qu'e conejo se manten'ia intacto.<br />
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Desde Pinamar fuimos bajando por la costa del Atl'antico, hacia el sur. Pasamos de refil'on por la Pampa. La cantidad ingente de terrenos y ranchos con cientos de vacas por los que pasamos, es imposible de contabilizar. Llegamos hasta la pen'insula Vald'es, 'arido pero bonito lugar. All'i vimos, de lejos, a varios grupos de focas y leones y elefantes marinos. Enormes y pasados de peso bicharracos, a los que les gusta tomarse la vida cnon la calma, en el Rancho Relaxo, y a ser psoible, tomando el Sol en la orilla del mar; pero cuando se enfadan les entra un pronto mu chungo que da miedete. Tambi'en estuvimos a s'olo dos metros de pinguinos. Muy cachondos. Y fotog'enicos. Tambi'en tuvimos la suerte de ver un zorrilo, que baj'o hasta el parking para ver si pillaba algo de papeo. Y a un armadillo. Muy mol'on! El t'io no ten'ia miedo: le llamabas y acud'ia como un perrete, y se pon'ia justo al lado de ti, para que le sacases la fotuqui de rigor. Por suerte, no se presentaron serpientes ni culbras, que deb'ia de haber muchas; y que siga la racha. Lo 'unico malo fue que no era la 'epoca de avistamiento de orcas o ballenas, que era el plato gordo. Estar viendo tranquilamente a los elefantes marinos desde lo alto de la colina, y que s'ubitamente una peazo de orca cabrona salga del mar, y salte a la orilla para comerse al pringao de turno, tiene que ser, sencillamente, acojonante.<br />
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Tras ello lleg'o la inmensa y comentada Patagonia, y en ella, nuestro principal objetivo: el Perito Moreno. Que c'omo es? Tremendo. Cuando por fin te acercas lo suficiente, y te pones justo delante, te das cuenta de la verdadera y gigantesca masa de hielo que tienes delante de tu napia. El tamanho impresiona (y s'i importa), pero lo que m'as me impact'o fue el color, y el sonido que desprend'ia. Hab'ia pequenhas partes del glaciar de un color azul intens'isimo que no me esperaba encontrar. Un azul irreal. De mentira. Como de ciencia ficci'on. Partes del glaciar me recordaban al planeta de donde sali'o Superman. Eran igual que esa m'itica peli ochentera. En cualquier momento pod'ia aparecer 'el volando, irrumpiendo desde el interior del glaciar. Y el sonido. El sonido del glaciar despellej'andose. Rasg'andose. Mudando su piel. Un sonido sordo, como un disparo lejano, o algo , muy pesado cayendo al suelo. Pero es dif'icil de explicarlo, de definirlo. Y puede que para cada persona suene de diferente manera. Hay que estar all'i para vivirlo, para de verdad sentirlo. Como todo en esta vida. Pero, os puedo decir, que delante de esa infinita lengua de hielo, te sientes muy pequenhito. Insignificante. Y caduco.<br />
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Despu'es del crujido del hielo, nos tocaba volver hacia el norte de nuevo. Rehaciendo parte de la ruta andada, a medio camino giramos hacia el oeste, hacia el interior del pa'is. La meta era llegar a la llamada zona de los lagos, y all'i que fuimos. Pasamos all'i dos noches y otros tantos d'ias, y la verdad es que si hubi'ermos podido nos hubi'ermos quedado m'as, para descansar y gozar. Totalmente diferente a todo lo que hab'iamos visto de Argentina, esto tambi'en era precioso. 'Arboles, r'ios, lagos, montanhas, aire puro... Naturaleza. Recordaba al Pirin'eo en muchos tramos. Y se estaba muy bien. En verano se llena por los lagos, el trekking, la marcha. Y en invierno tambi'en se debe de petar porque hay pistas de esqu'i. Vamos, que si tienes una casita por aqu'i, como en Pinamar, eres una persona afortunada. Y con pesos en la cartera.<br />
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Una noche la pasamos en un pueblito llamado El Bols'on, y la otra la pasamos en la conocidad localidad llamada Bariloche. De Bols'on recuerdo el retozar en su parque durante horas y horas; recuerdo con una sonrisa en la cara el banho que nos dimos en el r'io, jug'ando con las ninhas y los ninhos del lugar, moj'andonos y haciendo el indio sin parar; recuerdo la cantidad de mochileros que pasaban por sus calles, y esto se debe a que es un pueblo muy hippie. Hippie de verdad. A la manaha siguiente fuimos al mercado que montaban todos los findes, y yo flipaba viendo a muchas familias enteras montando sus puestos, produciendo sus quesos caseros (uuuuuummmm!!!!), y que pareci'an reci'en llegados de Woodstock. Muy aut'enticos.<br />
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De Bariloche recuerdo sus preciosos lagos, el picnic que montamos en uno de ellos, el banho que 'estos se dieron, porque yo no tuve ganas (ni pelotas) esta vez de meterme. Es una zona muy, muy bonita, y nos alegramos mucho de haber hecho el esfuerzo de haber llegado hasta all'i, aunque s'olo fuera para pasar dos d'ias. Pero mereci'o la pena. Fue un gran viaje. Cojonudo. Despu'es de ello ya tuvimos que volver hacia Pinamar, para llegar el lunes por la manaha a tiempo y no tener que pagar ni un duro m'as.<br />
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Nos quedamos con ganitas de ver m'as cosas, como Rosario, o como la zona de bodegas de Mendoza. Pero no hab'ia plata para trasladarnos a todos esos lugares. As'i que, como en Buenos Aires, quedan cositas pendientes en m'as lugares de este inmenso y apasionante pa'is. Tendremos que volver. Yo s'e, estoy seguro, y ya lo he dicho, de que voy a volver. Porque el pa'is, sus tierras, es importante. Pero lo que cuenta, lo que de verdad importa, es la gente que vive en 'el. Y, grata sorpresa para m'i, he conocido a muchas personas realmente encantadoras, con las que he pasado grandes momentos, tanto en Argentina como en Brasil. Pero 'esas, las de Brasil, son otras historias m'as lejanas...<br />
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Ahora toca, nada m'as y nada menos, Chile. Chile!! Sonr'io (de nuevo) s'olo con pensarlo. Y es que, qu'e bien nos trataron en Chile!!!<br />
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